Colombia vivió una jornada histórica. Este miércoles, estudiantes y profesores universitarios de las principales ciudades del país salieron a la calle a marchar para exigir al gobierno nacional mayores recursos para financiar la educación superior pública en Colombia. Por lo menos, ese era su propósito. La manifestación, convocada y liderada por el Movimiento Estudiantil Colombiano, contó con el apoyo de universidades privadas y movilizó a cientos de miles de personas en el país. En Bogotá se estima que 45.000 personas salieron a la calle y se concentraron en la plaza de Bolívar. El principal reclamo era el incremento a 4,5 billones de pesos el presupuesto para las instituciones de educación superior pública para 2019. Le recomendamos: “La educación pública es la mejor inversión”: rectora de la Nacional A pesar de algunos episodios de vandalismo, especialmente en Bogotá, la marcha de los estudiantes de este 10 de octubre se desarrolló en calma, despertó mucha solidaridad, y hasta transcurrió entre fiesta y carnaval. Una jornada que sin duda dejará varias lecciones. 1. En el presupuesto, la pelea es peleando y la plata no alcanza Al interior del gobierno, la pelea por la distribución del presupuesto de 2019 ha sido muy dura e incluso ha provocado tensiones entre varios ministros y el titular de Hacienda, Alberto Carrasquilla. Cada uno de los ministros ha tenido que ir a ‘pelear’ las asignaciones para el próximo año, pues el gobierno tomó la decisión de mantener el presupuesto de 259,7 billones de pesos que había dejado listo el gobierno Santos. El debate que se viene es muy duro si se tiene en cuenta un  gran problema: el Estado está desfinanciado en cerca de 25 billones de pesos pues los gastos programados para el año entrante superan los ingresos previstos, según el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla. Escucha"Velatón por las universidades: así cierra la marcha" en Spreaker. 2. Cumplir “los anhelos” de los estudiantes es casi imposible El presidente Iván Duque contestó casi de inmediato a las protestas de los estudiantes. “Yo entiendo la angustia de muchos jóvenes. Y entiendo sus reclamos”, dijo el primer mandatario. A pesar de que en esta oportunidad, el presupuesto de Educación ha sido el más alto de la historia, las cifras no son suficientes. En esta oportunidad, con 41 billones,  el sector supera a otros que tradicionalmente se han llevado los mayores recursos del Estado como defensa (33,53 billones), salud y protección social (32,29 billones) y trabajo (28,52 billones). Sin embargo, el presidente reconoció que “tenemos dificultades para satisfacer todos los anhelos en ocho semanas de gobierno. Hemos hecho una tarea para que el presupuesto de inversión en educación sea cada vez más abultado. Pero faltan recursos”. La discusión de más presupuesto para las universidades llega en un momento difícil para la economía y ad portas de una reforma tributaria. La ministra María Victoria Angulo dio una buena noticia en el debate este miércoles en el Congreso: al presupuesto de 3,8 billones de pesos proyectado para las universidades públicas en 2019 se suman ahora estos nuevos recursos, lo que implica que recibirán el próximo año 4,3 billones de pesos. Las universidades, por su parte, piden más de 15 billones, que es la brecha histórica que consideran se les adeuda.

