Cuando en 1989 una educadora islandesa decidió separar a los niños y niñas en los colegios muchos lo vieron como un regreso al pasado. Margrét Pála Ólafsdóttir es una educadora feminista y la creadora del método Hjalli, un currículo que separa a niños y niñas la mayor parte del día. La idea es desmontar los prejuicios y debilidades de cada sexo: a los chicos se les refuerza que deben comunicarse y hablar más sobre sus sentimientos y a que se hagan cargo los unos de los otros. A las niñas se les anima a ser asertivas y hacer gala de su resistencia física. 30 años después, 14 jardines de infancia y tres escuelas primarias en Islandia aplican este método, que ha obtenido la mayor distinción del país por su innovación educativa, pese a que esa separación entre niños y niñas es muy criticada y ha sido desterrada de los sistemas educativos de muchos países. Pero Ólafsdóttir defiende su modelo y sus ventajas, y asegura que la educación de género es igual de importante que aprender ciencia o matemática. ¿Qué es el método Hjalli? Cuando se me ocurrió esta idea hace 30 años fue un shock para mí. Era una joven profesora de guardería y segregar a los niños por género me parecía anticuado y ridículo. Pero yendo de guardería a guardería veía el mismo patrón una y otra vez. Las niñas eran más retraídas, más calladas y menos activas que los niños. Y los niños acaparaban la mayor parte de atención y muchas veces tenían problemas de disciplina. Así que pensé, ¿por qué no los separamos y vemos qué ocurre? No tenía ningún modelo a seguir, pero no podía tolerar que ya en las guarderías los niños acaparasen el mayor parte del espacio y las niñas se fuesen retrayendo. Este modelo mixto no funciona, pensé. Veamos que pasa si lo cambiamos. Y eso fue lo que hice. Este modelo va en contra de la idea de que no deberíamos tratar a niños y niñas de manera distinta por su género. En efecto. Por eso cuando se me ocurrió la idea por primera vez pensé: ¡Si esto no es lo que yo quiero hacer! Pero no podía tolerar la situación tal y como estaba. Cuando empecé con el método Hjalli recibí muchas críticas. Mucha gente no entendía lo que estaba haciendo, pensaban que era volver al pasado. Empecé a formarme en teorías de género. Tal vez no sepas esto, pero cuando los bebés intentar comprender el mundo que les rodea comienzan a etiquetar a las personas acorde con su género. Tienen tan solo unos meses cuando empiezan a diferenciar entre hombres y mujeres. No sé por qué, pero eso es lo que hacen. Y así es como empiezan a identificarse a sí mismos. A los dos años ya han formado su identidad de género, y entienden perfectamente lo que significa ser un chico o una chica. Muchos padres piensan que sus hijos de dos o tres años no tienen conciencia de su género y por eso piensan que con mi método educativo estoy enfatizando demasiado el hecho de ser chica o chico. Pero ellos lo saben perfectamente. A los 5 y 6 años ya están reproduciendo los roles de género. Le puede interesar: Bolsonaro plantea recortes a las facultades de humanidades ¿Entonces los niños y niñas empiezan a copiar estereotipos a los dos años? Sí, y antes incluso. A los dos años ya tienen formado su rol en un mundo lleno de estereotipos. Y esto es lo que pasa en un ambiente mixto: las niñas ven a los niños como una antítesis. Se fijan en los niños para aprender cómo no deberían comportarse. Y lo mismo pasa con los chicos. Ven lo que hacen las chicas y aprenden que esa actividad es para niñas y no para ellos. Por eso cuando entras en una guardería normal los niños están jugando con camionetas y bloques de construcción, mientras que las niñas juegan a ser mamá. Ellas le dan la mano a las profesoras, que suelen ser mujeres. Y aprenden de ellas- y de sus madres- que su papel es ser responsable, ocuparse de todo y decirles a los niños que paren cuando están siendo muy ruidosos. Si separamos a las niñas de los niños, se vuelven mucho más activas, empiezan a levantar más la voz. Lo he visto una y otra vez. Cuando los niños no están ahí para ocupar ese espacio, ellas asumen el papel activo. Esto en el curriculum lo llamamos trabajo de