Un perro criollo de la Policía tiene como única misión olfatear las pertenencias de Otoniel, máximo jefe de los Urabeños, para que las autoridades puedan localizarlo en las selvas del Urabá antioqueño. Pero esto no siempre fue así. Oto, como decidieron llamarlo, hace seis meses era el encargado de alertar a la banda criminal cuando detectaba presencia de fuerza pública. Los Urabeños y en especial Otoniel suelen utilizar perros entrenados en rastreo y ubicados en sus anillos de seguridad para detectar personas extrañas y alertarlos para escapar. La historia de Oto se remonta al año pasado cuando los Urabeños lo compraron en Medellín y alias Orejas (testaferro y primo de Otoniel) lo llevó a Apartadó para entrenarlo durante unas semanas. Después lo llevaron a Turbo y por tres meses lo adiestraron en una de las fincas de alias la Flaca (esposa de Otoniel), lo adaptaron al terreno y luego lo subieron a las montañas donde se oculta el jefe de los Urabeños. Hace seis meses en un operativo en zona rural de Necoclí, la Policía llegó a una casa de madera en lo alto de una montaña donde se escondía Otoniel y luego de un enfrentamiento donde murieron cuatro de sus hombres de confianza, el perro quedó desorientado dentro de la vivienda. Otoniel alcanzó a huir en una mula blanca pero dejó atrás a su fiel amigo y cuando el combate terminó Oto desesperado empezó a buscar a su amo olfateando toda la zona, lo cual llamó la atención de la Policía que decidió dejarlo hacer su trabajo e ir tras él. Durante tres horas Oto rastreó a Otoniel, pero perdió la pista al llegar a la orilla de un río. Sin embargo, la Policía decidió adoptarlo y constantemente lo lleva a sus operativos de asalto para que olfatee los colchones y las prendas del jefe de los Urabeños, lo que ha permitido cercarlo cada vez más. Oto vive en la selva junto a otros perros de la Policía y su deseo por encontrar a su amo se convirtió en una de las herramientas más efectivas de la Policía en la cacería contra Otoniel.