Andan en grupos de más de cinco personas. Caminan lento y hablan duro. No preguntan nada y llevan un mapa a la mano. Todo su empeño está puesto en pasar desapercibidos: es obligatorio disimular que son ‘primíparos’. Ninguno quiere ser víctima de una broma. La peor pesadilla es una chiflada comunal o una caída. Aún así, los gestos de inseguridad terminan delatándolos. Y a los estudiantes ‘montadores’ de semestres más arriba no les cuesta ningún trabajo identificarlos. El resultado: chistes e inocentadas que ponen en evidencia (y bastante rojos) a los alumnos novatos. Esta semana empezaron las inducciones para los universitarios de primer semestre. Las bromas, también conocidas como ‘primiparadas’, llegarán con la entrada de los demás estudiantes. En algunas instituciones de educación superior estas prácticas son casi una rutina y varios ‘primíparos’ ya llegan enterados. Semana Educación recopiló las más clásicas con ánimos de facilitar este tránsito por los primeros días de universidad. 1. Las reuniones obligatorias de padres Si existen no son comunes. Menos al principio de semestre. Al pasar a la educación superior se apela a la autonomía del estudiante. Entonces estas reuniones, obligatorias en los colegios, pierden toda vigencia y sentido. La facultad no va a llamar a sus papás porque faltó un día a clase o porque llegó tarde. Así que si le dicen de una asamblea para padres es mejor seguir derecho e ignorar el mensaje. Si quiere estar seguro: pregunte en la facultad. De hecho, esto es lo mejor que puede hacer para evadir la mayoría de ‘primiparadas’. 2. Confundir a los perdidos El peor error que puede cometer un ‘primíparo’ es preguntarle a otro estudiante dónde queda algún edificio o sitio de la universidad. Si bien esta broma depende de a quien se le esté preguntando, pues hay muchos estudiantes que no la comparten y efectivamente ayudan, el novato está poniendo su suerte en manos de alguien más. El resultado por excelencia es que lo manden al otro extremo de la institución. El consejo:además de disimular el mapa, péguese a él y trate de encontrar los salones por su cuenta. Si los edificios en la universidad se identifican por nombre y no por número tenga cuidado de confundirlos (o de que lo hagan confundir) con el nombre del profesor. Por ejemplo, si en su horario aparece Francisco de Paula Santander es probable que esa denominación se refiera a un sitio de la universidad, no al que será su maestro por los siguientes meses. Así le digan que ese apellido corresponde al docente más importante y exigente de la facultad, asegúrese de que no esté cayendo en esta ‘primiparada’. Por favor no pregunte por las fotocopias de un profesor que, en realidad, es un edificio. 3. Los exámenes sorpresa Verifique. Algunas universidades programan exámenes de inglés o de matemáticas los primeros días de clase. Sin embargo, si usted estudia humanidades o ciencias sociales es poco probable que le toque presentar una prueba de álgebra o cálculo. Si le dicen que es obligatoria pregunte en la facultad de que así sea. No va a querer estresarse, perder tiempo y asustarse con una evaluación que es falsa y fue diseñada para reírse de usted. 4. El falso profesor Este es el típico caso en que un estudiante se hace pasar por profesor. Llega al salón de clases, se presenta y, por lo general, hace un quiz muy difícil de responder. O, en su defecto, anuncia tareas larguísimas y fotocopias eternas. La intención es encarnar al típico docente exigente o ‘cuchilla’ para asustar a los de primer semestre. Si la clase solo dura unos cuantos minutos lo mejor es desconfiar. Aunque también es cierto que existen  maestros estrictos que dejan mucho trabajo para la casa. La diferencia es que probablemente no lo hagan el primer día en la primera clase. Las horas iniciales de cátedra suelen estar destinadas a revisar el programa del semestre. 5. Las trampas en el suelo Caminar con cautela y no recoger nada del piso es el antídoto contra esta broma. Hay botellas puestas estratégicamente para que el despistado se tropiece y, cuando lo haga, todos los estudiantes alrededor le chiflen. También está el caso de las monedas pegadas al piso y de los billetes amarrados a un hilo de nylon que se va moviendo cuando intenta recogerlo. Todos terminan en el ruidoso silbido para el incauto. PARA EL DEBATE ¿Qué otras 'primiparadas' incluiría en la lista? ¿Cuáles cree que deberían desaparecer? Deje sus comentarios en nuestro Twitter @SemanaEd.