¿Qué responderles a los niños cuando preguntan por qué en el centro comercial o en la calle dos personas del mismo sexo se toman de la mano o se dan besos? Esta duda es cada vez más común en los hogares y en las aulas de clase. Por fortuna, cada vez son más las instituciones educativas que desarrollan contenidos en los que se incluyen perspectivas de género abordando estereotipos y promoviendo el respeto hacia todas las identidades. La educación sexual integral enseña sobre la diversidad sexual y de género, ayudando a los estudiantes a comprender y respetar las diferencias.
Se han creado leyes, a través de políticas públicas, que promueven la igualdad de género y protegen los derechos de todos, incluyendo los estudiantes, que desde edades tempranas sienten la necesidad de no etiquetarse o hacen parte de los movimientos LGBTIQ+. Pero, aunque en Colombia se han hecho grandes esfuerzos, el sistema aún enfrenta desafíos significativos. Según datos del Ministerio de Educación Nacional, hay un aumento en la implementación de programas de educación con enfoque de género –con alrededor del 30 por ciento de las instituciones educativas participando en iniciativas relacionadas con esta perspectiva–, no obstante, falta un sistema de registro unificado con una evaluación precisa de su efectividad y alcance.
Desde el lado de la educación superior también se está haciendo la tarea. Si bien las universidades dejan en libertad los temas de género, hay un esfuerzo por incluir programas y talleres que impacten de manera positiva la inclusión y equidad. En la Universidad Católica, por ejemplo, se creó el curso ‘Políticas con perspectiva de género en las IES’; la Universidad Externado de Colombia desarrolla planes de acción concretos, establece sistemas de monitoreo y mantiene una comunicación transparente sobre los avances, y, finalmente, la Universidad Nacional abrió la Escuela de Estudios de Género con la que busca desestigmatizar roles sexuales, patriarcado, división sexual del trabajo, identidad sexual, tecnologías de género, performatividad, interseccionalidad, ética del cuidado, heteronormatividad y heterosexismo, entre otros.
Países pioneros
Canadá y España han implementado modelos vanguardistas que marcan la hoja de ruta hacia dónde se debería dirigir la academia para ir en línea con las tendencias. En el caso del país norteamericano, cada provincia establece políticas que fomentan entornos escolares inclusivos y sin discriminación. Además, la formación docente en enfoques de género ayuda a reconocer y superar sesgos dentro del aula.
España, por su parte, ha realizado significativos avances en términos de políticas públicas y programas educativos para promover la igualdad de género y combatir la violencia de género. Los esfuerzos en torno a la educación con enfoque de género en estos países muestran un camino hacia la igualdad y la inclusión con diferentes niveles de avance y éxito. Las estrategias implementadas –desde medidas legislativas hasta programas educativos concretos– son indicativas de un cambio positivo.