El pasado fin de semana, una tendencia se tomó las redes sociales: #cancelenclases. La forma como el coronavirus –ya convertido en pandemia– ha golpeado otros países asustó a millones de padres de familia. Veían con preocupación que si sus hijos seguían asistiendo al colegio o a la universidad, las familias asumirían un riesgo enorme. El Gobierno escuchó este clamor y suspendió las clases hasta el 27 de marzo. Sin embargo, ahí llegó otra angustia. ¿Y ahora qué? Ni colegios, ni profesores, ni estudiantes estaban preparados para eso. ESPECIAL SEMANA: Educación virtual en cuarentena: el reto de profesores, estudiantes y padres

Colombia encara muchas dificultades para que los niños y jóvenes aprendan desde su hogar, con la tecnología en primer lugar. En efecto, millones de menores no cuentan con computador, y si lo tienen, no necesariamente están conectados a la red. Según Luz Karime Abadía, codirectora del Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Universidad Javeriana, alrededor de la mitad de los estudiantes de colegios públicos estarían en esa situación. Solo el 37 por ciento reportó tener ambas herramientas. “Esto muestra, claramente, que en el país nos falta la dotación tecnológica para asumir una situación así”, dice. En Colombia, hay alrededor de 10 millones de alumnos en educación básica y media, y cerca del 75 por ciento estudia en colegios públicos. Para la mayoría, el ideal de las clases virtuales está lejos.

La experta precisó detalles. Por ejemplo, en Bogotá el 72 por ciento de los alumnos disponen de computador e internet, mientras que en algunos municipios ningún evaluado en las pruebas Saber los tiene, como La Pedrera, Puerto Santander y Puerto Arica (Amazonas), Pisba y Busbanzá (Boyacá), Cacahual, La Guadalupe, Morichal y Puerto Colombia (Guainía), Contadero (Nariño), Yavaraté (Vaupés), Sácama (Casanare), Río Iró (Chocó), Miraflores (Guaviare) y Norosí (Bolívar). Por su parte, la directora de la Fundación Telefónica Movistar, Mónica Hernández, asegura que en Colombia siempre ha existido la necesidad de llevar la educación desde los centros urbanos a los rurales, donde la formación virtual ofrecería una gran oportunidad de desarrollo. “Debemos reconocer que el país ha avanzado en términos de conectividad, penetración y uso de internet, pero debe hacerlo con mayor rapidez para no quedarnos rezagados”, afirma. Asimismo, consideró que en esta coyuntura el Gobierno podría ver cómo llevar a las regiones educación digital de calidad sin conexión a internet, mientras esta llega a los lugares más apartados del país y a la población de bajos recursos. De no hacerlo, la pandemia solo ahondará las desigualdades. Ante la situación, muchas secretarías de Educación determinaron también entregar guías físicas a los estudiantes que no tengan la posibilidad de recibirlas por vía digital.

Pero ni siquiera con todos los recursos es fácil educar a los estudiantes en casa. Además de tener material pedagógico, se necesita capacitar a los padres de familia y los profesores. Felipe Cuéllar, gerente de Kumon en Colombia, método japonés de autoestudio, explica que toma mucho tiempo desarrollar este tipo de recursos y es indispensable que en algún momento haya una orientación. Muchos padres de familia tienen que sumarle a eso el desafío para ellos mismos de teletrabajar por primera vez y de hacer al mismo tiempo las labores del hogar. Igualmente, no hay un consenso sobre cómo deben divertirse los niños. Unos padres los dejarán salir a jugar al parque porque tomaron el asunto como unas vacaciones o porque no pueden cuidarlos todo el tiempo, y otros no les permitirán ni asomarse a la ventana. Esa diferencia provoca ansiedad, y, por supuesto, la sumatoria de factores, en medio de una crisis tan grande, puede hacer que muchas familias la pasen mal.  

El experto en educación Josep María Duart, profesor e investigador de la Universitat Oberta de Catalunya, en España, explica que, equivocadamente, muchos han pensado que estudiar en casa es fácil porque consiste solo en enviar unos documentos. “Pero han olvidado que lo más importante es crear un modelo de formación tan o igualmente bueno y posible que los demás”, dice. Precisa que lo único que cambia en esta modalidad es el entorno, a pesar de que los estudiantes sean autónomos y aprendan a su ritmo. En definitiva, no hay un solo modelo correcto, y todos los padres van a intentar hacer lo mejor por sus hijos. ¿Y las universidades? Esta semana, las universidades del país también vivieron un revolcón. Muchas adaptaron sus clases a plataformas virtuales, en una carrera contrarreloj. “Todas las instituciones están respondiendo con toda su capacidad a diversas necesidades en tiempo real”, dice el director ejecutivo de la Asociación Colombiana de Universidades (Ascún), Óscar Domínguez. Por su parte, Alejandro Cheyne, rector de la Universidad del Rosario, reconoce que nadie puede decir hoy que estaba ciento por ciento preparado para asumir este reto pedagógico. No obstante, asegura que la incertidumbre sobre el futuro por esta situación, más que una amenaza, ofrece una oportunidad. “La velocidad del cambio nos obliga a dar una respuesta rápida y a repensar la forma como garantizamos nuestro sistema y aseguramos la calidad de la educación”, dice. Billy Escobar, secretario general del Politécnico Grancolombiano, entidad que tiene estudiantes de educación virtual en 852 municipios del país, asegura que este debe ser un llamado para implementar modelos de este tipo a más largo plazo. “Ojalá esto sirva de punto de partida”, dice.