La Universidad Santiago de Cali y la farmacéutica Genfar firmaron un convenio de cooperación interinstitucional enfocado en la capacitación en el comercio legal de medicamentos. El convenio se centra en la formación académica de los estudiantes de Regencia de Farmacia y Química Farmacéutica, así como la capacitación del personal farmacéutico de grandes cadenas distribuidoras.
Se trata del Diplomado en Comercio Fraudulento Farmacéutico, que comenzará su nuevo ciclo el próximo 20 de agosto. Este diplomado contará con la participación de expertos de ambas instituciones, con el objetivo de mejorar las competencias del personal farmacéutico y los regentes de farmacia, así como la lucha contra el mercado fraudulento de medicamentos. El programa durará tres meses y medio aproximadamente.
“Este año, dicha universidad ha sido elegida para establecer este importante acuerdo, debido a su reconocida contribución en investigación y por ser una de las instituciones más destacadas del suroccidente colombiano”, asegura Agustín Vincent, gerente general de Genfar.
Por su parte, Carlos Andrés Pérez Galindo, rector de la Universidad Santiago de Cali, asegura que “con esta nueva alianza será un magnífico aporte al fortalecimiento de la educación superior y redundará en resultados muy positivos y de mutuo beneficio”.
Precisamente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó recientemente una alerta sobre la importancia de evitar la compra y consumo de medicamentos falsificados, dado que ponen en peligro la salud de los pacientes. Según el organismo, estos productos pueden contener cantidades nulas o incorrectas de ingredientes activos, lo que representa un grave riesgo para la salud pública.
“La adquisición de medicamentos únicamente a través de farmacias autorizadas y bajo la supervisión de profesionales de la salud es crucial para garantizar la seguridad y eficacia del tratamiento”, señaló Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.
La OMS también señala que cuando los medicamentos no funcionan como deberían, no solo no tratan o previenen las enfermedades, sino que a su vez provocan una pérdida de confianza en los medicamentos y en los proveedores de atención médica. Esta ecuación genera un impacto socioeconómico negativo, contribuyendo a la pérdida de productividad y añadiendo gastos al sistemas de salud.
Según datos del Instituto Internacional de Investigación contra la Falsificación de Medicamentos (IRACM), Colombia está entre los diez países que más producen y comercializan medicamentos falsificados.