Con canciones, bailes, historias y sobre todo enseñanzas, unos personajes tan curiosos como coloridos se instalaron hace 46 años en millones de casas para atrapar a los más pequeños. Plaza Sésamo es, sin lugar a discusión, el referente por excelencia de los programas infantiles. En casi medio siglo, generaciones enteras repitieron y memorizaron muchas lecciones en compañía de Elmo, Beto, Enrique, Pancho, Lola, Abelardo, el Conde Contar y el Monstruo Comegalletas. No solo sus personajes están incrustados en el corazón de quienes crecieron viéndolos, sino que además la amplia familia de Plaza Sésamo contribuyó a afianzar los aprendizajes del preescolar y los primeros años de colegio. En pocas palabras, la serie ayudó en la educación de los niños que la vieron regularmente. Un estudio realizado por dos investigadores de la Universidad de Wellesley y la Universidad de Maryland demostró que beneficia el desempeño académico. Esta investigación concluyó que Plaza Sésamo, estrenado en Estados Unidos durante 1969 y para Latinoamérica en 1972, afianza la educación temprana. Por eso su impacto, que se mantiene a largo plazo, es similar a los programas de preparación para preescolar, como jardines infantiles. Sin embargo, los autores insistieron en que la serie no puede en ningún momento reemplazar la educación tradicional. Es un proceso conjunto. “Lo que debemos destacar de los resultados es que esta es una muy buena manera de aumentar el uso de otros métodos para la educación temprana. Métodos que potencien el efecto de aprendizaje a muy bajo costo. No estamos diciendo que la televisión educativa o Plaza Sésamo serán suficientes”, sostuvo Philip Levine, economista y uno de los investigadores, para el portal Huffington Post. En este sentido, su colega Melissa Kearney insistió en que la serie es una herramienta para ayudar a los estudiantes. “Debe entenderse como un complemento. Hay muchos niños que no cuentan con una educación preescolar de alta calidad y se les puede ayudar con Plaza Sésamo”, le dijo a la cadena NBC. Levine y Kerney compararon el desempeño escolar de niños que tuvieron acceso al programa, cuando fue estrenado en 1969, frente al de aquellos que no contaban con cobertura. El resultado: quienes lo veían presentaron mejor rendimiento y estaban en los grados correspondientes a su edad. Es decir, no había rezago. Una ventaja que se replicaría a lo largo de su educación. Entonces, los investigadores concluyeron que el hecho de mirar Plaza Sésamo implica un salto inicial en la educación temprana. “En este sentido Plaza Sésamo cumplió con su objetivo de preparar a los niños para ingresar a la escuela, especialmente para los afroestadounidenses y escolares vulnerables”, explicó el estudio. Para el periodo analizado los niños más beneficiados fueron los pertenecientes a minorías y quienes vivían en zonas de escasos recursos. Los autores también resaltaron que estos resultados combaten el estereotipo de que la televisión es mala para los niños. La lección es, justamente, que si el contenido está bien diseñado, es de calidad, y apunta al aprendizaje el televisor junto con los demás dispositivos pueden convertirse en agentes de enseñanza. De hecho, la investigación apuntó que Plaza Sésamo fue el primero de los Cursos en Línea Masivos y Abiertos (MOOCs por sus siglas en inglés). “Aunque los MOOCs tienen implicaciones diferentes, Plaza Sésamo satisface la característica principal de la transmisión electrónica de material educativo. La serie y estos cursos ofrecen educación con un costo mucho menor que la escuela tradicional”, señaló el estudio. Así, la serie de personajes adorables que tantas tardes acompañaron con canciones y aventuras reafirma su vigencia y los beneficios educativos detrás del entretenimiento. Para más noticias sobre educación, tendencias e investigaciones visite nuestra sección.