Sus bondades: fortalece las competencias básicas y socioemocionales de los estudiantes, favorece su desarrollo personal y social, y los ayuda a configurar su proyecto de vida. No menos importante es que reduce la deserción, el embarazo adolescente, la delincuencia juvenil y el consumo de sustancias psicoactivas.
La Ley 1753 de 2015, que expidió el ‘Plan Nacional de Desarrollo 2014- 2018′, estableció que en esta jornada los estudiantes desarrollan “actividades que forman parte del plan de estudios del establecimiento educativo durante al menos siete horas al día. En preescolar, serán al menos seis”.
Y se implementará gradualmente, no más allá de 2025, en las zonas urbanas, y de 2030, en las rurales. Pero en el primer trimestre de 2020, según un informe de la Procuraduría, en jornada única había 2.818 establecimientos educativos oficiales, de 9.602 existentes, es decir, 29,3 por ciento.
Faltan recursos: el Conpes 3831, de 2015, señalaba que a 2030 deberían estar construidas “las 51.134 aulas para implementar la jornada única en el ciento por ciento del territorio nacional”. A 2018, se harían, ampliarían o mejorarían 30.680, que necesitaban 4, 5 billones de pesos.
El ministro de Educación, Alejandro Gaviria, ha dicho que si la bolsa del sector educativo no tiene un incremento considerable –acumula un déficit de entre 1 y 2 billones de pesos–, “no se podrá mejorar la jornada única”.
De acuerdo con la Procuraduría, solo Envigado, Funza, Girardot, Mosquera y Soledad la habían implementado en el ciento por ciento de sus instituciones educativas oficiales. Y en 35 ciudades o municipios, la cifra era igual o superior al 50 por ciento.
“Debe ser un tiempo de aprendizaje efectivo”, afirma Paola García, coordinadora académica de Alianza Educativa, organización que promueve una educación pública de calidad en Bogotá. Y que administra, por ejemplo, el colegio La Giralda, en el barrio Las Cruces (centro de Bogotá). Sofía Pascuas, estudiante de undécimo grado, dice que con más horas hay espacios de orientación socioemocional y capacitación para desarrollar su pensamiento crítico y vocación.
El decreto 2105, de 2017, indica que la jornada única debe tener actividades académicas obligatorias y fundamentales, y también asignaturas optativas en la educación básica y media. Y experiencias de socialización pedagógicas y recreativas, en la preescolar. Debe incluir descanso pedagógico y alimentación.
Según Paola García, el propósito de seis a ocho horas de jornada no es solo ampliar tiempos para matemáticas o sociales, sino para el arte, la música, el deporte, las tutorías y los clubes. El fin es promover el talento de los estudiantes y apoyar sus necesidades de aprendizaje.
En La Giralda, explica su rector, Serafín Ordóñez, la jornada única se traduce en un alto índice de promoción escolar (97 por ciento), mejores resultados en las Pruebas Saber 11 (están en la categoría A y A+) y un ingreso a la educación superior del 65 por ciento.
Retos para la implementación
El desafío de extender la jornada escolar en todos los colegios públicos del país demanda, entre otros, una óptima infraestructura, un plan de alimentación escolar, docentes para ampliar la jornada y el funcionamiento, regular y suficiente, de los servicios públicos.
En Itagüí –dice Guillermo Restrepo, su secretario de Educación– hay en jornada única 14 de 24 colegios oficiales, que benefician a unos 8.000 estudiantes. Algunos tienen todo el plantel, otros en algunos grados. “Por motivos económicos, hoy solo tenemos una hora adicional; hace tres años teníamos dos. Es importante volver a aumentar las horas”, agrega.
En Barranquilla comenzaron la jornada única en 2015. A la fecha, ya tienen 103 instituciones oficiales en esta modalidad y unos 48.000 estudiantes. “¿Qué se necesita para implementar? Una cocina, un comedor, más espacios de recreación, es decir, mayor infraestructura y planta docente que cumpla con las siete horas”, explica Bibiana Rincón, secretaria de Educación de esa ciudad.
Sobre las dificultades que representa llevar la jornada única a todo el territorio nacional, el Ministerio de Educación, en respuesta a la Procuraduría, afirma que las más comunes, expresadas por varias entidades territoriales, son la falta de recursos para financiar infraestructura y alimentación (almuerzo a los estudiantes) y al retraso en la entrega de obras ejecutadas a través del Fondo de Financiamiento de la Infraestructura Educativa. Tampoco es suficiente el talento humano para cubrir la matrícula académica en jornada única. Los retos para universalizar siguen siendo enormes.