Mas de 20 años despues de haberhecho estallar en mil pedazos los calculos taquilleros de la epoca con una pelicula de modesto presupuesto y baja estimacion, titulada la guerra de las galaxias, el director estadounidense George Lucas decidió volver a ponerse tras las cámaras dispuesto a realizar de nuevo el milagro: hacer que su nueva saga, por lo menos en lo que al primer capítulo se refiere, se convierta en la cinta con mayor recaudación en la historia. La película se llama Star Wars, episodio 1, la amenaza fantasma y será estrenada esta semana en Estados Unidos en más de 2.500 salas. Quizá desde 1939, cuando Lo que el viento se llevó anunció el advenimiento del color en el cine, ninguna otra producción había suscitado tanta expectativa como la nueva saga de Lucas. Tanto que los especialistas vaticinan desde ya resultados sorprendentes en el primer fin de semana de exhibición. Las especulaciones más conservadoras apuntan a que La amenaza fantasma recogerá más de 100 millones de dólares en los primeros tres días a partir de su estreno, una cifra que no ha sido alcanzada jamás por otra cinta en el mismo período. La más cercana es Parque Jurásico: el mundo perdido, de Steven Spielberg, que recogió cerca de 93 millones de dólares en los primeros cuatro días de exhibición en 1997. Sin embargo hay quienes afirman que, incluso, la recaudación de la nueva película de Lucas podría llegar a los 150 millones de dólares. Aunque puedan resultar exagerados, semejantes pronósticos están respaldados, en buena parte, en la astucia con la que Lucas ha trazado su derrotero cinematográfico a partir de la primera trilogía de La guerra de las galaxias. Educado en San Francisco, al igual que Spielberg y Francis Ford Coppola, con quienes conserva una estrecha amistad, Lucas trabajó desde el principio con la idea obstinada de no ceder ni un ápice a los caprichos de Hollywood. Cuando presentó su proyecto de La guerra de las galaxias a los grandes estudios de Los Angeles, en 1976, varios de ellos lo rechazaron convencidos de que la ciencia ficción no era rentable. Finalmente la Fox lo aceptó, no sin antes advertir que sólo le reconocería un ingreso de 500.000 dólares como director. Lucas les regaló el sueldo a cambio de un porcentaje del recaudo y la obtención de los derechos de explotación del mercadeo de los juguetes, figuras y todo tipo de artefactos alusivos a la película, así como los de sus dos siguientes secuelas. La Fox aceptó encantada y, gracias a la corta visión de la productora, Lucas inició su emporio. Desafió el menosprecio de Hollywood por el público infantil y dio en el blanco. La película fue tan exitosa que en corto tiempo desplazó a Tiburón, el superéxito de Spielberg estrenado en 1975, en el primer lugar de la lista de las películas más taquilleras hasta esa época, con un total recaudado de 193 millones de dólares. Hoy esa cifra se ha cuadruplicado y la cinta ha registrado ingresos por 791 millones de dólares alrededor del mundo, una suma que la ubica en el cuarto lugar en el escalafón de los filmes con mayor recaudación en la historia, detrás de Titanic, Parque Jurásico y Día de la independencia. Estrategia de filigrana pero hay incluso quienes piensan que La amenaza fantasma puede llegar a superar el archirrécord de Titanic, posicionada en el trono de la taquilla mundial con 1.800 millones de dólares, casi el doble de su rival más cercana. Y la razón es sencilla: todo está preparado para que suceda. Luego de haber cautivado la atención de millones de niños y adolescentes con la serie La guerra de las galaxias, El imperio contraataca y El retorno del Jedi, durante las décadas del 70 y 80, a mediados de los 90 George Lucas realizó una jugada de audacia que hasta sus propios detractores le reconocen. Con un presupuesto de 15 millones de dólares y la magia de la tecnología de avanzada de su empresa, Industrial Light and Magic, la compañía de mayor vanguardia en efectos especiales del planeta, decidió reeditar la trilogía, añadiéndole a la nueva versión ciertos toques visuales que no alteraron para nada el desarrollo original de la historia. El resultado no se hizo esperar. Era una oportunidad de oro para que una naciente generación de pequeños se apeñuscara en las salas de cine para poder ver por fin lo que para ellos era una leyenda. Mientras tanto Lucas fue concibiendo una nueva saga. La idea era hacer seis películas más, de manera que la serie original estuviera ubicada en el justo medio de la saga y correspondiera a los capítulos IV, V y VI. Sin embargo los capítulos VII, VIII y IX fueron descartados por el director. En la serie que está a punto de estrenar con La amenaza fantasma, y que corresponde a los capítulos I, II y III, Lucas ha decidido remontarse 30 años atrás en el espacio temporal de La guerra de las galaxias cuando Darth Vader, el oscuro caballero de la fuerza cuyo casco negro es el símbolo de la iconografía galáctica de Lucas, era apenas un niño. Si en la última película de la serie inicial, El retorno del Jedi, el público se dio cuenta de que Vader era en realidad el padre de Luke Skywalker, ahora la nueva trilogía está dedicada a la historia de Vader y de cómo se dejó vencer por el lado oscuro de la fuerza. Haber esperado tanto tiempo para reanudar la serie tiene su explicación. Fanático de los efectos especiales, Lucas esperaba el descubrimiento de la tecnología necesaria para llevar a cabo su proyecto. Y esa tecnología llegó con la digitalización. Si su compañía de efectos especiales había hecho posible revivir un tiranosaurio rex por computador en Parque Jurásico, entonces estaba listo para emprender la faena. Y de hecho el primer manjar de esta cena, cuyos platos siguientes serán estrenados en 2002 y 2005 respectivamente, está servido para ser devorado por dos generaciones de espectadores que han crecido al amparo de su mitología galáctica. El valor total de la película asciende a 115 millones de dólares, sin contar los gastos de promoción. Pero si los pronósticos resultan acertados la inversión estará recuperada en menos de un mes, un récord que elevaría a George Lucas a dimensiones empresariales muy difíciles de emular en la industria cinematográfica.