La educación STEAM, que nació en Estados Unidos y recibe su nombre por las palabras en inglés Science, Technology, Engineering, Art y Mathematics (ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas), toma cada vez más fuerza para los niños y adolescentes del país.

Prueba de ello es el programa Chicas STEAM de Maloka y el Mintic, que en Bogotá cuenta con el apoyo de la Secretaría de Educación, con el cual llegan a 6.070 niñas del país con edades entre los 12 y los 15 años.

Este modelo pedagógico, que en algunas partes es solo STEM, sin incluir el arte, busca integrar las cinco áreas del conocimiento mencionadas para resolver problemas tal cual como lo hace la ciencia, es decir, planteando problemas, hipótesis, posibles respuestas, analizando necesidades e integrando conocimientos.

Parte de lo que busca solucionar es que los colegios suelen impartir estos conocimientos en materias separadas, pero cuando los alumnos llegan al mundo real, los problemas no están planteados por áreas, todo lo contrario, deben ser resueltos con herramientas de conocimientos integrados. Este es, precisamente, uno de los grandes aportes de la educación STEAM, poder resolver problemas reales, de la vida cotidiana, con soluciones integradas.

En el caso de Maloka, por ejemplo, un grupo de niñas estaba muy preocupado por la situación de los perros callejeros de su barrio, y con el envío de un kit lograron crear un dispositivo en el que el perro presiona una pieza con su pata para acceder a comida. El modelo STEAM también busca que los estudiantes aprendan y trabajen en equipo, el objetivo es compartir el conocimiento.

En Maloka, este modelo se utiliza también para darles a las niñas la confianza suficiente para que ellas comprendan que tienen las mismas capacidades que los niños. Esto se refuerza a propósito de los resultados de las pruebas PISA, que indican que, justamente, entre los 12 y los 15 años de edad las niñas comienzan a percibir que estas habilidades son más para hombres que para mujeres, y está demostrado que en las universidades son más los hombres que ingresan a carreras científicas y matemáticas.

Maloka también cuenta con un grupo de mentoras, científicas del país, para que sean ejemplo para las niñas, y con esto se destruyan el estereotipo de que las científicas son mujeres solitarias y confinadas en sus laboratorios. Las niñas conocen científicas de carne y hueso, con vidas totalmente humanas.

Colegios femeninos, como el Santa Francisca Romana, de Bogotá, es uno de los que se ha preocupado por acercar a sus alumnas a la ciencia a través de este modelo pedagógico y así les ha mostrado que ellas también pueden soñar con ser científicas porque ese no es un campo exclusivamente masculino.