¿Cómo ve el panorama de la educación en Colombia?
Carlos Chaparro (C. C.): La educación en el país se encuentra en una encrucijada que será el punto de partida para que podamos discutir no solo la reforma de unos artículos de la Ley 30, sino de todo el sistema educativo nacional.
A su juicio, ¿cuáles son los mayores problemas del sistema?
C. C.: No tenemos un sistema. Tenemos tres subsistemas: educación formal, educación para el trabajo y el desarrollo humano, y educación informal, que debería llamarse subsistema de educación continua. Los tres no están articulados entre sí, no hay movilidad entre los estudiantes, y es muy ineficiente porque, en el caso de la educación formal, las rutas formativas son largas, costosas y están desactualizadas.
Y la financiación?
C. C.: Es otro gran desafío. El Sistema General de Participaciones está teniendo unos recursos que se encuentran por debajo de los ingresos corrientes de la nación. Eso significa que los recursos cada vez son más bajos frente a la necesidad del sector y que se está creando una brecha peligrosa para la sostenibilidad del modelo.
¿Cómo superar estas problemáticas?
C. C.: Se debe crear una verdadera política pública de financiación de la educación, cuyo eje conceptual sea poner a la educación en el nivel estratégico más alto de la sociedad, con un plan de largo plazo, estructurado en torno al recaudo tributario, mediante el catastro multipropósito.
¿Cómo ve el panorama de la educación superior?
C. C.: En Colombia hay más de 3 millones de jóvenes entre 14 y 28 años que ni estudian ni trabajan. Y las razones, entre muchas otras, son económicas, pero también tienen que ver con que el sistema educativo formal no es atractivo para ellos. Un programa de educación superior tarda más de tres años en ser creado y cuando los estudiantes se gradúan de la primera cohorte, ya han pasado cinco años; salen, entonces, con una formación cuya pertinencia fue pensada ocho años atrás. A eso se suma el hecho de que no tienen una garantía real de conseguir trabajo.
¿Cómo transformar el panorama?
C. C.: Con un sistema de educación postsecundaria que sume formaciones cortas certificadas. Mediante unas rutas sucesivas, el estudiante puede pasar de certificaciones a títulos. Quien no desee llegar hasta el título, tiene la posibilidad de desempeñarse en el mundo laboral con las certificaciones. Es, además, un modelo que se actualiza permanentemente.
¿Por qué considera que el país debe replicar el modelo educativo de Medellín de los últimos años?
C. C.: Los programas más disruptivos en educación que se han creado en los últimos años los hicimos en Medellín, desde Sapiencia. En menos de cuatro años, y gracias al modelo de educación postsecundaria, multiplicamos las oportunidades para acceder a la oferta educativa. Con ‘Matrícula cero’, que nació en nuestro distrito y que hoy es política pública nacional, sumado a nuestros Fondos Sapiencia, entregamos más de 82.000 oportunidades para acceder a la educación superior desde 2020, mientras que en los 16 años anteriores se entregaron solo 64.400. Adicionalmente, creamos el programa de formación ‘Talento especializado para la industria digital’, en el que unos 98.000 estudiantes pudieron cursar programas cortos, virtuales y gratuitos mediante la plataforma @medellin.