3. Se vienen tiempos de apretarse el cinturón La situación económica del país llevó al gobierno a pedir a cada una de sus entidades apretarse el cinturón y ajustar los gastos del próximo año, porque en últimas, el gobierno tendrá que administrar lo mejor posible el presupuesto. Esto implica que en todas las carteras, incluida la de Educación, las restricciones presupuestales son grandes. Este miércoles, durante la discusión del presupuesto del próximo año, los congresistas y el gobierno se pusieron de acuerdo para aumentar en 500.000 millones de pesos la asignación para las universidades públicas. La destinación de la partida adicional se distribuiría así, según la ministra de Educación: 223.000 millones de pesos irían para inversión en todas las instituciones de educación superior pública; otros 55.000 millones se destinarían para funcionamiento, 121.000 millones para el ejercicio anual de gratuidad y 101.000 millones para la línea de excelencia y méritos. Puede leer: Las deudas de los pilos 4. Los problemas de las universidades vienen de décadas atrás La magnitud de las protestas estudiantiles permitió que por primera vez en mucho tiempo las cifras de la educación superior se pusieran sobre la mesa, y que fuera evidente la deuda histórica que tiene el país con estas. La principal explicación de la desfinanciación que viven se debe a la Ley  30 de 1992. Esta determinó que las transferencias a las universidades serían ajustadas anualmente según el IPC, sin tener en cuenta el crecimiento en el número de estudiantes, que se cuadriplicó en la última década al pasar de 159.000 a más de 611.000 estudiantes. Con esto, mientras los ingresos de las universidades públicas crecieron con la inflación, sus costos y el déficit lo hicieron mucho más rápido. Los ingresos por estudiante se derrumbaron y las universidades entraron en cuidados intensivos a nivel financiero. Como bien le explicó el rector de la Universidad del Atlántico a SEMANA, las cargas se han desbalanceado. En el caso de esa institución, en 1993 tenían 5.913 estudiantes y hoy, 24.619. Eso significa un crecimiento de 316 por ciento. Sin embargo, en materia presupuestal recibían en 1993 52.538 millones, y hoy 129.233 millones. Es decir, un crecimiento de 124 por ciento.

5. La plaza pública sigue vigente… No es la primera vez ni será la última que las movilizaciones sociales sean capitalizadas por dirigentes políticos. Pescar en río revuelto es un lugar común entre los políticos, y las marchas y los paros son especialmente terreno fértil para ese propósito. Desde días, incluso semanas atrás, fueron numerosos los congresistas que apoyaron la manifestación e invitaron a una masiva y pacífica movilización. De forma oficial, partidos políticos –especialmente de izquierda- como el Polo Democrático, Alianza Verde, Unión Patriótica, que históricamente han acompañado paros campesinos, huelgas de trabajadores, o toda clase de protestas sociales fueron los primeros en solidarizarse con la causa de la universidad pública y anunciaron su presencia en la calle. El hilo conductor entre los reclamos de unos y el rol de estos partidos políticos es la oposición al gobierno. Por eso, los dirigentes que este martes caminaron varios kilómetros en la marcha, al lado de los estudiantes, eran precisamente de estos partidos. Este miércoles se vieron caras reconocidas como las de Jorge Robledo y otros congresistas del Polo;  Angélica Lozano, Antonio Sanguino de los Verdes; Aída Avella de la UP, por citar algunos. Era lógico que políticos de los partidos tradicionales no iban a ser bien recibidos si se asomaran a las calles. Que los políticos traten de conectarse con la movilización espontánea es una conducta legítima. De hecho el objetivo de las organizaciones políticas es precisamente ser el puente entre la calle y el poder, los que originalmente deberían ser los encargados de tramitar los reclamos del ciudadano con los que manejan las riendas de la nación. Y aunque el escenario natural pueda ser el Capitolio, el ideal es la plaza pública. Le sugerimos: "Mi mayor orgullo es ser egresado de una universidad pública" 6. ...y Petro sigue siendo el rey Y es allí, en la plaza pública, donde Gustavo Petro se mueve como pez en el agua, o si se hablara en términos deportivos, donde juega de local. Desde la semana pasada enviaba mensajes invitando a las “ciudadanías libres” a sumarse a la marcha de los estudiantes, y este miércoles se asomó en la plaza de Bolívar donde fue el político más aclamado, entre otras porque los demás no se acercaron a la tarima instalada para que intervinieran los líderes del movimiento estudiantil. Era lógico que tras una campaña presidencial tan reciente, en la que encarnó la imagen de la “esperanza” frente a lo que llaman el establecimiento, su presencia iba a ser saludada. También porque muchos de las reclamos de los estudiantes de la universidad pública los había enarbolado en el debate electoral, así como en el resto de su trayectoria política.

Pero en su caso, volvió a traducir una manifestación ciudadana como un respaldo a su figura, por lo que fue criticado. Una fotografía en medio de la multitud, mientras se acercaba a la tarima de la plaza de Bolívar fue rechazada por los propios manifestantes, que se opusieron a cualquier intento de hacer política con la marcha. De hecho, los mismos estudiantes, en su gran mayoría, fueron los primeros en atajar cualquier intento de sacar provecho político con la manifestación, y aunque la marcha tenía como claro objetivo elevar una voz de protesta al gobierno y a sus políticas en materia de educación, el presidente Iván Duque también pretendió sintonizarse con ese mensaje en su discurso al cierre de la jornada: “La educación es de todos, no es de izquierdas ni de derechas”.  

