En 2009, Richmond, una ciudad del estado de California, llevaba una vergonzosa tasa inusualmente alta de homicidios, la mayoría de ellos causados por armas de fuego. Para colmo, tres años atrás la situación había llegado a tal extremo que los gobernantes llegaron a considerar pedir auxilio a la Guardia nacional de Estados Unidos para apaciguar el panorama incontrolable.En ese contexto, las autoridades descubrieron que los altos índices de asesinatos no estaban ligados a una ola de violencia generalizada en la ciudad. Al contrario: el 70 % de los crímenes eran directamente atribuibles a solo 28 delincuentes, en una ciudad de no más de 100.000 habitantes. Esta revelación significó el punto de inflexión que impulsó a la ciudad a poner en marcha un proyecto llamado ONS, por sus siglas en inglés Office of Neighborhood Safety (Oficina de Seguridad de la Comunidad).La iniciativa contó con el apoyo de varios exconvictos de la ciudad que se inscribieron voluntariamente para servir como embajadores del proyecto y como mentores de los jóvenes delincuentes identificados como “fellows”: “Eran hombres jóvenes que estaban aislados, no hacían nada y por eso mantenían enfurecidos. Cualquier contacto que tenían con la Administración se limitaba para presentar cuentas a la ley”, explicó a un medio local Devone Boggan, director de la ONS.Siendo así, en vez de trasladar el problema de la violencia armada de la ciudad a los cuerpos policiales que estaban saturados, las autoridades enviaron a los voluntarios del proyecto ONS a trabajar con los jóvenes pandilleros. Los “agentes de cambio”, nombre que les fue otorgado por el proyecto, son hombres con antecedentes policiales también que conocen de primera mano las problemáticas de estas comunidades.Los “fellows” que aceptan formar parte del proyecto deben completar un programa de 18 meses que implica reunirse regularmente con los agentes de cambio para evaluar sus progresos. A los seis meses de comenzar el programa, se puede recibir una beca de 1.000 dólares mensuales, además de otros bonos, como también 100 dólares para sacar una licencia de conducción. Los participantes de este proyecto reciben también la oportunidad de viajar a otros Estados para compartir su experiencia y además, el programa identifica oportunidades de internship, en donde los estudiantes pueden aprovechar de experiencias laborales de prácticas en empresas.El impacto que ha tenido este proyecto ha sido positivo, pues los homicidios con arma de fuego en Richmond han descendido en un 76 % desde que se implementó el programa en 2009. “El costo de este programa no es nada a comparación del precio de la violencia armada”, asegura Devon Boggan, coordinador de la ONS.PARA EL DEBATE¿Cree viable que en Colombia se implemente un proyecto con las mismas características para disminuir la violencia? Deje su comentario en nuestro Twitter @SemanaEd y @Apalpati