La educación es un derecho fundamental que tienen los niños y los adultos en el mundo, aunque en esta materia se ha avanzado, aún hay barreras que existen a la hora de la enseñanza, especialmente, para la población con discapacidad.
Es por ello que los gobiernos regionales de los departamentos de Cauca, Nariño y Valle del Cauca implementaron un proyecto de educación inclusiva para generar oportunidades de aprendizaje a los estudiantes con y sin discapacidad, capacidades y talentos excepcionales.
A través de la Fundación Nuevo Horizonte se llevan a cabo actualmente diversas iniciativas, que buscan mejorar la calidad en los procesos educativos dirigidos a estudiantes de instituciones educativas oficiales, gestión que hasta el momento ha beneficiado a más de 11.000 estudiantes de 130 municipios no certificados de zonas rurales y urbanas, los cuales se encuentran cursando desde primero hasta grado once, brindándoles las herramientas necesarias para el desarrollo de habilidades y capacidades cognitivas.
“Con estos proyectos la sociedad y la educación buscan ponerse al día con el principio de alteridad en la inclusión, permitiéndonos llegar a más de 3.000 docentes de los establecimientos educativos focalizados en los tres departamentos“, expresó Rosalba Cajiao, asesora pedagógica de proyectos de la fundación.
Allí se viene realizando un acompañamiento “pedagógico a los docentes y directivos, para lo cual hemos capacitado en educación inclusiva a una variedad de profesionales como licenciados, psicopedagogos, tiflólogos, guías, intérpretes e ingenieros”, puntualizó.
En este proceso se beneficia de manera directa a más de 4.000 estudiantes con discapacidad, capacidades y talentos excepcionales, destacando que más de 120 profesores se han capacitado en lengua de señas colombiana, braille y tiflotecnología para atender a estudiantes ciegos, sordociegos y con movilidad reducida, herramientas pedagógicas digitales y enfoque de capacidades e inteligencias múltiples para la enseñanza inclusiva.
Así está la educación para estudiantes afro y/o raizales
De otro lado, un estudio titulado Características institucionales, de internacionalización e inclusión social en las Hbcus (Instituciones para estudiantes afro) y las Instituciones de Educación Superior colombianas al servicio de las comunidades afrodescendientes, encontró en cuanto a educación inclusiva, que las principales dificultades radican en el acceso de los jóvenes estudiantes a la educación superior.
Mientras el 18.8 % de los colombianos entra a un programa universitario, según el censo nacional de 2018 del Dane, solo el 14.8 % de la población Narp (población negra, afrocolombiana, raizal y palenquera), logra acceder. Esta brecha se replica en programas de posgrado, con un 1.8 % para afrodescendientes respecto al 2.8 % de la población en general.
“Según la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), solo el 10.5 % de los jóvenes Narp, de 25 a 29 años, han concluido sus estudios de educación superior en comparación al 18.5 % de los colombianos no Narp. Este indicador da muestra de la desigualdad e inequidad a la que está expuesta la población afrodescendiente del país en el acceso y permanencia en la educación superior”, indicó María Paulina Vásquez, gerente del proyecto en CCYK.
El estudio se realizó en 2022 por el grupo de investigación Cidse de la Universidad del Valle, en el marco del desarrollo del proyecto Sensibilizando, construyendo puentes y fortaleciendo identidades más allá de las fronteras a través de la Internacionalización de las Instituciones de Educación Superior y contó con la financiación de la Embajada de Estados Unidos, liderado por la Asociación de Universidades Colombia Challenge Your Knowledge (CCYK).
Salud mental vs. educación
Entre tanto, otro de los pilares que se ha visto afectado es la salud mental. Una encuesta realizada a estudiantes de educación superior que ingresaron a la universidad durante la pandemia, y que ahora asisten, reveló que tienen importantes deficiencias en habilidades sociales como la empatía, el trabajo en equipo y las relaciones, así lo consensuó el Centro Rosarista de Emocional. Educación ‘UR Emoción’ de la Universidad del Rosario.
Se pudo conocer que el 11% de estos cuenta con un diagnóstico en salud mental, siendo la ansiedad y la depresión las enfermedades más comunes. “Nuestra medición, encontró adicionalmente que un 20% de los encuestados, que no están actualmente en riesgo de diagnóstico de salud mental, si manifestaron tener algunos síntomas”, explicó Ana María Restrepo, decana del Medio Universitario de dicha institución.
Esta realidad es un reflejo de lo que está pasando en las Instituciones de Educación Superior, y se hace aún más urgente la necesidad de implementar programas de intervención que promuevan el desarrollo de habilidades sociales y emocionales para afrontar situaciones desafiantes de la vida.