7. Las redes sociales sí logran mover a los colombianos Aunque los estudiantes siempre han salido a protestar, sus clamores se escuchan hoy más que antes gracias a Twitter, Facebook, Instagram y YouTube. Durante todo el día, las tendencias de esas redes sociales giraron alrededor de la marcha. Una vez más, se demostró que la idea de que la indignación que se vive en las redes sociales no se traduce en hechos reales, se desvaneció. Miles de jóvenes se agolparon en las calles con el mismo clamor. A eso se suma que gracias a este megáfono la participación que tienen los políticos es más visible, y por eso la intervención de muchos congresistas en las manifestaciones, que también era usual en el pasado, tiene hoy más eco. Por otro lado, se volvió a demostrar que los mensajes originales suelen calar y permiten que los mensajes de causas históricas como la corrupción hace unos meses o como la educación esta semana, lleguen a personas que antes no se movilizaban. En esta oportunidad, Daniel Samper puso de nuevo la agenda con un video en el que él y la actriz Esperanza Gómez compartieron sus reflexiones sobre este problema.

8. La discusión de Ser Pilo Paga no se ha acabado Uno de los primeros pulsos que tuvo el gobierno Iván Duque fue respecto al supuesto fin de Ser Pilo Paga. El presidente salió a desmentir esa interpretación y aclaró que lo que hará es reformular ese programa."La cobertura exige que nosotros podamos incluir más universidades públicas en un programa de gratuidad y decirles a las universidades privadas que también pongan", había dicho en uno de sus talleres comunitarios.   Sin embargo, ese anuncio generó malestar entre las universidades privadas que tendrán que hacer ajustes para acomodarse a la nueva realidad de recibir menos dinero del Estado. La universidad pública, por su parte, resiente mucho que esos cuantiosos recursos que se habían destinado a esas instituciones, habrían podido subsanar gran parte del problema que viven ahora. Se calcula que el Estado le girará a los centros privados 2 billones de pesos más, para que los alumnos que fueron beneficiados puedan finalizar sus carreras. La clase empresarial, que había sido gran defensor de los pilos, también le ha pedido a Duque que este se mantenga. Por eso, en la pelea del presupuesto, el programa será un eje central. La ministra anunciará el nuevo plan el próximo 20 de octubre.   En contexto: La transformación que Duque propone para Ser Pilo Paga 9. El dilema está entre cumplirle al pasado y apostarle al futuro El problema del sector educativo se explica en que si bien existe un alto presupuesto, la mayoría está comprometido en rubros diferentes a las universidades públicas. Cerca del 70 por ciento va para financiar la educación básica y media y solo el 10 por ciento del total tiene como destino la educación superior. Esto significa que en educación, como en otros muchos sectores, el país ha tenido que escoger entre financiar su pasado y de alguna manera aplazar la inversión en el futuro.  En términos generales, el 95 por ciento del presupuesto de educación va para funcionamiento (incluidos los pagos del FOMAG y los compromisos de primas que se negociaron para levantar los paros docentes) y tan solo el 5 por ciento se destina a inversión. El rubro de pensiones supera los 9 billones de pesos.

10. Educación versus defensa, los tiempos cambiaron   Gran parte de la explicación de que el país viva esta discusión con tal intensidad es que llegaron  otros tiempos. Luego de la firma del proceso de paz, muchos temas que no tenían prioridad se convirtieron en el eje de la discusión del país, como sucede en cualquier democracia en la que no existe el conflicto armado. La educación es quizás el sector en el que se vive con más intensidad ese giro. El rector de la Universidad Pedagógica, Leonardo Martínez, por ejemplo, propone quitarle un billón de pesos a defensa y pasárselo a educación, ciencia, tecnología y medioambiente. “Seguir aumentando presupuesto para defensa en un contexto diferente no tiene mucho sentido desde nuestro punto de vista”, dice. Esa misma tesis fue la que sostuvo Gustavo Petro en su intervención en la plaza de Bolívar. El argumento de gastar más en la educación del futuro que en la guerra del pasado inspira y convoca a muchos.