Las universidades públicas francesas -donde la matrícula anual se eleva a 184 euros (unos 215 dólares)- están en crisis desde hace varios años.El aumento del número de bachilleres provocó un excedente de solicitudes en las carreras más populares (psicología, educación física, derecho y medicina), obligando a algunas a organizar un controvertido sistema de sorteo entre bachilleres.Pese a una alta tasa de abandono en el primer año de carrera de cerca de 60%, todos los intentos para introducir un sistema de selección en el acceso a la universidad habían fracasado hasta ahora, bajo presión de movimientos estudiantes.Le sugerimos: “Perdí la confianza”: directora del Sena"Nunca he tenido miedo de la palabra selección" pero "entre la selección brutal y el sorteo, existen soluciones más flexibles, más humanas y más inteligentes", declaró el primer ministro de Francia, Edouard Philippe, quien presentó un nuevo plan del gobierno de 1.000 millones de euros en cinco años para las universidades.Philippe anunció para 2018 el fin de los sorteos en las carreras con más demanda y la introducción de algunos requisitos, como seguir una formación para adquirir ciertos conocimientos o aptitudes necesarias para cursar con éxito la carrera escogida."En la mayoría de casos, la universidad dirá ‘sí‘ al pedido del bachiller, y en otros casos dirá ‘sí, siempre y cuando‘, es decir si el candidato acepta seguir una formación adaptada", precisó el primer ministro.Pero para las carreras con exceso de solicitudes, las universidades podrán dar prioridad a los estudiantes "cuyo perfil, motivación y planes" sean los más coherentes con la formación deseada, añadió.Puede leer: “Educación de calidad es tener los mejores maestros”Las universidades públicas francesas carecen de fondos suficientes en comparación con las prestigiosas "grandes escuelas", institutos selectos de educaciónsuperior que tienden a atraer a los mejores estudiantes.Solo una universidad francesa aparece en el Ranking Mundial Times Higher Education 2018, algo que espera cambiar el presidente de Francia, Emmanuel Macron, quien prometió una "revolución educativa" cuando llegó al poder en mayo.