Los entornos rurales y urbanos se diferencian de una manera significativa en garantizar los aprendizajes que requieren los niños en las poblaciones. Mientras que en las áreas urbanas la escolarización alcanza, en promedio, 9,6 años, en el campo ese indicador apenas llega a los 6 años. Y en términos de educación superior, solo el 20 por ciento de los pobladores rurales acceden a la universidad, comparado con el 50 o 60 por ciento en las ciudades. De hecho, el último censo agropecuario que realizó el Dane en 2014 encontró que 20 por ciento de la población entre los 5 y 16 años no asistió a ninguna institución como jardín de preescolar, escuela, colegio o universidad. Esta situación, como es de esperarse, profundiza las brechas sociales y de desigualdad. No en vano, la ruralidad en Colombia tiene el doble de población pobre que los entornos urbanos. Por eso, tras la firma del acuerdo de paz se contempló adelantar una reforma para la educación rural integral que complementara la garantía de los demás derechos. Con esto, la idea era cerrar la brecha social y, así, evitar nuevos conflictos. Le puede interesar: La Cumbre Líderes por la Educación ya está aquí Al respecto, Marcela Bautista, socióloga e investigadora de la Universidad Nacional, experta en educación rural, asegura que es necesario tener presente que no hay una fórmula única, pues la ruralidad es continua y muy diversa. Por eso, un elemento central de la política debe ser la perspectiva territorial. “Los territorios, con el acompañamiento de los maestros, los estudiantes, los padres de familia y las secretarías de Educación, tienen que desarrollar sus políticas educativas”, asegura Bautista. Países como Canadá poseen gran experiencia en construir desde el territorio. Como explica el embajador en Colombia, Marcel Lebleu, en este país “cada provincia tiene sus reglas, y eso no ha significado grandes diferencias en los niveles de aprendizaje; pero sí ha permitido adaptar el currículo a la realidad local, social, histórica y económica de cada lugar, incluidos los pueblos indígenas”, asegura el diplomático. Colombia tiene pendiente esa tarea. Actualmente, el Ministerio de Educación revisa los avances del Gobierno anterior en la reforma para la educación rural integral y espera en los próximos meses lanzar la política pública. Al menos, como reconoce Óscar Sánchez, director de Educapaz, el tema está en el centro de la discusión. Ahora solo falta que tomen las decisiones adecuadas y destinen los recursos necesarios. “Debe haber más financiación tanto del Gobierno central como de los Gobiernos territoriales”, concluye Sánchez. Lea también: “Colombia necesita formar a los maestros rurales” Para analizar este y otros temas relevantes del sector educativo, la Cumbre Líderes por la Educación 2019 reúne a expertos nacionales e internacionales, así como tomadores de decisión del sector público, privado y la sociedad civil. En el conversatorio ‘Educación rural integral: una mirada al desarrollo económico y educativo de las regiones’ participarán Marcela Bautista, docente e investigadora de educación rural; el hermano Alberto Prada, rector de la Universidad de La Salle; Constanza Alarcón, viceministra de Educación Preescolar, Básica y Media; Ángela María Penagos, directora de Rimisp Colombia, y Paula Acosta, gerente de la Unidad de Innovación Social de SEMANA. La cumbre tendrá lugar este año el 18 y 19 de septiembre en Ágora Centro de Convenciones, en Bogotá. Este evento se ha convertido en el espacio más importante del sector educativo para reflexionar sobre lo que se está haciendo y lo que debe hacerse a fin de lograr que la educación sea la oportunidad que hace todo posible. Conozca más y compre sus boletas en www.cumbrelideresporlaeducacion.com.