Colombia pasó de producir unos 5 millones de litros diarios de leche en los años 80 a un poco más de 19 millones de litros en la actualidad. Sin embargo, ese renglón de la economía continúa en pañales, al menos en términos de productividad. Así lo estableció un reciente estudio de Fedesarrollo que analizó el comportamiento de esa industria en el país y en la región. Los resultados sorprenden. Mientras que países como Argentina o México han mostrado crecimientos, Colombia está hoy prácticamente en el mismo lugar que en la década de los 90. La productividad lechera del país, en una gráfica, es una larga línea horizontal sin inclinación alguna. ¿Por qué? La razón, dice el economista Mauricio Reina, uno de los autores del informe, tiene que ver sobre todo con las políticas proteccionistas del gobierno nacional, muchas veces contradictorias. Estas han agudizado las deficiencias de un sector que, aunque cuenta con unidades productivas muy competitivas, es dominado por actores ineficientes.
Para Fedesarrollo, la regulación del precio de la leche, por ejemplo, ha ocasionado distorsiones en las señales del mercado, lo que ha terminado por alejar a los productores de la ruta de la competitividad. Y aunque el panorama no es alentador, la peor parte estaría por venir de cara a los tratados de libre comercio que suscribió Colombia con Estados Unidos y con la Unión Europea. "Mientras el sector estuvo protegido de la competencia internacional, sus deficiencias se mantuvieron relativamente inadvertidas. Sin embargo, ahora las cosas son a otro precio", advierte Reina. Eso significará mayores erogaciones del Gobierno para atender la sobreoferta de leche y, por otro lado, desplaza crecientes volúmenes de producto hacia el mercado informal que, de acuerdo con estimativos, podría ascender a la mitad de todo el mercado. A pesar de esta situación, Carlos Enrique Cavelier, coordinador de Sueños y presidente de Alquería, ve el vaso medio lleno. "Es cierto que tenemos muy baja productividad, lo cual supone una oportunidad enorme. No habría nada qué hacer donde tuviéramos altos niveles de productividad sin que el negocio diera", asegura. Para el empresario, el país podría convertirse en un exportador importante si, separándose de las políticas proteccionistas, dirigiera los esfuerzos oficiales a un binomio perfecto, según explica: crédito y educación. "No creo que la cifra de ganaderos en el país que lleven contabilidad o balance de sus fincas supere 10%", agrega Cavelier. "Aquí más que subsidios se necesita educación y asistencia técnica. El grueso de las fincas se maneja como se hacía 50 años atrás", sentencia. Todo está por hacer. En términos agregados la productividad del sector lácteo ha tenido un comportamiento poco alentador. Pero hay una enorme heterogeneidad en el desempeño de los productores nacionales. "Existen fincas con capacidades productivas de altos estándares, que superan incluso el promedio de la productividad de Nueva Zelanda. Esto sugiere que el sector aún tiene espacio para hacer mejoras importantes en materia de competitividad", señala Alejandra Rivera, quien con Ximena Cadena completa la terna de autores de la investigación.
La fórmula secreta Desde 2013 un proyecto de cooperación internacional con la embajada de Nueva Zelanda y el Ministerio de Agricultura de Colombia ha logrado, solo con buenas prácticas, incrementar la productividad de unas 1.000 familias lecheras en Cundinamarca, Boyacá y Nariño. Se trata del proyecto Cadena de Valor Láctea, que en algunos casos duplicó e incluso triplicó el ingreso neto por hectárea del productor. Se trata de repensar el negocio y adaptar principios neozelandeses, según explica Juan Fernando Vela, coordinador de la iniciativa.
"Lo primero es poner al principio de la actividad el insumo más abundante y barato que hay en Colombia: el pasto", explica. Aprender a manejarlo y cosecharlo acorde con las curvas de crecimiento parece ser la clave, agrega Vela. La idea básica es aprovechar los ciclos de crecimiento de los pastos que, bien aprovechados, permiten tener más animales por hectárea y por ende más ingresos para los productores. Ese proyecto aún es marginal, pero tiene un efecto de demostración muy importante para el país. En efecto, confirma que sí se puede ser competitivo incluso a niveles de Nueva Zelanda, líder mundial en competitividad del sector lácteo. El buen ejemplo puede cundir.