Tener acceso a una educación de calidad es, según la ONU, la base para mejorar la calidad de vida y alejar a las personas de contextos que perpetúan las problemáticas sociales. En Colombia, aunque la tasa de cobertura en 2023 fue de 55,3 por ciento y se registró un incremento versus el periodo anterior, los resultados de las pruebas Pisa señalan que entre los 81 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) ocupamos el puesto 58, un indicador poco favorable que denota la baja calidad educativa.
Para revertir esta realidad son varias las tareas por hacer, sin embargo, en el modelo desarrollado por Alianza Educativa, una organización sin ánimo de lucro conformada hace 24 años por la Universidad de los Andes, y los colegios Los Nogales, San Carlos y el Gimnasio La Montaña de Bogotá, parece haber un sentido de posibilidad.
Diana Basto, directora general de Alianza Educativa, explicó que efectivamente la calidad es uno de los grandes retos actuales, y que el tema va más allá de los resultados en las Pruebas Saber 11. “La educación debe generar oportunidades para todos, y para lograrlo, Alianza Educativa busca transformar vidas a través de un modelo que apuesta por la calidad educativa. Esto implica creer en las altas expectativas para que los estudiantes desarrollen al máximo su potencial, aprendan lo que necesitan para la vida y construyan un proyecto de vida exitoso”, detalló.
Justamente con ese propósito hoy lidera esta red de 11 colegios públicos en las localidades de Bosa, Kennedy, Usme, Ciudad Bolívar y Santa Fe, en Bogotá, además del colegio de la Fundación Julio Mario Santo Domingo de la isla de Barú, en Cartagena. En total, la organización beneficia a 12.331 estudiantes, 7.000 familias y ha graduado cerca de 9.900 bachilleres. Uno de los secretos de su impacto ha sido lograr que las familias se involucren en el proceso educativo.
“En nuestros colegios se matriculan estudiantes y familias que creen en un modelo basado en una cultura de altas expectativas, un modelo pedagógico y un currículo que fomentan el pensamiento crítico y riguroso, el desarrollo de competencias socioemocionales, y el compromiso irrestricto con la garantía de los derechos de niños, niñas y adolescentes. Esto, por supuesto, implica comprender el papel fundamental de nuestros docentes, quienes también deben estar preparados para abordar los retos de hoy”.
Para la directiva también es importante no pasar por alto los contextos socioeconómicos y realidades que viven los estudiantes, quienes muchas veces están expuestos a riesgos como la delincuencia, el embarazo adolescente, el consumo de sustancias psicoactivas y el abuso, entre otros. “Por eso, creemos en una educación socioemocional y en la promoción del bienestar físico y mental como herramientas fundamentales para acompañar a los niños y jóvenes, y proyectarlos hacia un futuro con más posibilidades”, señaló.
El propósito, insistió, es seguir inspirando a otros colegios con su modelo y continuar trabajando para poner al estudiante en el centro del aprendizaje.
*Contenido elaborado con apoyo de Alianza Educativa