Antes de la covid-19, Germán volaba un boeing 737, vivía entre el Caribe y un conjunto campestre en la Sabana de Bogotá. Es uno de tantos papás que paga una suma considerable por la educación de sus niños: siete millones de pesos mensuales.

Lo primero que hace cuando contesta el teléfono es presentarse como un desempleado más. Luego, con culpa por burlarse de lo que sabe que no es gracioso, rectifica. “No se si tengo trabajo el otro mes, o si ya no tengo trabajo”, añade entre chistes. 

Germán es primer oficial en una aerolínea internacional hace 10 años. Vive en Cajicá con sus hijos y esposa.  Foto: Guillermo Torres - SEMANA La verdad es que este primer oficial de una aerolínea internacional vive con sus hijos y su esposa  -una médico cirujano de la Universidad Corpas- un drama muy común pero del que pocos hablan: las afugias económicas de los profesionales en época de coronavirus.El pago de colegios es quizá la más común de ellas. Germán no tiene miedo de mostrar lo que vive, pero igual dice que prefiere reservarse su apellido, por si acaso. 

“Los papás no dan más. Muchos de ellos se quedaron sin trabajo por culpa de la covid-19 y simplemente no pueden pagar”, dice Carlos Ballesteros, abogado y presidente de la Confederación de Asociaciones de Padres de Familia. “Le hemos solicitado al Gobierno nacional subsidiar con un bono educativo a las familias de colegios privados que están en imposibilidad de pagar para que los colegios puedan seguir cumpliendo a sus trabajadores, que también son padres de familia”.Ballesteros dice que alrededor del 20 por ciento de los colegios privados del país siguen haciendo cobros indebidos como transporte, alimentación o intereses moratorios por pensión. “Es inaudito que esto siga ocurriendo”, concluye. 

Germán dice que está dispuesto a salir, como ha tenido que hacer mucha gente, a ‘rebuscársela’. Hace tres meses dejó de recibir su sueldo mensual de 4.500 dólares (unos 17 millones de pesos) y, según dice, le queda ‘combustible’ solamente para un mes más. Está al día con las cuotas de los carros, de la casa y de otros créditos. “Después no se qué voy a hacer”, asegura. Por ahora, el único ingreso que recibe la familia es el salario de Gladys que genera ella haciendo teleconsultas médicas por Internet. Cuando eso ocurre, Germán es quien se dedica a hacer las tareas con sus dos hijos menores, de 3 y 9 años. El tercero, que ya está en la Universidad, estudia comunicación audiovisual. En este momento la familia tiene un enorme sentimiento de gratitud con el colegio La Inmaculada, donde estudian sus hijos menores. “Como siempre habiamos pagado por adelantado, el colegio decidió hacernos un descuento del 20 por ciento en la pensión durante tres meses. Eso ha sido un alivio”, relata. 

En este periodo escolar Pablo y Susana, los dos hijos menores, simultáneamente ocuparon los primeros puestos en sus respectivos cursos. Y eso hace que la pareja de esposos se sienta orgullosa. "La educación por internet no es nada fácil, el internet en Colombia es malo, los niños dejan abiertos los micrófonos y a veces es una locura completa, pero creo que estamos haciendo bien la tarea", dice el piloto. No obstante, pide el regreso pronto a la normalidad. Sabe que el colegio no son solo las clases. "En las aulas se aprende, pero también se aprende con los compañeros, jugando, molestando. Eso baja el estrés", agrega. ¿Cuándo regresa el colegio? Lea el gran informe especial de Semana