Antes de hablar del caso hay que aclarar una cosa básica: Wikileaks es un proyecto admirable y audaz en la lucha por un mundo más transparente. Es una iniciativa importante y es un trabajo muy valioso que ha realizado su fundador, Julian Assange. Sin embargo, ser admirable en un aspecto no significa ser incapaz de cometer delitos u ofensas en otro.El caso Assange – las acusaciones de delitos sexuales en Suecia y la solicitud de extradición a dicho país, su permanencia en el Reino Unido, y su asilo político en Ecuador – ha suscitado mucho debate por su complejidad, la cual incluye la posibilidad de que esté siendo perseguido políticamente por su labor con Wikileaks. En ese debate han circulado algunos argumentos que se basan en ideas erróneas sobre ciertos hechos. Para garantizar al menos una discusión razonable, es necesario que se aclaren dichos errores.Primero: Las mujeres víctimas de los presuntos delitos sexuales no denunciaron a Julian Assange. En Suecia, los delitos sexuales son investigados de oficio, es decir que la víctima no tiene que denunciar personalmente, sino que puede hacerlo cualquier otra persona, o incluso un funcionario judicial que conozca los hechos. En este caso, las mujeres llegaron a la policía buscando que Assange se hiciera un examen de VIH pues, en contra de sus voluntades, habían tenido sexo sin protección con él. Al describir sus experiencias fue la misma policía quien consideró que en esos casos se habían cometido los delitos por los que está siendo investigado Assange actualmente (violación, coerción y acoso sexuales).Segundo: Las presuntas víctimas (que, recordemos, no fueron quienes denunciaron a Assange), eran simpatizantes de Wikileaks y participaron en la organización de un evento en Suecia en el que su fundador buscaba difundir las ideas de la organización, y consolidar el apoyo a la misma. Son dos mujeres comunes y corrientes, sin ningún vínculo con la CIA ni con ninguna conspiración internacional, y que merecen acceder a la justicia como cualquier otra víctima. Sin embargo, a raíz de las acusaciones contra Assange, han visto sus nombres, fotos, direcciones y teléfonos publicados en internet, e incluso hasta han recibido amenazas de muerte.Tercero: El sistema judicial sueco ha sido descrito como ultrafeminista y carente de todo tipo de garantías para los pobres presuntos violadores. Y puede que Suecia esté bien rankeado internacionalmente en temas de igualdad de género, pero su sistema judicial conserva los mismos rasgos machistas que los de los demás países. Tanto es así que de todas las denuncias de violación en Suecia, apenas el 5% resultan en condena. Casi la mitad de las mismas no llega a imputación de cargos, y de la otra mitad, casi el 75% son descartadas por la fiscalía. De los enjuiciamientos, uno de cada tres recibe una condena absolutoria (comparado con uno de 20 en juicios penales por otros delitos). Es decir que las probabilidades de que se condene a Assange por los presuntos delitos sexuales, así los haya cometido, son estadísticamente muy bajas.Finalmente, el asunto del riesgo de extradición a EEUU. El gobierno sueco no ha recibido ninguna petición de extradición de Assange, ni tampoco hay imputación de cargos en EEUU. Y aunque eso no significa que no pueda llegar a recibirla, tanto la propia legislación sueca como el Convenio Europeo de Derechos Humanos ratificado por Suecia, prohíben la extradición de personas cuando hay delito político o militar, o riesgo de pena de muerte, tratos crueles o persecución. Tal vez esas no son garantías invencibles, pero al menos sí suponen razones importantes para pensar que Suecia no necesariamente extraditaría a Assange a EEUU, o al menos no le quedaría tan fácil hacerlo, como muchos piensan.Claro que hay indicios de que existe cierta persecución política en contra de Wikileaks, y con ello, contra Assange, pero el hecho de que haya o no persecución política no borra el que, posiblemente, las conductas de Assange puedan configurar los delitos de violación, coerción y acoso sexuales. Son dos temas que merecen ser tomados en serio y que no necesariamente tienen que confundirse. Ojalá a futuro estos debates, con toda su complejidad, se hagan con los hechos claros. *Investigadora del Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad – DeJuSticia (www.dejusticia.org)