En días pasados la Fundación Compartir presentó en sociedad una propuesta para mejorar la calidad de la educación en Colombia. Se trata de un estudio completo y riguroso dirigido por el exministro de Hacienda, Guillermo Perry, el cual contó con el apoyo de las Universidades de Los Andes y el Rosario. (Vea en este video qué es el estudio de la Fundación Compartir) Su tesis central es muy clara: el componente docente es esencial para dar el gran salto en la calidad educativa y por ello hay que intervenir los criterios, instrumentos y mecanismos que hasta el momento han regido en la selección y evaluación de los maestros en Colombia. Para formular su propuesta, la Fundación Compartir revisó cuatro de los casos más exitosos en educación básica en el mundo: Canadá, Corea, Finlandia y Singapur. Todos ellos, sin excepción, se han mantenido en los primeros lugares desde que existen pruebas de evaluación por competencias a nivel mundial. Los investigadores encontraron en todos estos países muy altos niveles de exigencia en la selección de los docentes, criterios claros y variados en la evaluación de estos y diversos programas de formación inicial y permanente para sus maestros. También es de resaltar que tienden a ser sistemas con alto reconocimiento social de los docentes y con políticas salariales que estimulan a los mejores a vincularse y a permanecer en la docencia. La situación colombiana es opuesta a la de los países con mejores resultados en el mundo. Tenemos docentes con muy bajos niveles de formación y preparación previa, mal remunerados y que solo han participado parcialmente en procesos de evaluación, particularmente aquellos que se vincularon después del año 2002, los cuales hasta el momento tan solo representan al 30 por ciento del total de los maestros. En Colombia, la evaluación y la formación de docentes son dos de los más importantes cuellos de botella para mejorar la calidad de la educación. La evaluación ha sido en general bloqueada por el sindicato y la formación ha estado totalmente a la deriva, sin mecanismos ni políticas pertinentes a nivel pedagógico y desvinculada de los procesos de evaluación. Lea la posición de los investigadores del estudio aquí. En consecuencia, los maestros no se forman en aquello que necesita el país, sino en lo que las universidades deseen y ofrezcan. Respecto a la formación, las pruebas SABER PRO evidencian un resultado muy preocupante sobre los egresados de las facultades de educación: obtienen el peor puntaje en lectura crítica, en razonamiento numérico y en escritura. En lo que tiene que ver con la selección, el panorama es similar. Los promedios más bajos en los resultados de las pruebas SABER Once (antes ICFES), los obtienen quienes van hacia las Facultades de Educación; es decir, los futuros docentes.

Dado el desolador panorama, la Fundación Compartir propone diversas estrategias para atraer y retener maestros de excelente calidad. Para lograrlo, recomienda mejorar los salarios de ingreso, becas para los estudiantes con más altos puntajes en las pruebas Saber para acercarlos hacia la docencia y garantizar que la evaluación de los maestros tenga un carácter formativo que permita lograr un mejoramiento continuo de la enseñanza. También recomienda incentivos para que los mejores docentes permanezcan ejerciendo su labor, sistemas tutoriales de acompañamiento a los docentes que por primera vez se vinculan al aula de clase y exigencias de cursos adicionales en universidades acreditadas para aquellos profesionales que quieran asumir la carrera del magisterio. Nadie puede negar que es imposible elevar la calidad de la educación sin mejorar los criterios de selección y evaluación de los docentes. Sin embargo, la propuesta se queda realmente corta en el análisis de otras variables asociadas a la calidad, particularmente en lo que tiene que ver con los factores propiamente pedagógicos como el currículo, la reflexión pedagógica, la selección de competencias básicas, el liderazgo pedagógico del director o el modelo pedagógico adoptado en la institución. Es una excelente propuesta que hay que apoyar e impulsar, pero hay que tener bastante claro que de implementarse su impacto en la calidad será menor al previsto si no se trabaja simultáneamente para garantizar que tengamos una educación más pertinente para las necesidades de la época, los contextos y los jóvenes actuales. No basta tener buenos docentes, si lo que tienen que enseñar es impertinente, descontextualizado o demasiado particular, como desafortunadamente sigue ocurriendo en la mayoría de instituciones educativas del país. Quien lee con detenimiento la propuesta de la Fundación Compartir tiene que observar un claro sesgo economicista en su orientación. Y aunque lo económico es importante, faltan ideas pedagógicas para consolidar la transformación de la educación en Colombia. Es por ello que variables claves como el clima institucional tienden a desaparecer, a pesar de que los más importantes estudios en América Latina concluyen que para mejorar la calidad esa sola variable influye más que todas las demás ya que si los docentes se sienten a gusto, trabajan en equipo, colaboran y generan confianza a los estudiantes, sencillamente, estos aprehenden mucho más. Para mejorar la calidad de la educación en Colombia necesitamos mejorar la selección y la evaluación de los docentes. Pero ello por sí solo no basta. También necesitamos garantizar unos currículos más pertinentes en la formación de los futuros docentes, necesitamos que las normales y las facultades de educación se repiensen y garanticen el verdadero desarrollo de competencias docentes, algo que todavía no estamos logrando. Necesitamos que todos trabajemos en la misma dirección. Necesitamos privilegiar, por encima de todo, el trabajo en competencias transversales, las cuales deberían convertirse en el fin más importante de la educación básica. La transformación educativa no da espera y tendremos que impulsarla entre todos. Los maestros son invitados en primera línea, pero también necesitaremos a los pedagogos, a los investigadores, a los empresarios, a las facultades de educación, a los padres de familia, a los estudiantes y a los medios de comunicación. Mejorar la calidad de la educación no puede depender exclusivamente de la clase política, ya que para ella es más rentable invertir en pavimento que en calidad de la educación. Días después de que Semana Educación publicara esta columna, los investigadores de la Fundación Compartir respondieron a las críticas que les hacía De Zubiría. Para propiciar y estimular los espacios de debate sobre temas educativos, Semana Educación publica la respuesta que dieron los investigadores responsables del estudio tras leer la columna.