En Colombia es el científico más importante que ha tenido el país; en el mundo, el doctor Rodolfo Llinás, quien revolucionó la neurociencia moderna. Es médico cirujano, graduado de la Pontificia Universidad Javeriana y neurofisiólogo de la Universidad Nacional de Australia, pero podría ser otra cosa: un rebelde, un idealista, un niño.Tiene 83 años y dice estar buscando la forma de evitar la vejez estudiando el sistema de los calamares, que por cierto son muy útiles para la neurociencia porque sus fibras nerviosas son tan grandes que pueden observarse casi a simple vista. Este año se jubiló como director del Departamento de Neurofisiología en la Universidad de Nueva York, en donde recibió el título de university profesor que le permitía dictar cualquier cátedra.Le puede interesar: “Si no hay ciencia, el país queda en manos ajenas”Es polifacético, una característica que lo diferencia de los demás científicos. Cree que es porque tiene una apertura del conocimiento muy criollo. “Esa vaina de jalarle a todo es muy colombiano. Un inglés nunca lo haría”, dijo en una entrevista reciente. Es que Llinás no para. Después de entregar a la ciencia sus grandes aportes sobre cómo se comunican las neuronas y sobre su “personalidad”, se salió de su laboratorio y de la investigación básica para plantear teorías que siempre han abordado los filósofos: qué es la consciencia, qué es el yo. Y brilla, a pesar de sus detractores, pues esa búsqueda ha terminado en cientos de reconocimientos y en la publicación del libro El cerebro y el yo. Cada vez que viene a Colombia –últimamente lo está haciendo con más frecuencia– le preguntan sobre qué debería pasar para que mejore nuestra educación, y Llinás, con un poco de frustración, asegura: “Lo dije hace muchos años y no me hicieron caso”. Pasó en 1993, cuando le pidió al expresidente César Gaviria que crearan la Comisión de Sabios, un colectivo de cerebros que presentó un plan de lo que debería reformarse en el sistema educativo colombiano. Ese plan nunca se aplicó.Ocurrió cuando, por su cuenta, armó un programa educativo con el fin de que las escuelas tuvieran las herramientas para hacer de la educación un proceso divertido y de aprendizaje en contexto, pero fue una quimera. Sin embargo, el lugar donde recibieron sus aportes sin mayor reparo fue Maloka. Para Pablo Correa, periodista de El Espectador y autor de la biografía Rodolfo Llinás: la pregunta difícil, “Maloka concretó parte de sus ideas y de sus planteamientos educativos porque es un sitio en el que la educación se da de manera divertida, en contexto, provocadora y mostrando las cosas”.Le recomendamos: “El problema es que no nos enseñan a hacer preguntas, nos enseñan a dar respuestas a preguntas tontas”A pesar de los rechazos del sistema, Llinás cree que están pasando cosas interesantes en Colombia, por eso regresa. Esta vez estará en la Cumbre Líderes por la Educación, celebrando los cinco años del evento más importante del sector. Respecto a su ponencia, dice que no será caritativo a la hora de criticar el modelo educativo colombiano, ya que, como él mismo dice, la educación como está no le sirve a nadie. “Es mucho el tiempo que las personas invierten y el producto es malísimo, no es digerible. La gente recuerda el 18% de lo que estudió porque no tiene contexto”, le dijo a Semana Educación.Le sugerimos: 10 habilidades que debe promover la educación en el siglo XXI, según la OCDEEste será uno de los temas a tratar en la Cumbre Líderes por la Educación 2018, el evento más esperado del sector. Se llevará a cabo en Bogotá el próximo 19 y 20 de septiembre.El artículo hace parte de la edición 36 de la revista Semana Educación. Si quiere informarse sobre lo que pasa en educación en el país y en el exterior, suscríbase ya llamando a los teléfonos (1) 607 3010 en Bogotá o en la línea gratuita ?018000-911100.Para estar enterado sobre las noticias de educación en Colombia y el mundo, síganos en Facebook y en Twitter.Encuentre más información sobre la cumbre aquí.