Laura Barrera entra al aula de informática con las manos en los bolsillos, tiene solo 10 años. Natalia Guerrero, Duván Linares y Geraldine Zuluaga, estudiantes de grado once, se sientan junto a ella y le explican cómo funciona el dispositivo en el que han trabajado desde hace casi dos años. Laura es tímida, no dice nada cuando le ponen en la cabeza una especie de cintillo que tiene adherido una máquina en la que sobresalen cables de distintos colores. Las manos de Laura siguen en los bolsillos. Para leer: ¿Por qué la educación y la tecnología son aliados inseparables? Laura tiene artrogriposis en los miembros superiores, un síndrome que se distingue por la rigidez de las articulaciones. Esto ha dificultado que aprenda a escribir, además de llevarla a mantener las manos ocultas. En Colombia, según cifras del Ministerio de Educación, en 2017 había 194.119 estudiantes con algún tipo de discapacidad, cerca del 1,8 por ciento del total. Los problemas de la educación de esta población han sido invisibles y pocos actores han apostado por remover las barreras que han impedido su inclusión. Laura mueve la cabeza de un lado a otro y comprueba que el cursor en la pantalla del computador también se mueve. Si detiene el cursor –o la cabeza– sobre un ícono por más de dos segundos es como si diera un clic. Natalia, Duván y Geraldine, los estudiantes que han estado detrás de este sensor giroscópico, le preguntan a Laura cómo se siente. Carolina Bernal es la profesora detrás del programa Incluteceoh, que consiste en el desarrollo de proyectos de tecnología e inclusión por alumnos de grado décimo y once del Colegio Enrique Olaya Herrera en Bogotá. Este tiene en cuenta específicamente a los 43 alumnos de primaria con discapacidad en el colegio. Así como con el sensor giroscópico, un grupo de estudiantes trabaja en la programación de un automatizador del ambiente de una casa, que es controlado desde una aplicación móvil y está pensado para personas con baja movilidad. Brayan Barajas, quien hace parte de esta iniciativa, piensa estudiar Ingeniería Electrónica. Le recomendamos: “Necesitamos maestros para darle sentido a los contenidos digitales” Otras propuestas incluyen la programación de un hámster robot que ayuda a niños invidentes a movilizarse dentro del colegio mediante la emisión de un sonido. La programación con un dron pequeño es otra iniciativa que va a ayudar a que los niños con discapacidades puedan pintar. “Los proyectos son iniciativa de los estudiantes y eso hay que resaltarlo. Siempre les cuento el caso de un niño que conocí apenas empecé a trabajar como profesora y quien no sabía que sufría de hipoacusia degenerativa; le ayudamos a aprender la lengua de señas. Cuando mis alumnos conocen a los niños que van a apadrinar con su proyecto se dan cuenta de que su propia vida no es tan difícil. Por eso uno de mis sueños es llevar a cabo cada una de las ideas que traen los estudiantes”, dice Bernal. Innovapp Ella acompaña los proyectos de los estudiantes desde su experiencia. Bernal es candidata a doctora en Educación Inclusiva, magíster en Tecnologías de la Información Aplicadas a la Educación y licenciada en Diseño Tecnológico. En cada uno de sus trabajos de grado desarrolló programas relacionados con tecnología e inclusión. “El interés por la inclusión surgió desde el pregrado, cuando con un grupo de compañeros desarrollamos un software que reconocía la voz y la traducía a la lengua de señas colombiano. Todos esos conocimientos se han acumulado y por eso ahora existe Innovapp”. Bernal también es docente de la Universidad Santo Tomás. Allí desarrolla el recurso de Innovapp, un aula virtual en la que, por medio de un semillero de investigación y diplomado, personas con discapacidad auditiva aprenden el español leído y escrito. Para las personas sordas aprender esto es equivalente a un segundo idioma. El aula aprovecha la plataforma HP Reveal, que representa la lengua de señas en tercera dimensión; es decir, los estudiantes ven en la pantalla del computador una letra y si acercan su celular aparece la seña de la letra respectiva. El diplomado tiene las condiciones de impactar socialmente a las personas con discapacidad auditiva de cualquier lugar de Colombia, que por diferentes razones no han aprendido a escribir y leer en español. Le sugerimos: Más que tecnología, la educación necesita líderes de cambio La profesora Bernal ha recibido diferentes reconocimientos por su trabajo. El último de ellos fue ser becaria del programa ICT Training for Colombian Teachers, que incluyó un viaje de tres semanas a Corea del Sur. El pasado 24 de octubre llegó una comisión desde el país asiático y esta docente les mostró cuál ha sido el impacto de los conocimientos adquiridos y las herramientas que el gobierno de Corea donó, como el hámster robot y el dron, que son fundamentales en los proyectos de los estudiantes. El artículo hace parte de la edición 38 de la revista Semana Educación y fue actualizado para publicarse en este portal. Si quiere informarse sobre lo que pasa en educación en el país y en el exterior, suscríbase ya llamando a los teléfonos (1) 607 3010 en Bogotá o en la línea gratuita 018000-911100.