Cuando Juan Manuel Santos y Angelino Garzón trabajaron juntos, parecían polos opuestos. Fue en el gabinete ministerial del gobierno de Andrés Pastrana. Santos, desde su esquina del Ministerio de Hacienda, defendía las arcas y los intereses del Estado. Garzón, desde la orilla del Ministerio de Trabajo, asumió con el propósito de defender el bolsillo de los trabajadores y la clase obrera. Meses después algunos de sus compañeros de lucha aplaudieron su gestión; otros, terminaron decepcionados. Eran lógicas las discusiones entre los dos y muchos de los que los conocieron entonces recuerdan los tires y aflojes en los que solían enfrascarse. Pero quizás, fueron las discusiones sobre la zona distensión en el Caguán las que los fueron acercando. “Incluso se hicieron muy amigos”, dicen cercanos a Garzón, porque Angelino, “es capaz de sentarse a hablar con el que sea, y tiene una gran virtud: sabe escuchar”. Para muchos la decisión de Santos fue sorpresiva. Garzón ha sido un hombre que ha representado a la izquierda y muchos lo asocian aún a ese sector. Pero Santos dijo tener muchas compatibilidades con su fórmula “comparte mi visión de mejorar la seguridad democrática y pasaremos a ejecutar una política de prosperidad democrática (…) Esta va a ser una campaña incluyente, donde vamos a tener puentes con muchos sectores del país, sobre todo con los sociales, Angelino los representa”. Angelino Garzón, dice uno de sus amigos que hace parte del actual gobierno, ha sufrido una “profunda transformación” política. “pero ha mantenido inalterable sus valores y principios éticos como la sensibilidad social y sus inquietudes hacia la paz”. En cambio, hay quienes creen que su cercanía con el gobierno actual, habla muy claro del viraje que dio. "Que nos pretendan mostrar a Angelino como un hombre de izquierda, ese si es un cuento muy reforzado", dice el senador del Polo Jorge Enrique Robledo, quien cuestiona la posición de Angelino cuando defendió el TLC. Así mismo, Natalia Springer, decana de la facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, subraya que Garzón ha mantenido un silencio poco explicable en el tema de los falsos positivos y en otros temas de derechos humanos, una causa que siempre dice haber defendido. Nacido en Buga en 1950, el país empezó a conocer a Garzón en la década de los 70 como dirigente sindical. Angelino era un electricista del Sena, y sus inquietudes políticas lo llevaron a ser parte de las Juventudes Comunistas, y luego con el Partido Comunista. Fue presidente de la Central Unitaria de Trabajadores. Amigo de batallas de Lucho Garzón, con quien trabajó de la mano, y con quien, dijo alguna vez, empezó a tomar distancia a medida que la realidad de Europa del Este salía a flote. Con los años fue fundador y presidente de Fenaltrace (Federación Nacional de Trabajadores al Servicio del Estado), una organización que lideró poderosas movilizaciones y huelgas. Hizo parte de la Unión Patriótica. En esos años 80 en los que las imágenes de archivo de los noticieros de televisión de la época lo muestran, siempre en primer plano, mientras ayudaba a cargar los féretros de Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo Ossa. Angelino es uno de los sobrevivientes de la sistemática eliminación de miembros de la UP. Tuvo que exiliarse en Madrid, a comienzos de los 90, debido a los asedios y amenazas que era blanco por parte de agentes del Estado aliados con grupos paramilitares. También militó en el proyecto político del M19, Acción Democrática. En ese exilio se acercó al Partido Socialista Obrero Español, en las épocas del presidente Felipe González. También ha sido un hombre muy cercano a la Iglesia. Cuando retornó al país hizo parte de la Comisión Nacional de Reconciliación, liderada por el entonces arzobispo de Tunja, monseñor Luis Augusto Castro. Es habitual asesor de la Conferencia Episcopal y formó parte de la Comisión Facilitadora para el acuerdo humanitario con las Farc. En 1998, el presidente Andrés Pastrana lo nombró ministro de Trabajo. Un cargo al que la propia Iglesia lo sugirió. Antes, a su regreso al país, estudió periodismo en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, y lo hizo con el único propósito de obtener un título profesional. Tras su paso por el ejecutivo y muchos coqueteos políticos, su primer y único cargo de elección popular fue como gobernador del Valle, donde tuvo una administración no exenta de polémicas con contratistas y sectores de la prensa local. Allí comenzaron las relaciones, hoy excelentes, con el presidente Álvaro Uribe, en algunos momentos distantes por cuanto el entonces gobernador pidió una y otra vez el despeje de los municipios de Florida Y Pradera, en el Valle del Cauca, exigido por las Farc para negociar la liberación de secuestrados en su poder. Hoy, Angelino dice que desde la masacre de los diputados de su departamento natal en cautiverio cometida por ese grupo eliminó para siempre esa opción de un intercambio humanitario. Luego, la defensa del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos acercó aún más al actual mandatario y a Garzón. Después, lo nombró embajador de Colombia ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT) cargo al que renunció tras la invitación de Juan Manuel Santos. Quienes lo conocen de cerca, más que su trayectoria, destacan su carácter conciliador. “Es todo un obispo. Aunque nació en un mes de octubre, no parece estar regido bajo el signo Escorpión. Porque permanentemente busca el diálogo la concertación. Así es ‘Monseñor’ Garzón”, dice el periodista Hernando Corral, quien en sus épocas de sindicalista en el Banco Popular entabló una estrecha amistad con quien hoy es la fórmula a la presidencia de Juan Manuel Santos. Garzón está casado con una ciudadana brasileña, líder sindical también, con quien tuvo tres hijos. La mayor, profesional de arquitectura, falleció hace algunos años. Así es este hombre, quien dice que no se matriculará en La U, porque mantendrá, asegura, su carácter de “independiente”.