compensación. Nosotros animamos a que las niñas asuman estos papeles. Las animamos a que levanten la voz, a que corren, gritan, a que se suban a los árboles y encima de las mesas. ¿Tiene que animarlas a que asuman este rol o pasa por si solo cuando los niños no están? A veces pasa de forma natural y a veces tenemos que apoyarlas con este trabajo de compensación. Algunas niñas asumen un papel más activo ellas solas y a otras las tenemos que animar más. Y pasa exactamente lo mismo con los chicos. Los niños suelen recibir más atención en las guarderías y en los colegios, aunque muchas veces esta atención sea negativa. Pero con lo que aprenden con esta atención desigual es que son importantes, incluso cuando no se están portando bien. Lo que vimos cuando les separamos de las chicas es que ellos también tienen interés en las actividades que se consideran de niñas, como jugar a la familia. Una vez vi a un chico en un grupo solo de niños jugando a ser el papá y hacer la comida. Por supuesto, los niños también necesitan trabajo de compensación. A los niños les cuesta más interactuar, a veces muestran un comportamiento muy individualista. Así que les enseñamos a hablar entre ellos, y a usar las palabras en vez de los puños. Los niños necesitan ayuda para hablar de sus sentimientos y cuidarse los unos a los otros. Las niñas necesitan empoderamiento, ser más directas y decir lo que piensan sin miedo. ¿En qué actividades participan los niños y niñas en sus colegios? Tanto los niños como las niñas participan en las mismas actividades. Lo que queremos es que todos tengan la misma experiencia sin importar su género. Si yo llevo a un grupo de niñas a preparar la comida, otra profesora va con los niños otro día. Si llevo a las niñas a jugar al fútbol, los niños van al día siguiente, porque si estuvieran ahí probablemente le quitarían la pelota a las niñas todo el rato. Hay veces que tenemos que animar a las niñas que a jueguen al futbol, a que le suelten la mano a la profesora y se arriesguen a hacerse un poco de daño. Y otras veces tenemos que animar a los niños a que hablen sobre cómo se sienten. Los sentamos en un círculo y los animamos a que se den las manos o que se hagan masajes en los pies los unos a los otros. Eso es muy fácil de hacer con las niñas, pero a ellos les cuesta más. Cuando tengo gente de visita siempre se sorprenden mucho cuando ven a un grupo de niños dándose masajes en los pies. Pero si lo hacen las niñas, todo el mundo lo ve normal. Y al revés, si ven un grupo de niñas gritando enseguida dicen, ¿pero qué está pasando? Pero nadie dice eso si los que gritan son los chicos. ¿Cuando los niños están solos se acusan unos a otros de hacer cosas de niñas o ser como una niña? Cuando las niñas están solas ya nada es de niñas o niños. Y lo mismo pasa cuando los niños están solos. No hay "mariquitas" ni "marimachos". Al segregar a los niños por género este dualismo de masculino/femenino y de niños y niñas desaparece. Las niñas que se suelen considerar marimachos son populares, se acepta su feminidad. Y lo mismo pasa con los niños. Cuando no tienes niñas a las que usar como espejo de lo que se supone que no hay que hacer, la masculinidad de los niños menos dominantes también se acepta. Durante años estudios de todas partes del mundo han dicho que separar a los géneros no es beneficioso, ni para el estudio académico ni para la igualdad de género. La manera en la que lo hacemos nosotros es completamente distinta a como se hacía hace 50 años. Agarrar a los niños y meterlos en otro edificio no va a conseguir absolutamente nada si no hacemos este trabajo de compensación. Además de separarlos tenemos que empoderarlos. Asumo que la interacción entre ellos también es importante. ¿Cuánto tiempo pasan juntos y cuánto tiempo separados? En mis colegios se reúnen una vez al día, y siempre para llevar a cabo una actividad que se les dé igual de bien a niños y niñas. Los solemos juntar en grupos de dos, niño con niña. En el momento en el que juntas a dos o tres de cada grupo enseguida se dividen otra vez. Esto es lo que hacen en los colegios mixtos, que realmente no son tan