La frase “la crisis de la profesión del docente” es recurrente. Solo es buscarla en Google para que se desplieguen columnas de opinión, noticias, estudios y cifras. Sin embargo, nunca es suficiente para dejar de buscar la respuesta y la solución a qué está pasando con los profesores.Primero, es necesario partir de la pregunta de si en verdad está pasando algo. Y lo que Semana Educación encontró es que a los profesores se los pone desde la retórica en un pedestal, los alaban, los analizan y los consideran pilares de la patria, guardianes de la infancia, seres orientados por la vocación y el amor a los niños. Pero se queda en eso, en palabras. Si su hijo suspende, no es culpa del menor, es de aquel que le enseña. Es solo que ocurra algo para que los padres salten con improperios e insultos y se les olvide lo divino que era.Eso no significa, claro, que sea al contrario y que todos los profesores son una maravilla. Cometen errores y por eso mismo se debe acabar la retórica del pedestal. Pero bajarlos de ese altar no significa quitarles la importancia que tienen en la construcción de una sociedad.En entrevista con la revista Dinero, el científico John E. Hopcroft afirmó que el papel de los profesores en la educación de los jóvenes en cualquier sociedad resulta ser el más importante en la cadena y básico para que las personas alcancen el éxito.Los profesores en Colombia y en muchas otras partes del mundo, con contadas excepciones, son tratados injustamente, no tienen el estatus social y cultural que merecen, ni una remuneración acorde con la responsabilidad que cargan en los hombros. Es necesario que se cree la consciencia de su rol y que al tiempo se les garanticen las condiciones justas.Y es que la responsabilidad es grande y más con la promesa de “Colombia, la más educada para el año 2025”, del gobierno de Juan Manuel Santos, porque lograrlo depende en gran medida de ellos.El camino es largo y truculento, más si se parte de la premisa de que los recién graduados de licenciaturas presentan muy bajo desempeño en áreas fundamentales para su labor, como lo demostraron los resultados de las pruebas Saber Pro (2011). Esto se convierte en una preocupación para lograr la promesa de ser los más educados en 2025. Entonces, ¿cómo se les va a exigir que mejoren si los incentivos son escasos y si, además, la sociedad en su conjunto no los respeta? ¿Qué pasaría si su hijo le dijera que quiere ser profesor? En Colombia no es de orgullo tener un hijo maestro, contrario a lo que ocurre en países como Finlandia.Según una investigación de la Universidad Nacional, la escasa valoración de la profesión docente tiene como una de las razones el discurso desfavorable frente al maestro como el responsable directo del fracaso de la educación. Esto se une a la baja valoración social y la remuneración salarial de los profesores. El resultado es que aquellos considerados “talentosos” eligen otras carreras en las que la remuneración es mejor. “El principal motivo de la crisis educativa latinoamericana es simple: la región capta grandes cantidades de docentes entre los egresados con los resultados académicos más bajos. Los entrena pobremente y les paga peniques (entre el 10 y el 50 % menos que otras profesiones). Como resultado, la enseñanza es mala”, así resume The Economist los hallazgos del informe del Banco Mundial Great Teachers: How to Raise Student Learning in Latin America and the Caribbean (Buenos profesores: cómo incrementar el aprendizaje en estudiantes de América Latina y el Caribe).De ahí, la importancia de trabajar por mejorar la profesión docente, de dignificar la profesión. El gobierno es consciente de ello y de que el reto para lograrlo es mayúsculo. La ministra de Educación, Gina Parody, dijo en una entrevista a Semana Educación que “Colombia es un país que tiene que avanzar mucho más en su política con los docentes”. El viceministro de Educación Preescolar, Básica y Media, Víctor Saavedra, afirmó que el profesor debe ser respetado por los estudiantes, los padres y el gobierno nacional. Según él, hay tres rutas dirigidas hacia ese camino: mejorar los salarios, trabajar por la definición cultural del maestro en la sociedad y mejorar la educación que ellos reciben.Como lo han demostrado las pruebas Saber Pro, los egresados de las facultades de educación obtienen el peor puntaje en lectura crítica, en razonamiento numérico y en escritura. Las posibles causas de esto radican en que los estudiantes que ingresan a las licenciaturas no son los mejores académicamente, que las facultades de educación no renuevan sus currículos y que faltan estímulos para querer ser profesor.La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) reconoce el esfuerzo que ha hecho el país para mejorar la profesión docente, según el documento Revisión de políticas nacionales de educación: La educación en Colombia. Y presentó algunas recomendaciones para mejorar:Colombia debe hacer una admisión más selectiva de posibles maestros e introducir más remuneraciones e incentivos para el desarrollo profesional.Mejorar la preparación de los docentes para fomentar la adopción de prácticas de enseñanza más eficaces y que favorezcan la participación de los adolescentes.Desarrollar estándares profesionales que definan qué se entiende por una buena enseñanza y alinearlos a oportunidades de formación pertinente, evaluaciones eficaces y una remuneración y progresión de carrera adecuadas.Por último, del informe se puede concluir que hay un largo y tortuoso trayecto, pero que el camino que lleva Colombia es el correcto.Los invitamos a que en el mes de mayo publiquen en sus redes sociales un mensaje o video con el hashtag #GraciasProfe para agradecer a sus maestros. Mientras tanto, no se pierda el adelanto del video que recoge los testimonios de algunos famosos, y otros no tanto, sobre quién fue el docente que le cambió la vida.Este artículo hace parte de la edición 16 de la revista Semana Educación que acaba de salir en papel al mercado. Si quiere informarse sobre lo que pasa en educación en el país y en el exterior suscríbase ya llamando a los teléfonos (1) 607 3010 en Bogotá o en la línea gratuita 01 8000 51 41 41.