Gran parte de los eventos en nuestra vida están influidos por cuestiones de azar. Conocer a una persona que nos ayuda a conseguir un trabajo, evitar un accidente fatal por una acción de último momento o nacer en una familia acomodada son eventos que resultan de factores impredecibles y fuera de nuestro control. Por supuesto, la suerte también juega en contra nuestra, cuando, por ejemplo, perdemos una entrevista de trabajo por un inesperado accidente de tránsito, a pesar de haber salido con tiempo de sobra. No obstante, nos resistimos a pensar que la suerte juega un papel importante en el éxito personal. Aquellos que se consideran exitosos generalmente lo atribuyen a su propio esfuerzo y rara vez consideran la importancia que tiene la suerte de estar en el momento y lugar indicado.Le pede interesar: ¿Podrían los robots volverse más humanos?Esto resulta preocupante, dado que la evidencia sugiere que cuando la gente desestima el papel de la suerte en su éxito se comporta de forma menos generosa frente a los demás, según lo señala el profesor de economía de la Universidad de Cornell Robert Frank. Resulta paradójico que las personas que se han beneficiado de eventos fortuitos atribuyan su éxito fundamentalmente a su propio esfuerzo y que estén menos dispuestas a favorecer a otros, permitiendo que otros se pongan en situaciones en las que la suerte los puede beneficiar, apoyando iniciativas como la educación o la infraestructura pública.¿Por qué percibimos el éxito fundamentalmente como el resultado de nuestro esfuerzo y fallamos en reconocer el papel de la suerte? Una razón ofrecida por Frank es lo que los psicólogos llaman la heurística de disponibilidad: un “atajo” mental mediante el cual estimamos la probabilidad de un evento a partir de nuestra memoria de instancias similares. Las personas exitosas recuerdan fácilmente los eventos más recurrentes de su carrera, como su trabajo duro, pero no recuerdan tan vívidamente aquellos pequeños sucesos que le dieron un giro importante a esta, como conocer la persona apropiada en un momento fundamental, lo que los lleva a atribuir su éxito a su trabajo duro y no a hechos fortuitos.Le puede interesar: El lado oscuro de la empatía.Una segunda razón es la percepción desbalanceada de los obstáculos y los beneficios de nuestra vida. Así lo estiman los profesores de psicología Shai Davidai (New School for Social Research) y Tom Gilovich (Universidad de Cornell). Según ellos, como debemos atender y enfrentar los obstáculos tendemos a recordarlos más fácilmente, mientras que no tenemos que hacer nada frente a los beneficios, por lo cual nos adaptamos a estos y los olvidamos rápidamente.No obstante, enseñarle a la gente a reconocer el papel de la suerte en su éxito puede hacerla más generosa. En un experimento realizado por Yuezhou Huo se encontró que pedirle a la gente que reconozca el impacto positivo de factores fuera de su control incrementó sus donaciones, en comparación a aquellos que reconocieron el impacto positivo de sus propias acciones. Adicionalmente, estudios realizados por Robert Emmons (Universidad de California, Davis) y Michael McCullough (Universidad de Miami) sugieren que expresar gratitud por nuestra buena fortuna nos puede hacer más felices y, al tiempo, ayudarnos a tener mejores relaciones con los demás.Le puede interesar: ¿Donald Trump necesita clases de ciencia?Ignorar el papel de la suerte en el éxito no sólo nos indispone a “pasar” la suerte a otros, sino que nos impide reconocer las cosas buenas que suceden por azar, lo que puede generar resentimiento e impedir que sintamos gratitud y felicidad por la cosas buenas que nos suceden. Para Frank, reconocer el papel de la suerte puede, en efecto, incrementar nuestra buena fortuna y ayudar a promover la de los demás.*Asistente de investigación del Departamento de Psicología y la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes (Twitter: @AndrsMontealegr)Para estar enterado sobre las noticias de educación en Colombia y el mundo, síganos en Facebook y en Twitter.