Vivimos uno de los momentos más desafiantes e interesantes en la historia de la humanidad, a raíz de una convergencia tecnológica y digital a gran escala, que está permitiendo descubrimientos y avances científicos sin precedentes. Mientras el mundo transita, con preocupación, hacia una trayectoria divergente, surgen grandes interrogantes en torno al desarrollo y el equilibrio global, hoy exacerbado a raíz del covid-19.

La relevancia de esta gran convergencia de tecnología y ciencia altamente disruptiva reside en su potencial para democratizar su acceso a bajo costo, en beneficio de todas las naciones del mundo y de ofrecer a todos sus ciudadanos la oportunidad de ser productores netos de conocimiento para provecho de toda la sociedad.

La convergencia revolucionaria hará realidad visiones que hemos visto solo en las películas de ciencia ficción: mundos virtuales nuevos y muy interactivos, inteligencia artificial que con todas sus tecnologías relacionadas nos da herramientas para, por ejemplo, detectar y responder como nunca a desastres naturales, eventos pandémicos, y hasta ver a temprana edad nuestra predisposición a la demencia, con sugerencias de cambios tempranos en los estilos de vida, para corregir lo que pareciera inevitable.

¿Qué significa todo esto en el contexto de Colombia y su estructura de desarrollo industrial y productivo, para asegurar que no dejemos pasar esta oportunidad única? ¿Cuáles serían esas acciones decididas y contundentes que se deben tomar y cómo las hacemos coherentes con nuestro ferviente deseo de asegurar un gran futuro para nuestra Nación y muchas generaciones venideras?.

INFRAESTRUCTURA DIGITAL

Colombia necesita habilitar con urgencia una infraestructura estratégica digital robusta que incluya conectividad a internet en todo el territorio, identificación digital para cada ciudadano, datos abiertos para el manejo con transparencia del Erario, etcétera. El país demanda una plataforma crítica de apalancamiento para todo el sector productivo y del Estado que impulse una transformación generacional. Debe pasar de ser una economía netamente extractiva, a una de producción de conocimiento que acelere, exponencialmente, la productividad y la competitividad de todos los territorios y segmentos, generando productos y servicios de alto valor agregado.

Todo este progreso debe dar paso a economías e industrias circulares altamente competitivas, productivas e incluyentes y claramente coherentes con la necesidad de ser sostenibles ambientalmente y muy enfocadas en alcanzar una mejora sustancial del ingreso y bienestar social de cada colombiano.

INDUSTRIA, CIENCIA E INNOVACIÓN

La gran convergencia tecnológica afecta a todos los sectores e instituciones de una nación, sin importar su tamaño y sofisticación. Más que nunca, urge reimaginar estratégicamente la capacidad y resiliencia institucional a corto, mediano y largo plazo. Esto pasaría por tener un entendimiento claro de las organizaciones, con respecto a sus audiencias y a los escenarios relacionados con cada una de ellas para que puedan ser la base de la innovación de servicios y productos de gran valor altamente competitivos.

Los modelos de negocios nuevos necesitarán de una microsegmentación de experiencias, ancladas en personalización, desintermediación y descentralización, que son los poderosísimos vectores disruptivos de los modelos de negocio modernos y altamente exitosos como Netflix, Uber, Aribnb, Google Search y Facebook, entre otros.

Acceso a data masiva y su analítica, Inteligencia Artificial, algoritmos cognitivos, son herramientas de gran poder, disponibles para hacer este trabajo transformativo y urgente para el sector industrial en particular. Es necesaria una exhaustiva revisión de todas las cadenas de valor, en este contexto de oportunidad tecnológica y científica, lo cual implica un trabajo crítico de liderazgo en todas las compañías e instituciones frente a un paradigma moderno altamente cambiante y acelerado por los efectos de la pandemia y sus impactos relacionados con la disrupción de cadenas globales muy integradas de producción y suministro.

Hoy estas cadenas son altamente dependientes de China, pero inevitablemente tendrán un ajuste significativo moviéndose hacia otras regiones y países del mundo. El desafío y la oportunidad para el sector industrial es clara. La necesidad y urgencia de reposicionar la creación de valor alrededor de estos factores cambiantes no será opcional.

LA RUTA DE LA TRANSFORMACIÓN

La Misión de Sabios propuso el 2 de diciembre de 2019 una ruta de transformación para Colombia: pasar de ser una economía primordialmente extractiva, a una generadora de conocimiento y servicios y productos de gran valor agregado. La idea es que ese tránsito se haga a través de la ciencia y la tecnología, con la habilitación, en pleno, del potencial innovativo de su recurso humano.

La gran apuesta sugerida es convertirnos en una potencia en bioeconomía, doblando para 2030 la contribución al PIB de la industria manufacturera y de la producción agrícola. Como acción inmediata, y tarea pendiente, se requiere de una política pública moderna y sólida de Agritech. Otro gran objetivo es llegar por lo menos a un aporte del 3 por ciento del PIB proveniente de las industrias digitales.

La tecnificación y productividad del agro es un paso fundamental en una visión territorial integral de país. La agricultura de precisión, usando la ciencia y la gran convergencia tecnológica, sería una afilada punta de lanza para habilitar esa aspiración de ser una potencia en biotecnología. A partir de allí, el hito sería convertirnos en un reconocido innovador global en el uso de la biomasa (materia orgánica que se genera a través de un proceso biológico, ya sea inducido o espontáneo).

La bioeconomía abraza un modelo de desarrollo socioeconómico y productivo que reduce la dependencia de los combustibles fósiles y promueve la producción mediante el uso del conocimiento sobre los recursos, procesos y principios biológicos en todos los sectores de la economía: agricultura e ingredientes activos como bioinsumos, alimentos, fibras, nuevos materiales y compuestos, farmacología y productos para la salud, cosméticos, bioproductos industriales y bioplásticos, productos basados en la biocinética, la bioingeniería y la bioenergía, entre otros. Todos estos son desafíos y oportunidades globales donde Colombia debe ser un actor activo y reconocido.

Esta agenda requiere no solo de una convergencia tecnológica y de ciencia. Es indispensable que aprovechemos y desarrollemos nuevos liderazgos –especialmente en los territorios– para alcanzar una convergencia de voluntades que nos lleve a la construcción colectiva de esa ruta crítica. Debemos, como nunca antes, acercar a todos los sectores de la sociedad civil a través de poderosas alianzas público-privadas habilitadas por una política pública necesaria que permita crear incentivos que nos conduzcan a esa tierra prometida.

Los tres puntos de esta reflexión, por supuesto, no son los únicos necesarios, pero si los lográramos, sería un gran primer escalón para alcanzar esa Colombia productiva, competitiva, muy sostenible, inclusiva y equitativa. Una gran Nación en donde quepamos todos, que cada colombiano de hoy merece y que les debemos a las generaciones que vienen.

*Exvicepresidente de Microsoft.

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