Desde hace un par de semanas, la ministra de Ciencia, Tecnología e Innovación, Mabel Torres, está en el ojo del huracán, ¿la razón? El pasado 11 de enero el diario El Espectador publicó un artículo que cuestionaba a la funcionaria por una afirmación que hizo al Canal Caracol, en la que aseguró que la “bebida líquida funcional con ganoderma y otros extractos de frutas del Pacífico” era efectiva para combatir algunos tipos de cáncer como el de seno, cérvix y cerebro. La ministra afirmó que, durante años, varias de sus investigaciones como bióloga habían girado en torno a este hongo y que, incluso, algunos de los pacientes a quienes se lo había recomendado se curaron, sin embargo, El Espectador evidenció que, lastimosamente, “sobre la relación entre ganoderma y algún tipo de cáncer, la ministra no ha publicado nada”, y que más allá de los beneficios que le atribuye la medicina tradicional a este hongo, no hay estudios científicos que demuestren su eficacia.
Esta semana se conoció una carta firmada por 43 médicos egresados de la Universidad del Rosario en la promoción de 1982, en la que hacen serios cuestionamientos a las aseveraciones que hizo Torres, así como a las explicaciones que ha dado después de que se conociera la falta de sustento científico de lo que plantea sobre el ganoderma. En primer lugar, los médicos recuerdan cuáles son los cinco métodos de investigación válidos en la medicina, señalando que la ministra no adoptó ninguno de ellos. Sobre el argumento de que el uso del ganoderma y sus propiedades curativas son un conocimiento ancestral, los especialistas consideraron que la tradición como fuente de conocimiento tiene serias limitaciones en el campo de la salud, porque la validez de sus postulados no ha sido probada. "A la luz de la ciencia contemporánea, los ‘conocimientos ancestrales‘ deben pasar por el tamiz de la investigación y del método científico", explican. En ese sentido ponen como ejemplo las diversas plantas empleadas por la medicina tradicional china, las cuales ya cuentan con el debido análisis bioquímico que ha permitido identificar e individualizar sus componentes y principios activos, además de la validación de su uso en los pacientes, todo esto "mediante ensayos clínicos bien reglados". Teniendo esto en cuenta, el grupo de profesionales de la salud fue enfático en decir que los resultados que se obtienen de manera individual y aislada, como en el caso de los pacientes con cáncer supuestamente curados por la bebida extraída del hongo Ganoderma, son anecdóticos y no pueden ser comprobados científicamente. "Se asemejan a los llamados ‘milagros‘ que reivindican las religiones. A la luz del conocimiento actual, no existen las ‘curas milagrosas‘: todo nuevo medicamento o medio terapéutico debe ser avalado por un experimento clínico aleatorizado, cegado y estandarizado", sostienen los 43 médicos.
Por consiguiente, le recordaron a la ministra Torres que en el campo de la salud la investigación científica tiene cinco etapas distintas que se deben cumplir "sin exceptuar ninguna": concepción (pregunta de investigación); planificación; implementación; análisis; y comunicación (los resultados y conclusiones del estudio deben ser publicados en una revista científica indexada y arbitrada, para que puedan ser conocidos y reproducidos por la comunidad científica); "no tiene cabida en el campo de la ciencia decir que ‘decidí no publicar como un acto de rebeldía‘", escribieron. Los 43 médicos de diferentes especialidades cierran la carta pidiéndole a la ministra que renuncie por haberse distanciado de los preceptos del método científico y de la bioética: "La doctora Torres debe tener la grandeza de renunciar y permitir que sea relevada en el cargo por otra persona que tenga el perfil y la experiencia necesarios para desempeñarlo con solvencia. El asunto no es de menor cuantía, pues se trata, ni más ni menos, de la persona que va a regir el sector de la ciencia y la tecnología en Colombia", concluye la misiva. A continuación la carta completa: En el mundo contemporáneo, la producción de conocimiento nuevo debe estar necesariamente ligada a la estrategia del método científico; es este un sistema que lleva ya varios siglos de desarrollo y perfeccionamiento y debe considerarse como un logro de la humanidad. Por su parte, la Medicina, en tanto disciplina científica, ha desarrollado sus