Sofía intenta ocupar su tiempo siguiendo clases a distancia o chateando con su familia, pero encerrada en una habitación de 15 m2, los días son cada vez más largos para esta estudiante argentina que está en cuarentena en París por el coronavirus. "Lo más difícil es estar sola, lejos de los míos", dice por teléfono a la AFP esta joven de 19 años, que llegó a Francia en septiembre  para estudiar una licenciatura en letras modernas.

Su universidad, como todos los establecimientos de enseñanza, suspendió las clases la semana pasada, por un período indefinido, para frenar el avance del coronavirus, que ya se ha cobrado la vida de 674 personas en Francia. Además de no poder ir a clases, Sofía tampoco puede salir a la calle, salvo para comprar víveres, ir a la farmacia o tomar un poco de aire, siempre y cuando lleve con ella un salvoconducto que justifique el motivo de su salida. En su pequeña habitación universitaria intenta ocupar su tiempo siguiendo clases a distancia, haciendo un poco de yoga y escuchando música. Pero hay días en que "la ansiedad gana", admite. "He buscado vuelos para regresar a mi país pero los pocos que he encontrado están carísimos", sostiene esta muchacha, originaria de Buenos Aires.  "Mis padres están angustiados y quisieran que regrese. Trato de tranquilizarlos pero no es fácil porque yo también estoy preocupada", admite.

Lo que más le inquieta es el tema financiero. Antes de esta crisis, Sofía trabajaba en una cafetería para poder pagar el arriendo de su habitación, pero ahora se ha quedado sin ingresos. "Vivir en Francia es muy caro... No sé cuánto tiempo podré seguir así", suspira.  "Mantener la mente ocupada" Como ella, muchos jóvenes latinoamericanos que estudian en Francia, sienten incertidumbre frente a esta situación inédita. "Llevo una semana metido en mis 20 m2 solo, estudiando, cocinando, viendo series, pero esto no basta para ocupar un día", cuenta Pascal, un colombiano de 19 años, que estudia ingeniería mecánica en Marsella, en el sureste de Francia. Su universidad suspendió las clases presenciales, pero imparte algunas materias a distancia. "Nos conectamos a una plataforma que tiene la universidad y ahí nuestros profesores nos imparten clase... Por ejemplo esta mañana tuve 3 horas de matemáticas", señala.

Aún así, le preocupa saber cuándo podrá retomar clases normalmente y si podrá validar su año. "La situación puede durar meses", teme. María Inés, una ecuatoriana de 35 años, que llegó a Barcelona hace seis meses para estudiar un máster en innovación y emprendimiento, "trata de mantener la mente ocupada para evitar la ansiedad y el estrés". "Estoy avanzando con mi proyecto de fin de máster y otros trabajos que debo entregar en otras materias", dice. Su universidad cerró el 13 de marzo. "Nos enviaron un comunicado informando que las clases se reanudarán en abril y que si persiste la prohibición de clases presenciales se harán en línea", cuenta a la AFP.

"Espero que la disposición aplique también para el máster, pero el director no nos puede decir nada a ciencia cierta por el momento, lo que genera un grado de incertidumbre", confiesa.  Aunque por el momento no ha contemplado regresar a su país, admite que la situación le genera "estrés". "Debo comenzar a planificar económicamente, pues es posible que el período del máster se alargue, por el momento todo es incierto...", dice.  La situación en España, que superó el lunes las 2.000 muertes, es aún más crítica que en Francia. El número de fallecimientos se ha multiplicado por dos en apenas tres días en el país, pese a un estricto confinamiento impuesto desde el 14 de marzo. "Hay gente que sigue saliendo a las calles, que sale a pasear a sus perros o a tomar el aire, que conversa en las esquinas o afuera de los comercios", dice exasperada.