Hoy, 2 de abril, el Centro Democrático organizó una marcha contra el presidente Juan Manuel Santos. El objetivo principal de la movilización es rechazar el acuerdo de paz, la corrupción y el derroche. Es un acto más, en el que los seguidores del expresidente Álvaro Uribe Vélez se expresan duramente contra la administración actual, que prometía ser una continuación, pero que para ellos representa una ruptura.Sin embargo, para saber qué tan cierto es que el gobierno de Santos le dio un nuevo giro a las políticas de Álvaro Uribe Vélez, es necesario hacer un balance en diferentes facetas, no sólo en términos de guerra y paz. Porque si se restringen las comparaciones a la seguridad, se dejan de lado muchos otros aspectos en los que podrían coincidir. Por ejemplo, no son tenidas en cuenta las diferencias y las similitudes en educación.Esta es la primera entrega de una serie de artículos en los que Semana Educación compara  las políticas educativas de las administraciones de Uribe y Santos.Educar para el mercadoCuando Álvaro Uribe Vélez asumió la presidencia en el 2002 creó Plan Nacional de Desarrollo, en el que estaba incluida la educación como uno de sus vértices. Según el documento, la enseñanza era esencial para el desarrollo humano, social y económico del país, y planteaba que era “un instrumento para la construcción de la equidad social.” Así lo sostiene Adolfo Atehortúa, profesor de la Universidad Pedagógica, en su artículo sobre la “Revolución Educativa.”  Por otra parte, para Juan Manuel Santos, desde que asumió su segundo mandato, la educación ha sido parte de las siglas con las que quiere que describan a su gobierno: “Paz, Equidad y Educación”. Porque según afirmó en Montería, "la educación es el único camino que a largo plazo nos sacará del subdesarrollo y la pobreza, y que nos permitirá lograr la prosperidad.”Para Uribe y Santos la educación es un instrumento para salir del atraso; es una herramienta para no estar condenado a la pobreza. En este sentido, el aprendizaje está planteado en términos económicos: se trata de enseñar para que los individuos y el país prosperen. No se aprende por el placer de pensar y de acceder al conocimiento, sino para estar preparado para el mercado.Sobre este tema hay posiciones encontradas. Para David Perkins, profesor de la Universidad de Harvard, hay que enseñar para las necesidades del momento, no porque los saberes en sí mismo sean relevantes, sino por su utilidad y pertinencia en la resolución de los problemas actuales. Sin embargo, según Consuelo Pabón, doctora en filosofía, se trata de una percepción de la enseñanza neoliberal, que prepara para el mercado, para que seamos trabajadores productivos, pero pasivos y acríticos. Por eso, en su opinión, se debilitaron las humanidades y se privilegió un conocimiento automático de las Matemáticas y las Ciencias.Aumento del presupuestoHan sido frecuentes las críticas por la poca inversión en educación en las administraciones de Uribe y Santos. En especial, después del informe del 2012 de la OCDE, en el que Colombia aparece en el penúltimo lugar en inversión por estudiante. Mientras que el primer país, Luxemburgo, le asigna en promedio a cada estudiante $22.545 dólares, en Colombia la media es de $3.291 por alumno.Sin embargo, podría resultar engañoso responsabilizar a Uribe y Santos, si no se reconoce que se trata de un descuido histórico, y no exclusivo de sus administraciones. Y más importante aún, porque es injusto comparar la inversión de Colombia con la de Luxemburgo, Suiza, Noruega, Estados Unidos, y Austria, los primeros en la lista, sin tener en cuenta el presupuesto de cada país.  Según el artículo sobre el gasto público en educación de Andrés Vergara, economista de la Universidad del Rosario, durante las administraciones de Santos y Uribe “el flujo de recursos para la educación ha aumentado considerablemente.” De acuerdo a Vergara, ha habido un esfuerzo a nivel nacional y regional.Pero a pesar de que aumentó la cantidad de dinero destinado a la educación durante las dos administraciones, la mayor parte del presupuesto ya está comprometida. Casi un 92% se destina al pago de nómina y a los gastos administrativos. Entonces, según Vergara, si casi todos los recursos se destinan en los gastos operativos que son necesarios, y sólo un 8% puede usarse para llevar cabo proyectos que transforman la calidad, es muy limitada la capacidad de acción del Ministerio de Educación.