mixtos. Para nosotros el objetivo es enseñarles respeto el uno por el otro y animarles a hacerse amigos. También: El modelo educativo que diseñó Facebook y que odian algunos estudiantes Usted dice que separar a los niños es bueno para la igualdad de género. ¿Es también bueno a la hora de estudiar? Nosotros creemos que sí. Sabemos que a partir de los dos años empieza a haber brechas de rendimiento entre niños y niñas. Las chicas están por delante cuando se trata de habilidades lingüísticas. También se concentran por más tiempo. Sabemos que su enfoque a la hora de estudiar es muchas veces diferente. Al separarlos les estamos diciendo que aceptamos que se están desarrollando de manera distinta y a diferente velocidad. Podemos aceptar estas diferencias sin por eso permitir que los constructos sociales determinen quiénes son. ¿Qué valora usted en la educación? ¿Es la igualdad de género tan importante como saber de matemáticas y ciencias? ¡Por supuesto! Para nosotros la igualdad de género construye el carácter. Queremos a niños y niñas que sean fuertes e independientes y al mismo tiempo cariñosos y considerados. Para mí la igualdad de género significa darle a nuestros niños y niñas la oportunidad de ser su mejor versión. Piensa en ese bebé de un año que ahora mismo se está formando una idea de lo que él o ella puede hacer por ser chico o chica. Piensa en esos niños de dos años en las guarderías aprendiendo estereotipos y perdiendo habilidades. Por no ejercitarlas, por no atreverse a ejercitarlas debido a su género. ¿Y qué ocurre con las niñas y los niños que no se identifican con su género o con ningún género necesariamente? ¿Es eso algo que también se tiene en cuenta? En nuestros colegios nada es de niños o de niñas. Todos tienen que llevar un uniforme escolar unisex desde que tienen un año y no tenemos juguetes tradicionales por ser demasiado estereotipados. Así que estamos haciendo todo lo posible para eliminar el sesgo de género en todos los sentidos. Por supuesto, a veces tenemos niños que quieren ser niñas o viceversa. Y eso es fácil de resolver si tenemos el apoyo de los padres. Si los padres están abiertos a la posibilidad, nosotros pensamos que el niño o niña debe elegir el nombre por el que quiere que le llamemos y en qué grupo quiere estar. Recuerdo el caso de una niña de 4 años que decidió que quería llamarse con nombre de chico y vestir ropa de chico. Así que sugerimos a los padres que pasara un día con las chicas y otro con los chicos para que decidiera dónde quería estar. Pasó dos días con ambos grupos y al final dijo a sus padres: "Realmente hago lo mismo en los dos grupos, pero los chicos son un poco más ruidosos así que prefiero estar con las chicas". Así que estuvo con las chicas durante dos años, utilizando su nombre de chico. Y las niñas ni siquiera preguntaron por qué estaba con ellas. Si hubiesen preguntado les habría dicho: "Él nació chica pero se siente un chico así que utiliza nombre de chico. Pero le gusta estar con vosotras más que con los chicos". Y las niñas lo habrían aceptado sin más. El prejuicio no viene de los niños, sino de los padres. Lea: Las niñas que juegan videojuegos tienen tres veces más probabilidades de estudiar ciencia Islandia es el país más igualitario en materia de género del mundo, según un informe sobre la brecha de género publicado por el Foro Económico Mundial. ¿Puede este modelo ser exportado a países de, por ejemplo, América Latina,donde los estereotipos de género están más arraigados? Yo creo que este método puede funcionar en todas partes. Ahora mismo lo estoy implementando en una guardería en Escocia. Es verdad que es más fácil de hacer en Islandia ahora que hace 30 años, ya que los islandeses están mucho más concienciados sobre la importancia de la igualdad. Pero creo realmente que este método puede funcionar en cualquier lugar, y que es especialmente necesario en países que no están en el primer lugar en igualdad. Funcionaría perfectamente con los niños. Son el prejuicio y los estereotipos de los adultos los que se interponen. El problema es que los adultos tienen demasiado miedo a cambiarlo todo.