El caso de la niña Yuliana Andrea Samboní, violada, torturada y asesinada en Bogotá a principios de diciembre ha reabierto una herida que cada cierto tiempo se vuelve recurrente en Colombia a nivel de difusión mediática e interés de la opinión pública: el problema estructural que tiene el país con la violencia de género. Y, estrechando más el círculo, con las cifras de menores de edad que sufren abuso sexual en el territorio. El Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) habla de 21 niños al día. La Fiscalía General del Estado eleva el número hasta los 48. La indignación se adueñó de Colombia desde que la noticia saltó a los medios de comunicación. Sin embargo, expertos consultados por esta publicación alertan que el caso de Yuliana es solo uno entre miles, y que la indignación momentánea no es la solución. “Colombia es un país machista, hemos permitido muchas atrocidades y lo que pasó con Yuliana, así suene fuerte, tenía que suceder, es el reflejo de un país que no atiende a sus niños”, alertó Catalina Escobar, directora de la Fundación Juan Felipe Gómez, en entrevista con Foros Semana. Para Belén Sanz Luque, representante de ONU Mujeres en Colombia, la violencia de género tiene también un impacto psicológico muy fuerte en la sociedad en términos de la transmisión de valores, de ahí la importancia de actuar directamente en lo que ella denomina “tolerancia de la violencia”. La prevención se convierte entonces en una herramienta fundamental para atajar este fenómeno desde la raíz y no de forma superficial con medidas, por ejemplo, que garanticen que las mujeres sean conscientes de los derechos que tienen a una vida libre de violencia, explica Sanz Luque. Un argumento que aplica también para los menores de edad. Para evitar más casos como el de Yuliana Samboní.Le puede interesar: ‘¿Y dónde quedan los niños?‘En ese contexto, el acceso a una educación sexual y con enfoque de género pertinente adquiere relevancia porque, como indicaron varios orientadores de colegios distritales de Bogotá a Semana Educación, “para prevenir hay que conocer”. Para la Unesco se trata de brindar a niños y jóvenes “conocimientos, competencias y valores que les permitan tomar decisiones personales, sanas y responsables acerca de su vida personal y su sexualidad. Así también ayuda a las y los jóvenes a evitar las infecciones de transmisión sexual (ITS), incluyendo el VIH, embarazos no planificados, la explotación, el abuso y la violencia sexual, la discriminación y el estigma y cualquier otro tipo de violencia”. Esta visión de la educación sexual incluye también pautas de comportamiento, como enseñar a los niños a no irse con desconocidos o no dejarse tocar por un adulto sin su consentimiento y menos en sus zonas íntimas. A protegerse ante un eventual intento de abuso sexual o vulneración de sus derechos. Las aspiraciones de incluir nociones de sexualidad con enfoque de género en las aulas colombianas siguiendo los lineamientos de Naciones Unidas se desvaneció a mediados de este año cuando salieron a la luz unas cartillas al respecto elaboradas por el Ministerio de Educación (MEN) en conjunto con el organismo internacional durante la gestión de la exministra Gina Parody. La presión que ejercieron los sectores más conservadores de la sociedad, también representantes de los credos católicos y padres de familia, paralizó cualquier intento de reforma en pro de los derechos de los más pequeños. En sesión de control al gobierno en el Congreso por el escándalo de las cartillas, la senadora del Centro Democrático María del Rosario Guerra acusó al MEN de sobrepasar sus competencias, pues "son los padres los que deben escoger la educación más apropiada para sus hijos". Quizá le interese: ‘La dura y desconocida de los Samboní antes de la tragedia‘Sin embargo, varios expertos internacionales consultados por esta publicación se mostraron contrarios a este tipo de afimaciones que no conciben el problema de la violencia sexual como algo estructural. Como María Teresa Villanueva del Fondo Internacional de Inversiones, Fomin, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para quien “la educación es la piedra angular de todo y tiene que tener varios ámbitos de aplicación. Por un lado, cómo educa la familia al niño y niña y, segundo, la escuela. Si escuela y familia no trabajan conjuntamente no es posible romper patrones culturales, como el machismo, ni proteger a los menores”. La prevención también debe incluir métodos empíricos que permitan hacer una radiografía más fehaciente y con cifras sobre el abuso sexual en menores de edad en Colombia, explicó a Semana Educación Luis Prada, profesor de medicina forense de la Universidad de Los Andes, cuando se generó la polémica sobre la encuesta de comportamiento sexual que el Dane realiza a menores de 13 años. Este año se suspendió por las protestas de profesores y padres de familia. "Las encuestas ayudan a visibilizar realidades", señaló.  Prada, que en 25 años de trayectoria profesional ha investigado más de 10 mil casos de abusos sexuales a menores, indicó que “la información recabada sirve para conocer cuáles son las tendencias de relaciones sexuales de los niños, tanto voluntarias como abusivas, y a partir de esta se puede actuar”. *Para estar enterado sobre las noticias de educación en Colombia y el mundo, síganos en Facebook y en Twitter.