El Foro Económico Mundial indicaba, en 2016, que el 65 por ciento de los estudiantes en etapa escolar trabajaría en ocupaciones que no existían. Y el año pasado nos reportaba que, para 2030, los 10 trabajos del futuro tendrán en común la apropiación de tecnología en algoritmos, la automatización, la Inteligencia Artificial y el análisis de datos para la predicción, entre otros.
LinkedIn informó que en 2020 las habilidades duras fueron blockchain, computación en la nube, razonamiento analítico, inteligencia artificial y diseño de experiencia del cliente. Las blandas: creatividad, persuasión, colaboración, adaptabilidad e inteligencia emocional.
Colombia tiene una gran debilidad en competencias de lenguaje, no satisface las necesidades de las empresas, ocupando el último puesto del ranking mundial de talento del IMD (2021), que compara 64 países. Adicionalmente, existe un rezago en el bilingüismo: puesto 82, entre 112 países a nivel global, y el puesto 17 entre 20 países de América Latina, en el índice de competencias en inglés de Education First (2021). Además, según el Dane, solo el 21 por ciento de las sedes educativas en la zona rural tiene acceso a Internet.
La esencia de la transformación digital es cambiar la mentalidad, para facilitar la apropiación tecnológica e incorporar estrategias de cambio cultural en estudiantes, profesores y entornos familiares, con el objetivo de desarrollar una mentalidad acorde con este nuevo paradigma educativo orientado a la creatividad, la innovación y el relacionamiento.
Acciones concretas serían, por ejemplo, una política sistemática de bilingüismo y que el Sena forme técnicos en programación, en manufactura 4.0, científicos de datos y talento bilingüe, en alianza con el sector privado. Un propósito de Estado debería ser que los colegios públicos formen en ciencia computacional a los niños y niñas entre los 5 y 12 años.
El mundo cambió por la pandemia y la transformación digital es un imperativo, un cambioen cómo educar a niños, niñas y jóvenes, formar ciudadanos líderes. Estamos en una era que busca consolidar la sociedad del conocimiento, que exige humanizar la cuarta revolución industrial (4RI), acabar con la inequidad y aportar en la sostenibilidad.
Por esto mismo, es fundamental el acceso a internet y dotar las escuelas de dispositivos y plataformas tecnológicas, actualizar el currículo y las metodologías para incorporar prácticas educativas innovadoras y con nuevos criterios de evaluación.
También es importante avanzar en la regulación y desregulación que agilice el ecosistema; reformar el sistema nacional de cualificaciones para que sea una herramienta competitiva del siglo XXI; profundizar el sistema dual de formación y contemplar un sandbox regulatorio en el Ministerio de Educación que impulse la innovación en la formación y facilite el desarrollo EdTech.
En la Andi entendemos la importancia de transformar el sector educativo para atender las necesidades de las empresas y regiones, para hacer más país, generando talento competitivo que impulse el crecimiento económico, el empleo y el cierre de brechas sociales.
La Cámara de Industria Digital y Servicios de la Andi presentó el documento ‘Colombia País Digital’, Vol 3, con cinco ejes para consolidar la transformación digital, entre ellos, habilidades digitales de ciudadanos y fuerza de trabajo, participación de las mujeres en el desarrollo digital y un marco normativo e institucional. Así seremos un país de oportunidades, una Colombia digital más incluyente.