El experto español se ha dedicado a la investigación sobre educación desde hace muchos años. En el proyecto Escuela21, por ejemplo, recorrió escuelas y colegios para compartir y divulgar las experiencias pedagógicas que se estaban desarrollando en las aulas. Porque en su opinión, desde los salones, se hacen los verdaderos cambios en los sistemas educativos. Así es que Semana Educación decidió entrevistarlo para conocer su experiencia. Semana Educación: ¿Cómo transformar e innovar en educación?Alfredo Hernando: La unidad de cambio de los sistemas educativos es la escuela. Cuando hablo de la escuela me refiero al equipo de profesores que la conforman. Hemos vivido un momento muy grande de informes institucionales, pero hace falta recuperar el papel de la escuela y del aula. Es de salón en salón donde se replican las buenas prácticas. No es en el conjunto del sistema. El sistema es muy grande; los ministerios de educación, por ejemplo, dependen de otras cuestiones, políticas y burocráticas. En cambio, el aula puede servir como un espacio de laboratorio de innovación y pedagogía.Alfredo Hernando estará presente en la Cumbre Líderes por la Educación, el mayor evento del sector en el país, que se celebrará en Bogotá el 14 y 15 de septiembre, para hablar sobre la importancia del contenido y el currículo en los sistemas educativoS.E.: Se habla mucho de las transformaciones necesarias en la educación del siglo XXI. Muchos aseguran que la escuela tiene que actualizarse y adaptarse al nuevo milenio, como si la educación del pasado ya no sirviera. ¿Usted qué se puede rescatar de la educación pasada?A.H.: Hay un debate falso entre escuelas tradicionales y escuelas innovadoras. Gran parte de las innovaciones del siglo XXI se fundamentan en las del siglo XX y XIX. Las pedagogías del siglo XXI existen porque son un crecimiento de lo que se ha planteado antes. Si María Montessori levantara la cabeza hoy, también utilizaría robots para trabajar con sus alumnos. Pero ella vivió hace un siglo y se centró en algo fundamental, la autonomía de los estudiantes para centrar el aprendizaje en ellos, y lo hizo con las herramientas de su tiempo. Estamos en un momento de crear, de inventar y de consolidar pedagogías pasadas.S.E.: En América Latina hay una obsesión por conseguir buenos resultados en las pruebas internacionales. Se incentivan los conocimientos en ciencias, matemáticas, y comprensión de lectura, pero se han descuidado las competencias socioemocionales. ¿Qué opina sobre este enfoque?A.H.: Hay dos grandes retos que tienen las escuelas y los sistemas educativos. El primero es entender que el modelo evaluativo debe ser más amplio. No se puede restringir a lo académico. Este es un problema que ya se ha planteado con Pisa, porque cuando una escuela funciona bien, tiene un impacto social enorme, pero esto no lo estamos midiendo. Solo nos estamos centrando en determinados resultados. Pero muchos aspectos cualitativos se nos están escapando. Por otro lado, se sabe que las competencias socioemocionales tienen un impacto en el rendimiento académico. Esto es un hecho. Mejorar la autoestima de los estudiantes tiene repercusiones en su experiencia académica.El desafío que tenemos ahora es crear planes para que los estudiantes aprendan y se beneficien de las competencias socioemocionales. Pero para que las competencias socioemocionales tengan impacto necesitan un plan de formación que vaya desde el comienzo de la escolaridad hasta los últimos años. Y al igual que las matemáticas se aprenden en un programa continuo, las competencias socioemocionales también deberían aprenderse de manera evolutiva.S.E.: ¿La escuela debería enseñar ética y ciudadanía dentro del programa curricular o de una manera transversal en las diferentes asignaturas?A.H.: Las competencias socioemocionales necesitan estrategias transversales, pero también su tiempo explícito. Para eso, se les dedica lo que llamamos en España tutoría. Durante esta hora se enseña de una manera explícita estas capacidades, para que tengan repercusiones en la vida académica. Se enseña cómo ser empático y asertivo. También se hace un trabajo de introspección, para que los estudiantes sepan cómo se sienten y aprendan a comportarse en las diferentes situaciones. Hay que aprender a conocerse a sí mismo, como se aprende a leer y a multiplicar. Tenemos que tomarlo en serio y crear programas de manera explícita.S.E.: ¿Qué rol debe desempeñar el educador con las nuevas tecnologías?A.H.: Sin las pedagogías clásicas, las pedagogías modernas que se fundamentan en la tecnología serían un fracaso. Lo más importante de la tecnología es permitirle al profesor se dedique a lo mejor que sabe hacer: acompañar y guiar a los alumnos. Antes, el profesor tenía que dedicarse a transmitir durante una hora los conocimientos. Sin embargo, ahora la tecnología puede hacerlo muy bien, con un video, por ejemplo. Esto libera al profesor y le puede permitir centrarse en las necesidades de cada alumno. No se trata de tecnologizar la escuela, sino de humanizar la tecnología. El profesor puede dedicarse a su labor más importante, que es guiar a los estudiantes, resolver dudas, asesorarlos.Los próximos 14 y 15 de septiembre, Semana Educación pondrá a los colombianos a hablar sobre aquello que construye a una sociedad en paz: la educación. 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