Esta semana, las imágenes de la graduación de algunos excombatientes de las Farc se convirtieron en una buena noticia para el país. Pese a los ataques de algunos actores políticos al proceso de paz firmado con las Farc, 441 hombres y mujeres demostraron que sí se pueden cambiar los fusiles por diplomas. ¿Cómo empezó esta inspiradora historia?
En noviembre de 2016, después de la firma del acuerdo de paz, el Consejo Noruego de Refugiados (NRC por sus siglas en inglés) y la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (Unad) decidieron apoyar la reincorporación de los militantes a la vida civil en los 24 Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR). Para garantizar la educación que nunca tuvieron, diseñaron el proyecto de formación de bachillerato Arando la educación. Antes de arrancar, la NRC realizó un censo para identificar su nivel educativo. “Logramos constatar que de los 6.000 excombatientes que había en este momento en los ETCR, el 80 por ciento no había terminado el bachillerato”, aseguró Christian Visnes, director de NRC. También tuvieron en cuenta el censo que la Universidad Nacional y el Sena realizaron a los 10.015 integrantes de las Farc en 2017. La idea era conocer su nivel de formación y su aspiración laboral para así formular planes educativos acordes con sus necesidades. Relacionado: 421 excombatientes de las Farc se graduaron en todo el país Se identificó que el 90 por ciento sabía leer y escribir, el 57 por ciento cursó básica primaria, el 51 por ciento básica secundaria, el 8 por ciento media vocacional, el 8 por ciento educación superior, y el 11 por ciento era analfabeta. Partiendo de ahí, entre las dos instituciones implementaron un modelo de educación flexible para adultos mayores o jóvenes en extraedad. Hoy, según los reportes del NRC, entre 2018 y 2019, 3.240 personas han ingresado al programa de educación básica y media. De ellos, el 55 por ciento son excombatientes y 45 por ciento son civiles que viven cerca a los ETCR. Este mes, 441 recibieron su diploma como bachilleres, de los cuales 72 son excombatientes y 33 son civiles. Meta, Guaviare, Antioquia, Cauca, Tolima, Nariño, Cesar, La Guajira, Norte de Santander, Putumayo, Caquetá y Arauca son los 12 departamentos de donde proceden los graduados. Mientras, 22 personas más alcanzaron este logro,en Bogotá. Sin embargo, para Visnes, no ha sido fácil lograr que los excombatientes tengan en sus manos diplomas y no armas. Cuenta que, al principio, tuvieron que lidiar con la falta de recursos, la burocracia colombiana y la incredulidad de los excombatientes, quienes llegaron a vivir en campamentos improvisados. “Al comienzo, los docentes que viajaron a las zonas, vivían en carpas improvisadas, no había aulas y no tenían material para dictar las clases”, dice Visnes. Fue el caso de Edwin Alejandro Cortés, un biólogo de 32 años que hizo parte de esos primeros 118 profesores que se unieron al proyecto. Cuenta que le propusieron viajar como tutor al ETCR El Carmen, en el departamento de Caquetá, coincidencialmente el lugar donde nació. Su misión fue dar clases de primaria a los excombatiente de las Farc durante cuatros meses en salones improvisados. “Estudié en la escuela rural Las Marimbas en el Caquetá. Algunos de mis compañeros de la escuela ingresaron a las filas de las Farc cuando yo tenía 12 años. A pesar de las condiciones en las que dimos las clases, ir a alfabetizar a los excombatientes fue muy emocionante para mí, ”, le contó a Semana Educación. Pero, según Visnes, todo mejoró cuando el Ministerio de Educación (MEN) se sumó a la iniciativa. A junio de 2018 el proyectó recibió 9.278.757.251 de pesos, de los cuales 4.625.609.440 fueron aportes del MEN, y 4.653.147.811 de pesos venían de la Embajada de Noruega a través del Consejo Noruego para Refugiados, según el MEN. “Me atrevo a decir que esta fue la única actividad coherente y unificada que se desarrolló en los ETCR. Porque los proyectos productivos que les prometieron nunca arrancaron”, agregó Visnes. Le puede interesar: Relacioanado: Los profesores que le darán clases a las Farc Los tropiezos En la primera etapa del proyecto, la meta era graduar, a diciembre de 2016, a 3.511 excombatientes inscritos, pero solo terminaron 1772 (556 en primaria, 916 en básica y 339 en media). Para la segunda fase del proyecto, que inició en enero y que terminó este 23 de abril, según cifras de la Unad, empezaron con 1.633 matriculados y se graduaron 441. Adriana Guarnizo, gerente del proyecto por parte de la Unad, le dijo a Semana Educación que este nivel de deserción tiene varias explicaciones. “Por un lado, muchos desertaron del proceso de paz porque sintieron que el Estado no les estaba cumpliendo. Muchos de ellos sintieron que no estaban seguros en sus espacios territoriales, porque los estabann matando, y se fueron para sus lugares de origen. Otros se han ido a las disidencias. Ttambién han abandonado el proceso porque en algunas zonas llegó una avalancha institucional que los agobió”. Sin embargo, según Visnes, algunos excombatientes decidieron volver al proyecto cuando vieron que sus compañeros recibieron su diploma de bachillerato y, hoy, siguen recibiendo clases en los ETCR. Por lo tanto, para él es necesario continuar con el proceso. “Pero, para culminar su proceso de formación necesitamos más recursos y el proyecto no está completamente financiado”. Y hay más elementos que plantean preguntas a futuro. “No existe claridad para ellos ni para nosotros, como institución, sobre qué va a suceder con los ETCR y frente al proceso a seguir en la ruta educativa”, explicó Visnes. Sin título universitario En el mismo censo de la Nacional, se conoció que el 60 por ciento quería especializarse en actividades agropecuarias en granjas integrales, 39 por ciento en programas de construcción y mejoramiento de vivienda, 37 por ciento en construcción y mejoramientos de vías y 37 por ciento en mercados campesinos. Estas cifras serían el primer paso para que las universidades públicas llegaran a donde nunca habían podido llegar tras más de 50 años de conflicto armado. Pero, hasta el momento la formación universitaria poco o nada ha llegado a los ETCR. También: ADN de las FARC: datos del censo socioeconómico de la guerrilla Quienes están ingresando a las universidades, como los periodistas del noticiero Nueva Colombia Noticias (NC) presentado, producido y editado por un equipo de excombatientes a través de YouTube, lo hacen por su propia cuenta o con la ayuda de privados y fundaciones. Otros, solo están realizando talleres cortos, como sucede en la Universidad Nacional. Frente a este vacío, el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) ha respondido con cursos técnicos y proyectos productivos. La entidad aseguró que, en 2017, había 6.960 cupos para los excombatientes en formación en tecnologías de la información y comunicaciones, cooperativismo básico, manejo de cultivos, ganadería, granjas integrales, gastronomía, emprendimiento, entre otros. Pero, de estos solo se graduaron 5.696. En 2018, entre enero y abril, tenían un cupo para 2.270 personas, pero solo 517 estaban matriculados. El proceso educativo de los guerrilleros no está exento de los problemas generales que vive la educación superior. Un informe de 2018 del Banco Mundial muestra cómo Colombia es el segundo país con mayor deserción de estudiantes en esta franja de edad, con una cifra que rodea el 42 por ciento. Eso quiere decir que, en general, de 100 estudiantes que comienzan el primer semestre, 42 no se graduan. La apuesta por formar a los exmiembros de las Farc apunta al corazón de lo que plantea el acuerdo de paz, que en últimas no es otra cosa que cambiar las armas, en este caso por cuadernos.