Frente a una librería un grupo de jóvenes, con baldes en las manos, le pedían ayuda a los peatones. Gritaban, en una calle de Londres, que los gays y las lesbianas apoyaban a los mineros, e invitaban con los baldes, a unirse a la colecta. Los transeúntes pasaban a veces con indiferencia, pero muchas otras, los miraban con desprecio, escupían el piso, les gritaban, y seguían su camino de odio y exclusión. En Gales, mientras tanto, a algunos cientos de kilómetros de Londres, los mineros habían dejado de trabajar. Esperaban, con la huelga, que las empresas de carbón les mejoraran las condiciones laborales; pero los buses cargados de obreros que llegaban de las ciudades disminuían la presión del paro, y el apoyo de Margaret Thatcher a los propietarios, estrangulaba sus posibilidades. En medio de las difíciles condiciones, la llamada de una iniciativa de gays y lesbianas en apoyo de los mineros (LGSM), los sorprendió. Se trataba de un pequeño grupo de homosexuales que se había unido para reunir dinero en respaldo de los que como ellos, estaban siendo oprimidos. El repentino apoyo de los gays, desequilibró a algunos miembros de la comunidad que todavía, en los años ochenta, permanecían ajenos a las transformaciones sociales que ocurrían desde hacía unas décadas. Poco habían oído hablar sobre la liberación sexual; sobre el uso de anticonceptivos; y sobre el aumento de libertades de los homosexuales. Illinois había sido el primer Estado en legalizar la sodomía en Estados Unidos en 1961 y en Gran Bretaña, según Eric Hobsbawn, la mayor parte de las prácticas homosexuales habían sido permitidas por la ley durante los sesenta. La liberación sexual de las mujeres y de los homosexuales, que había sido fuertemente reprimida, estaba empezando a llegar, no sin esfuerzo, no sin disgustos, y no sin oposición, a los diferentes rincones del Reino Unido. Los atuendos, algo extravagantes, al menos para los lugareños; los curiosos cortes de pelo, y sobre todo, las costumbres de los homosexuales escandalizaban a los hombres y mujeres del pueblo, que se habían peinado, vestido, y comportado, igual, al menos en parte, que sus padres y abuelos. Sin embargo, llegaba ese dinero y ese apoyo incondicional, de los que pensaban que estaban en la misma lucha contra la opresión. Ese es, en síntesis, el argumento de Pride: orgullo y esperanza, la película de Matthew Warchus (Mire el trailer oficial en el siguiente link). La historia cuenta cómo mineros y homosexuales tuvieron que aprender a convivir para que sus reivindicaciones no quedaran dispersas y débiles en medio de la opresión de los poderos.