En noviembre de 1984, cientos de miles de chilenos no aguantaban más el régimen del general Augusto Pinochet. Pero él parecía indiferente y por esos días celebraba su cumpleaños número 69 en compañía de sus seguidores. Hace 30 años, SEMANA dedicó su portada a explorar la personalidad del dictador. Poco antes, unas manifestaciones se habían convertido en un baño de sangre en el que nueve personas murieron y una docena salió herida. Pinochet reaccionó con el estado de sitio. En las calles de Santiago había tanquetas de la Policía en cada esquina, en los parques pululaban los carabineros y los soldados caminaban con el fusil al hombro. Los medios tenían prohibido hablar de política, y los que lo hacían debían cerrar. Pero esto no acalló las protestas. La Iglesia le quitó su apoyo al régimen, y los empresarios empezaron a ver en la dictadura una catástrofe para sus intereses. Así, poco a poco, Pinochet comenzó a quedarse solo.