Santiago* tiene tres años de edad y desde hace casi un año no va a su jardín por la pandemia del Coronavirus. Pero no solamente no asiste, sino que no toma las clases virtuales que la institución da a sus alumnos. Su papá dice que es absurdo matricular al niño y pagar más de 600.000 pesos mensuales, para que le enseñen a colorear. “Para eso, le enseño yo”, dice.
Este es el problema que enfrentan muchos padres, sobre todo de preescolar, que no ven viable matricular a sus hijos para que estudien virtualmente, porque en la mayoría de los casos, el costo-beneficio no se justifica.
En los cursos de educación básica primaria, básica secundaria y media, aunque la situación es distinta, la deserción también preocupa, sobre todo en niños y jóvenes de familias de escasos recursos, que tuvieron que dejar sus estudios para ayudar económicamente.
Pero, ¿cómo detener el aumento de la deserción escolar y qué se está haciendo, para frenar esta tendencia?
De acuerdo con la ministra de Educación, María Victoria Angulo, desde la cartera que lidera se han planteado varias estrategias para la prevención del abandono y la deserción escolar, tales como la búsqueda activa, identificación y caracterización de la población; así como el seguimiento de los niños en riesgo, las campañas que promueven el regreso de los estudiantes, el fortalecimiento de los procesos de matrícula y la creación del Fondo Solidario para la Educación, que contempla apoyos financieros dirigidos a estudiantes y familias, y que permiten dar continuidad a la trayectoria educativa.
Adicionalmente, se han fortalecido las estrategias de permanencia con el incremento de recursos para ampliar la cobertura del Programa de Alimentación Escolar, ‘PAE en Casa’; el mejoramiento de la infraestructura educativa rural, y la implementación de la estrategia ¡Juntos en casa lo lograremos muy bien!, que integra material pedagógico como guías, textos impresos, material didáctico y modelos educativos flexibles, para incrementar cobertura en zonas rurales y comunidades en condición de pobreza extrema o que no cuentan con posibilidades de acceso a conectividad y elementos tecnológicos.
A noviembre del año pasado, la matrícula total en educación preescolar, básica y media cerró con 9.428.897 estudiantes, un poco más de lo alcanzado en 2019, cuando la cifra llegó a 9.413.062.
De acuerdo con datos de la cartera, en 2020 la deserción escolar fue del 2,2 por ciento, lo que equivale a 260.000 menores que dejaron de estudiar.
Un problema de financiación
El presidente de la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode), Nelson Alarcón, dijo que para frenar la deserción que, según señaló, ha ido creciendo, con excepción de Bogotá que aumentó la matrícula, es urgente una financiación que garantice a los estudiantes las condiciones necesarias en medio de la pandemia, sobre todo en materia de conectividad y tecnología.
Indicó que además de los problemas económicos y el cambio de residencia (movilidad), la razón que más aducen, tanto alumnos como padres de familia, para abandonar las aulas, es precisamente la falta de conectividad.
Es por esto que insiste en que el Gobierno Nacional debe garantizar las condiciones mínimas para que los estudiantes desarrollen las actividades académicas, es decir, asegurar lo denominado canasta educativa: alimentación, uniformes, útiles y conectividad, entre otros.
¿Qué dicen los colegios?
Camilo Camargo, rector del Colegio Los Nogales, asegura que en la institución que dirige no ha habido deserción y que a nivel general en los colegios privados no se ha visto este fenómeno.
Expresa que las instituciones que han podido mantener el vínculo con sus alumnos mediante la continuidad de sus procesos académicos tienen una deserción muy baja, versus las que no han tenido ese seguimiento de sus estudiantes.
Señaló que hay colegios privados en los que algunos alumnos se han ido, pero no porque estén desertando del sistema de educación, sino porque los padres los quieren cambiar de plantel o quieren procesos más personalizados, por ejemplo.
Por su lado, Mauricio Bautista, director del Instituto Pedagógico Nacional, que depende de la Universidad Pedagógica Nacional, sostuvo que en el colegio no ha habido una deserción marcada, gracias a las medidas adoptadas en términos de seguimiento académico, acompañamiento en conectividad y apoyo económico. Al respecto, agregó que la institución educativa le hace un seguimiento juicioso a los casos que podrían convertirse en deserción.
Explicó que a los estudiantes que han tenido problemas de conectividad, el colegio les ha prestado tabletas y a los alumnos que están pasando por dificultades económicas, la Universidad Pedagógica Nacional les ha ofrecido acuerdos de pago, para que puedan seguir estudiando.
En otras instituciones educativas como el colegio distrital Aquileo Parra, la deserción si es más marcada. El año pasado fue de alrededor del 12 por ciento, cuenta su rector, Carlos Galán.
No obstante, el directivo explica que en gran parte de los casos la deserción no obedece al abandono del sistema educativo como tal, sino que muchos de los estudiantes se van a otros colegios o a otras ciudades, es decir, hay movilidad.
Otros factores como problemas de conectividad, desempleo de las familias, desmotivación y falta de oportunidades tienen que ver también con la deserción en el colegio, aunque en menor medida, dice Galán.
(*) Nombre cambiado.