100 gramos de avellanas o de nueces, por ejemplo, superan las 600 calorías, lo que supone más de una cuarta parte del total de calorías que deberíamos ingerir en un día. Si en general solemos comer muchos frutos secos, es bueno ir pensando en alternativas para sustituirlos, ya que son una gran fuente de grasas. Estas cantidades equivalen a comer 14 melocotones, 10 peras, nueve manzanas u ocho naranjas. Incluso equivalen a comer dos aguacates, la fruta más grasa que existe. Todos los frutos secos son muy calóricos: 100 gramos de almendras tienen 500 calorías, los piñones tienen 568 y los cacahuetes, 452. Los que menos engordan son los higos y dátiles secos, aunque lejos de que sea positivo incluirlos en una dieta para perder peso, tienen 270 y 260 calorías respectivamente, lo que equivale a un kilo de fresas, de moras o de frambuesas. Con todo, más allá de los peligros calóricos de los frutos secos, no hay nada negativo en ellos, sino todo lo contrario. Las pasas, castañas, dátiles e higos secos contienen más del 50% de hidratos de carbono. Por su parte, las almendras, avellanas, nueces y piñones tienen una excelente cantidad de lípidos y, por último, los cacahuetes y los piñones contienen más de 20 gramos de proteína. Por lo tanto, puede ser muy útil incluir estos alimentos en una dieta sana pero siempre con moderación. Por ejemplo, incluir dos nueces enteras en una ensalada o tomar cinco almendras cada mañana será algo muy agradecido en nuestra dieta. La mayoría es una gran fuente de vitamina E –lo que indica que tiene propiedades antioxidantes– y tanta es la cantidad de vitamina B que contienen, que pueden llegar a ser un buen sustituto de la carne para las personas vegetarianas. También contienen calcio y fibra y algunos minerales presentes en algunos frutos secos pueden incluso promover la fertilidad en los hombres, como en el caso de los anacardos.