Los movimientos estudiantiles han sido ejemplo de liderazgo y resistencia en el país. Lo fueron a final de la década de los ochenta cuando el movimiento de la séptima papeleta llevó a miles de jóvenes a rechazar el poder destructor del narcotráfico en la democracia y produjo el cambio a la Constitución de 1991. Volvieron a ser protagonistas en las masivas movilizaciones del año 2011 que impideron la reforma del gobierno Santos a la Ley 30. Y ahora, se han convertido en el factor decisivo para el aumento que ha tenido el presupuesto de educación, que en esta oportunidad es el más alto de la historia, pero que aún resulta insuficiente para las necesidades de las universidades públicas del país.   Puede leer: Gobierno y estudiantes: ¿más cerca de una solución o solo paños de agua tibia? “Yo entiendo la angustia de muchos jóvenes. Y entiendo sus reclamos", le dijo Duque a ese movimiento estudiantil que le mide el pulso a su gobierno en las calles. “Hemos hecho una tarea para que el presupuesto de inversión en educación sea cada vez más abultado. Pero faltan recursos”, reconoció. Por cuenta de esa presión, el presidente ha hecho anuncios. Uno de ellos es la reasignación de 500.000 millones de pesos para la educación superior pública y un billón adicional, proveniente del sistema de regalías. Sin embargo, las cifras que demanda el movimiento son mucho mayores: 18 billones para el deficit acumulado y más de 3 billones para el funcionamiento inmediato.  Le recomendamos: Las caras del movimiento estudiantil que le medirá una vez más el pulso al Gobierno A pesar de los hechos vandálicos que se presentaron durante las protestas estudiantiles contra Transmilenio, las instalaciones de RCN Radio y las autoridades policiales, el comportamiento de los universitarios ha sido aplaudido por las manifestaciones pacíficas y los gestos de respeto, servicio y cordialidad que han realizado durante ellas. Estas son algunas de las acciones con la que los estudiantes han dado ejemplo: Sin bloquear las calles Horas antes de la segunda movilización el pasado 17 de octubre, decenas de estudiantes de la Universidad Nacional, se tomaron la calle 26 de la capital colombiana. Con velas en las manos se detuvieron sobre los separadores de los carriles de la avenida para enviar su mensaje bandera: la urgencia de mejorar las condiciones, sobretodo financieras, de la educación pública. Sin bloquear la vía ni crear trancón, el singular hecho fue aplaudido por quienes pasaban por allí en sus carros y por muchos más.

“No somos vándalos, somos estudiantes” El 10 de octubre dejó impactantes imágenes. Los universitarios se tomaron las calles del país para dejar un mensaje contundente. Aunque la primera manifestación transcurría pacíficamente, las instalaciones de RCN Radio y hasta el servicio de transporte público de Bogotá fue atacado por manifestantes durante la marcha.

Algunos buses y estaciones de Transmilenio terminaron rayados con mensajes como "transporte público para los estudiantes”. La administración rechazó los actos que han sido calificados como vandalismo.

Sin embargo, minutos después se conocieron las imágenes de otros manifestantes que decidieron armarse con agua y jabón para limpiar las estaciones que había sido vandalizadas. Con la arenga "Somos estudiantes, hijos de este pueblo" los estudiantes aseguraron que los vándalos eran una minoría y que su objetivo con la jornada pacífica era recibir una respuesta del gobierno sobre el aumento del presupuesto para la educación pública.

Flores y saludos para el ESMAD Aunque uniformados del Escuadrón Móvil Antidisturbios fueron atacados con pintura durante las protestas, la movilización también dejó imágenes memorables sobre la cordialidad y el respeto entre los estudiantes y los policías. En video quedaron registrados los saludos pacíficos hacia la autoridad con la que estudiantes en el Cauca finalizaron las protestas. Incluso, en Popayán les llevaron flores. 

Escuche: ¿Para dónde van las marchas estudiantiles? Enfrentando a los encapuchados En la marcha del 17 de octubre hicieron presencia varios manifestantes encapuchados que atacaron nuevamente estaciones de Transmilenio y la sede de RCN Radio. Los actos fueron rechazados incluso desde el interior de la protesta. Varios estudiantes se enfrentaron a una mujer encapuchada que caminba en la multitudinaria manifestación y le exigieron que si quería seguir participando de la jornada debía retirarse la prenda con la que se cubría la totalidad de la cabeza.  Según los estudiantes, asistir a la manifestación con el rostro cubierto daba pie para que se presentaran inconvenientes de orden público. La mujer a la que increparon se defendía, pero ellos le insistían en que debía seguir el ejemplo de los demás manifestantes. "Aquí todo el movimiento estudiantil muestra la cara, nadie se la tapa”, le decían. 

Puede interesarle: 10 lecciones que deja la multitudinaria marcha por las universidades públicas Los que evitan la violencia Varios estudiantes se pusieron la camiseta de voluntarios para ser intermediaros entre los enfrentamientos violentos que se pudieran presentar durante las manifestaciones. El grupo de jóvenes eran estudiantes o egresados de instituciones públicas y se interponían en las discusiones que sostenían estudiantes y policías. Sin que casi se notara su labor, lograron apaciguar los enfrentamientos y evitaron que agresiones verbales terminaran en ataques físicos.