Es la escritora colombiana más destacada del siglo XX. Una estadía en Quito, donde fue secretaria de la Embajada de Colombia (1943-1945), marcó su existencia, ya que allí escribió su primera novela y se hizo marxista; con la invasión a Hungría se alejó del comunismo; la lectura de Santa Teresa de Jesús la ayudó a retornar a la Iglesia Católica. Por su labor periodística conoció en España a algunos miembros de la generación del 98. Su obra literaria se inició a finales de la década del 40 y consta de narrativa, literatura infantil, entrevistas, crónicas, crítica literaria, ensayos, versiones de cuentos populares, prólogos y ediciones de obras de la literatura colombiana; también colaboró en las más importantes revistas y periódicos del país. Su obra ha recogido el quehacer de las colombianas en diversos campos de la vida nacional con textos que permiten reconstruir la labor femenina de mediados del siglo XX. Es una intrahistoria que recoge la cotidianidad de la mujer en los ambientes doméstico, escolar, laboral y social, y que muestra los obstáculos que han enfrentado. Mújica creó un corpus de crítica cultural e ideológica que destaca la marginalidad de la mujer en la vida pública y en la vida familiar y alude a la asfixiante experiencia del matrimonio. Ha destacado la participación de la mujer en los quehaceres histórico, económico y cultural del país y recobra anécdotas, eventos y obras que muestran el escamoteo y el silenciamiento de esa contribución en la historia oficial y en la crítica literaria.Novelas: Los dos tiempos (1949) recoge la vida de una mujer soltera, independiente y autosuficiente cuya soledad y vacío amoroso señala el precio de su autonomía. Catalina (1963) explora la vida matrimonial de una mujer que había sido educada para ser casta y sumisa y que se ve atrapada en un ambiente opresivo y lleno de secretos del que logra escapar con un inmenso sentido de culpa y con la pérdida de su seguridad económica. Bogotá de las nubes (1984) teje los cambios en la vida de la protagonista con la transformación de Bogotá. Mirza aprende aceptarse con sus defectos a la vez que se hace solidaria con su ciudad y con sus habitantes. Cuentos: Ángela y el diablo (1953), Árbol de ruedas ( 1972) y La tienda de las imágenes (1987) analizan los conflictos de la vida moderna como la soledad, el aislamiento y la incomunicación. El pequeño bestiario (1981) recrea la vida de perros y gatos. Las altas torres del humo (1985) es una compilación de relatos orales. Las casas que hablan (1994) evoca la vida colonial de La Candelaria a la vez que recupera a las olvidadas habitantes de este tradicional barrio. La Expedición botánica contada por los niños (1978) retoma la obra de José Celestino Mutis con recursos de la literatura maravillosa y de los cuentos infantiles. En los ensayos sobresalen: Sor Francisca Josefa del Castillo (1991), La aventura demorada y Santa Teresa de Jesús (1962), y los prólogos a la obra de Eugenio Díaz (1985) y de José Cordovez Moure (1957) sobre la ciudad de Bogotá. Elisa Mújica, como dice Montserrat Ordóñez, ha sido un modelo del arte de escribir bien, pues divulgó en el país la práctica de un lenguaje claro, limpio donde lo más complejo e investigado parece simple y diáfano.Profesora de literatura