En los salones de clase es común que haya un alumno incomprendido -o varios- por el profesor. Se suele decir que el que se distrae tiene un problema de déficit de atención o es hiperactivo y se deja a un lado otras posibilidades: por ejemplo, que la materia no le motiva, ya sea porque el método del profesor es tedioso o porque lo que le enseñan no es de su interés.Uno de los problemas es que en las escuelas no se tiene en cuenta que hay diversos talentos, capacidades y gustos y, por el contrario, se pretende homogeneizar a los alumnos. Para Howard Gardner, profesor de Harvard, hay siete tipos de inteligencia, pero en los colegios solo se valora a las personas que son llamadas inteligentes y a los que no, se los subestima y no se los comprende. Según el pedagogo los tipos de inteligencia son: lingüística, lógico-matemática, musical, espacial, cinético-corporal, interpersonal e intrapersonal. Gardner asegura que las personas pueden tener varias, pero se destacan en una, y todas deben ser valoradas por igual, no como una mejor que la otra.Las diferentes inteligencias pueden reconocerse en: quien tiene habilidades al expresarse de forma oral y escrita (lingüística), el experto en composición musical (musical), quien tiene la capacidad para recrear imagenes, visuales y en dibujo, recordar lugares, calles, personas (espacial) quien, a través del baile, el esfuerzo físico, las manualidades, vuelve su cuerpo un instrumento para su profesión (cinético-corporal), el que tiene la capacidad de resolver problemas abstractos (lógico-matemática), la capacidad de conocerse y trabajar en sí mismo (intrapersonal) y quien tiene las habilidades para trabajar y ayudar a los demás (interpersonal)En una entrevista para el diario español La Vanguardia, Gardner expone que varios colegios han ido adoptando sus planteamientos respecto a los diversos tipos de inteligencia que hay, porque han comprobado que “las categorías de tonto o listo no cubren la diversidad del talento humano. Y, por tanto, que los tests de inteligencia no miden realmente nuestras capacidades”. Asimismo, el profesor cuestiona lo que él define como “ética de la inteligencia”. Para él un profesional no puede ser excelente si solo piensa en sí mismo, en su ambición. “No te comprometes con objetivos que van más allá de tus propias necesidades y que pueden servir las de todos.Para lograr eso se requiere de ética”, explica.Las opiniones de Gardner no difieren de las de Ken Robinson, educador, escritor y conferencista, que considera que el modelo educativo actual está basado en la producción y en la exaltación del intelecto por encima de otras facultades. Robinson plantea que el sistema actual no incentiva a los estudiantes, no fomenta sus talentos y los profesores no tienen en cuenta que hay muchos distractores que antes no los había, como las tabletas, los celulares, los computadores, lo que hace más difícil captar la atención de los estudiantes en un salón de clase.El educador asegura que se cae en el error de medicar a los niños (con drogas como Ritalina) creyendo que es la solución para que dejen de ser hiperactivos, se concentren en sus estudios y mejoren su comportamiento. Pero en realidad termina siendo contraproducente porque es una forma de anestesiarlos y, al final, no pueden desarrollar todo su potencial. Robinson considera que un aspecto clave es fomentar la creatividad de cada individuo. Y esto solo es posible si el estudiante descubre sus habilidades y lo que le apasiona. “La creatividad se aprende igual que se aprende a leer” dice. No se debe encasillar a los estudiantes, se debe apreciar y estimular el talento de cada uno. Para ello hay que acompañar al estudiante a que descubra su pasión y así podrá explorar y explotar mucho mejor toda su creatividad.Para estar enterado sobre las noticias de educación en Colombia y el mundo, síganos en Facebook y en Twitter.