El fútbol profesional no siempre es fama, dinero y popularidad. En algunos países como Colombia donde el juego hace parte de la cultura popular pero el arraigo del mismo en las tradiciones colectivas no alcanza grandes dimensiones y no moviliza masas como en otras latitudes, mantener el estatus del futbolista y del fútbol se torna complicado. Paradójicamente, a duras penas y en una constante lucha contra los vacíos económicos y las crisis financieras de las instituciones, el fútbol colombiano ha logrado mantener una liga profesional de relativo primer nivel en la región: Los sueldos de los jugadores son considerablemente buenos (a veces extravagantes), las canchas se llenan en los partidos importantes y los patrocinios y negocios en su entorno abundan. Eso sucede en la primera división, pero de ahí para abajo, descender y perder la categoría puede llegar a ser la peor desgracia para un club. En la B todo es diferente. Allí, los viajes en avión son un verdadero lujo, los estadios llenos son una remota excepción, los sponsor son escasos y si a los jugadores los reconocen en la calle, es tal vez porque se trata de un familiar o un amigo, y en el mejor de los casos, por un pasado glorioso que nunca volvió. Las consecuencias de este escenario pueden ser bastante decepcionantes, sobre todo cuando todo sucede en una ciudad como Bogotá. Hoy, Academia Compensar prepara maletas para mudarse a Villavicencio a fin de semestre y el Bogotá F.C. se encuentra en negociaciones para ir a Montería. En este contexto, ‘mandarinas’ y ‘leones’ se enfrentaron el sábado pasado en el estadio Alfonso López de la Universidad Nacional en lo que fue el último clásico capitalino de la B. “Estamos en la B” El mundo del fútbol y los fanáticos de los videos virales nunca olvidarán la reacción del ‘Tano’ Pasman cuando River Plate descendió en Argentina: “¡Noooo... estamos en la B!”. Más allá del golpe en el ego a la historia de ese club, en términos reales, no era un asunto de vida o muerte, pues la B de ese país podría ser una A de otros lugares. Pero con razón, ese grito podría escucharse en Colombia. La vida de la B es muy diferente al fútbol de televisión. “No es nada sencillo. Aunque la industria viene creciendo, los recursos que se manejan en la categoría son escasos. Esto genera muchas complicaciones que obligan a buscar soluciones creativas para lograr que el proyecto funcione”, dice Felipe Trujillo, presidente de Bogotá F.C. y expresidente de Academia. La solución según él, es “concentrarse en la producción de materia prima, es decir, la creación de jugadores”. Gilberto Arenas, preparador físico de Academia es un poco más optimista: “Es bien distinto. Se viaja en bus, hasta 18 horas. Es difícil y complicado, pero en este momento la B tiene posibilidades de renovarse y mostrar jugadores. Ahora hay un poco más de interés y eso hace que la gente se motive”. Sin embargo, el sábado pasado no más de unas 200 personas asistieron al Alfonso López de la Nacional. La entrada es libre, pero aún así, la asistencia es muy baja. La prensa es escasa y los periodistas que van por gusto o son obligados a asistir porque el medio se los exige, no tienen un espacio adecuado para realizar su trabajo y deben instalarse como pueden.Andrés Forero, jefe de prensa de Bogotá F.C. cuenta que “no hay cabinas de radio, sino que se transmite desde la tribuna. Es entrada libre, pero el club tiene que pagar los gastos de la logística, la seguridad y el arriendo del estadio (...). Son muy pocos los medios interesados y por eso me gusta llevar gente para que conozca lo que es esto, un torneo de mucha ‘garra’”. Cuenta que no tienen bus, “sino una van, pero esta vez la van no llegó y nos tocó montar a los jugadores en algunos carros. Hay pocos uniformes, así que les toca compartir números, no hay respeto por eso. El equipo trata de darles todo, pero no es posible mantenerlos como se lo merecen”. La situación no es nada fácil pero algunos jugadores como Francisco ‘Pacho’ Delgado, quien fue referente en Santa Fe y jugó la Copa Libertadores de 2006, piensan que “hay que aceptar que el fútbol da muchas vueltas y hay que asumirlo con mucha responsabilidad y madurez”. Se van de Bogotá En otros países donde el fútbol es una tradición cultural que trasciende los límites normales de una afición y donde los clubes están profundamente ligados con una historia en su ciudad o incluso su barrio, resultaría absolutamente descabellado plantear un traslado de sede. Sin embargo, cuando los recursos literalmente no existen, y la ausencia de una afición significativa es la constante, no es posible desarrollar un proyecto deportivo viable. Felipe Trujillo explica la situación: “Es un asunto un poco melancólico. Estamos en un proceso de acercamiento con dirigentes de la región, de Montería, y recibimos una invitación para comenzar un proceso de negociación y contemplar las posibilidades del traslado del equipo. La verdad es que el apoyo de la empresa privada en Bogotá ha sido muy duro, ya son 11 años de existencia del equipo y quien lo apoya es el propio dueño con sus empresas. Queremos hacer un eco en el sector privado de Bogotá para no irnos. De todas maneras estamos escuchando opciones, pues allá hay una gran voluntad”. Los hinchas Es una realidad que para quien no lo vive, resulta absurdo el fanatismo por el fútbol. Pero incluso para quienes lo conocen, es algo incomprensible ser hincha de un equipo que vive todo lo que arriba se menciona. Sin embargo, eso es paradójicamente lo bueno del asunto. Hay hinchas, no son muchos, pero siempre están presentes. A pesar de todo, la pasión es la misma que pueden sentir los seguidores de los más grandes clubes e incluso, por la intimidad y ‘exclusividad’ que viven, puede llegar a ser mucho mayor. Para alentar al Bogotá F.C. están los muchachos de ‘La Banda del Vino’, que aunque también siguen a un equipo de la A, dicen que “la fiebre que se siente por el Bogotá es diferente. Somos un grupo de amigos y venimos por eso. Nos dicen que vamos a perder el tiempo, pero nosotros les decimos que por qué no apoyan a un equipo que realmente es de la ciudad”. Dicen que han llegado a ser unos 20, pero esta vez fueron cuatro. Al otro lado del estadio se ubican los ‘Casual D.C.’, un grupo de seguidores del Bogotá F.C. que adoptaron la estética y las formas de los ultras europeos. “Es una pasión. Nosotros queremos mucho a la ciudad. Solo le vamos al Bogotá. Hemos hablado con el presidente y nos ha dicho que está haciendo los mejores esfuerzos para dejar el equipo acá. Somos como 30 pero no siempre todos podemos venir” Para el clásico asistieron unos 10, pero acompañados por un tambor no dejaron de cantar en los 90 minutos. Academia no trajo barra, solo unos cuantos señores y señoras vestidos con los colores y acompañados por un par de banderas. Final del partido y Bogotá ganó 3-2 el clásico. Sin embargo, el ambiente generalizado indicaba justamente que se trataba del último, y que la situación, con ambos ya eliminados del torneo, no augura un futuro demasiado prometedor. Bogotá se quedará sin representantes en la B, no por el merito de ascender de categoría, sino tal vez, por la indolencia de las autoridades locales, la empresa privada y la afición. Por lo demás, es seguro que el sentimiento de los que aguantan no acabará, y que esos colores quedarán en la memoria de quienes en su corta historia lo sufrieron como solo el fútbol lo hace sufrir.