propios métodos de investigación y génesis de nuevos conocimientos, que son: la epidemiología clínica, desde los años 70 del siglo XX; la medicina basada en la evidencia, desde los años 90; la bioética, desde los 80; y la seguridad del paciente, a partir del año 2000. Todas ellas buscan respaldar con evidencias científicas sólidas la adopción de nuevas terapéuticas o el empleo de nuevos medicamentos, con el propósito de hacerlo en forma sistemática y de manera segura para los pacientes; en otras palabras, buscan protegerlos. Para el caso particular de los medicamentos (a los cuales podría asimilarse la bebida que la ministra promueve), el método de elección para avalar su uso es el de la experimentación clínica, el cual cuenta con principios y etapas bien definidos, que no pueden ser obviados. Excede el objeto y la extensión de este escrito explicarlos detalladamente. Las culturas aceptan determinados conceptos como verdades por efecto de la tradición (frecuentemente de la tradición oral). Ellos se admiten como veraces porque siempre se han considerado como ciertos, sin la necesidad de la validación externa. Hoy por hoy la ciencia cuenta con las herramientas matemáticas, estadísticas y metodológicas que permiten esta validación. La tradición como fuente de conocimiento tiene serias limitaciones en el campo de la salud, no solo porque la validez de sus postulados no ha sido probada, sino porque no se pueden comparar sus propuestas con otras que pueden ser mejores alternativas (ver “Epidemiología clínica”, Ruiz y Morillo, Editorial Médica Panamericana, 2004). En otras palabras, a la luz de la ciencia contemporánea, los “conocimientos ancestrales” deben pasar por el tamiz de la investigación y del método científico. Como ejemplo, diversas plantas empleadas por la medicina tradicional china cuentan ya con el debido análisis bioquímico que ha permitido identificar e individualizar sus componentes y principios activos y con la necesaria validación de su uso en los pacientes, a las dosis adecuadas, mediante ensayos clínicos bien reglados (ver la publicación Chinese Medical Journal en distintas ediciones). Por otra parte, los resultados que se obtienen de manera individual y aislada (como en el caso de los pacientes con cáncer supuestamente curados por la bebida extraída del hongo Ganoderma), esto es, de manera anecdótica, no pueden ser comprobados científicamente y carecen del escrutinio indispensable para poder ser extrapolados al resto de la población. Se asemejan a los llamados “milagros” que reivindican las religiones. A la luz del conocimiento actual, no existen las “curas milagrosas”: todo nuevo medicamento o medio terapéutico debe ser avalado por un experimento clínico aleatorizado, cegado y estandarizado. El conocimiento se puede adquirir por obra de la tradición, la intuición, la experiencia acumulada de una autoridad o experto en la materia, por razonamiento lógico, por ensayo y error; pero el que cuenta con el mayor grado de evidencia, validez y seguridad para ser aplicado en la práctica clínica es el obtenido a partir de la investigación científica. En el campo de la salud, ésta comprende cinco etapas distintas que se deben cumplir sin exceptuar ninguna, a saber: concepción (pregunta de investigación); planificación; implementación; análisis; y comunicación (los resultados y conclusiones del estudio deben ser publicados en una revista científica indexada y arbitrada, para que puedan ser conocidos y reproducidos por la comunidad científica) (ver Ruíz y Morillo, op.cit.); no tiene cabida en el campo de la ciencia decir que “decidí no publicar como un acto de rebeldía”. Para concluir, creemos que una persona que expresa e intencionalmente decide distanciarse de los preceptos del método científico y de la bioética (ver entrevista a la ministra Mabel Torres publicada por El Espectador el 11 de enero de 2020) no puede ser la ministra de Ciencia del país. La doctora Torres debe tener la grandeza de renunciar y permitir que sea relevada en el cargo por otra persona que tenga el perfil y la experiencia necesarios para desempeñarlo con solvencia. El asunto no es de menor cuantía, pues se trata, ni más ni menos, de la persona que va a regir el sector de la ciencia y la tecnología en Colombia. Juan Ricardo Benavides, MD. y 42 firmas más. Médicos de la Universidad del Rosario, promoción de junio/1982.