El cierre de salas de cine en el mundo, por ausencia de público debido a las cuarentenas fuertes, es hoy la historia cotidiana en la industria del séptimo arte. Durante la última década, la taquilla mundial venía creciendo cada año registrando siempre nuevos récords. Eso muestra que cada vez, más personas estaban yendo a ver películas y que, lejos de la debacle que se vaticinaba hace unos años por cuenta de la piratería y las nuevas tecnologías, el cine gozaba hasta el año pasado de “cabal salud”. Entre 2005 y 2019, la taquilla mundial prácticamente se duplicó, al pasar de US$23.100 millones a US$42.200 millones, según el portal de internet Statista. Solo el año pasado se lograron nuevas marcas por lanzamientos como Vengadores: Endgame, El Rey León y una nueva película de Spiderman: Lejos de Casa. Los ingresos de estas producciones fueron millonarios: Vengadores recaudó prácticamente US$2.800 millones, convirtiéndola en la más exitosa de la historia y desbancando a Avatar, que durante una década tuvo este título con la venta de US$2.788 millones en boletería. No obstante, en marzo pasado llegó la pandemia y ese fue el acabose para la industria. Las personas no pudieron seguir asistiendo al que se convirtió, sin lugar a dudas, en el plan preferido de muchas familias en todo el planeta. Se estima que este año se dejarán de recibir por taquillas cerca de US$20.000 millones. Eso reduciría dichos ingresos a la mitad del año pasado, claramente el peor registro de la historia reciente en el mundo y en niveles apenas logrados en 2005. Así, la taquilla cinematográfica retrocederá 15 años. Le puede interesar: Los autocinemas, la experiencia de ver una película en la nueva normalidad Pero ese no es el único problema. Si los teatros pudieran abrir mañana mismo, inclusive con un aforo total (cosa prácticamente imposible), no tendrían mayor oferta para sus espectadores: la máquina de producir películas se paralizó completamente por cuenta de la pandemia, las actividades de grabación se volvieron muy difíciles porque grabar sin contacto físico es prácticamente imposible. Así que, por donde se mire, el panorama es demasiado crítico. Películas en suspenso Hay cintas que quedaron listas para ser estrenadas cuando se logre recuperar la actividad plena en las salas de cine. No obstante, eso se ve muy lejos, si se tiene en cuenta que muchas ciudades del mundo, especialmente en Europa, están volviendo a cerrarse ante el rebrote del virus. No time to die, la nueva película de la saga de James Bond, protagonizada por Daniel Craig, estaba lista para su estreno cuando el mundo entró en cuarentena en marzo pasado. El lanzamiento fue pospuesto para noviembre, pero obviamente esto tampoco ocurrirá y, por eso, recientemente fue anunciado su lanzamiento para abril de 2021. La situación ha sido tan crítica que muchos portales de internet ya especulan si en MGM, empresa productora del filme, tienen pensado venderla a un canal de streaming, para mitigar las pérdidas ocasionadas por el cierre de los teatros. Peter Rabbit 2, Trolls World Tour, Onward y A quiet place sufrieron la misma suerte y sus lanzamientos son aún inciertos, a pesar de que están listas para la vista del público desde marzo pasado.
Entre 2005 y 2019, la taquilla mundial de cine pasó de US$23.000 millones a US$43.000 millones. Este año, tal vez ni siquiera llegue a la mitad de la de 2019. Otras producciones quedaron a mitad de camino, como es el caso de Misión Imposible 7 y la biopic sobre Elvis Presley en la que participa Tom Hanks. Este actor estuvo infectado por coronavirus y en septiembre pasado retomaron la filmación en medio de drásticas medidas de bioseguridad. Pedro Almodóvar, el reputado director español, se dio el lujo de terminar y lanzar durante la pandemia su más reciente producción, La voz humana. Tenía una ventaja: se trata de un cortometraje en el que actúa solitariamente Tilda Swinton. Así, esta obra es apenas un oasis en medio del desierto de producciones. Los estudios famosos, obviamente ya sintieron el golpe. Universal Studios, del conglomerado de entretenimiento Comcast, solo en el tercer trimestre registró una caída en los ingresos del 25%, frente al mismo periodo del año pasado, facturando US$1.300 millones. El mayor impacto provino de la caída en los ingresos por proyecciones en teatros, que se redujeron un 97% en ese periodo, según informaron recientemente. Ese impacto pudo ser medianamente compensado por los ingresos en licenciamientos y entretenimiento en el hogar. Warner Media, por su parte, informó que solo el impacto del coronavirus en su oferta de televisión, cine y licenciamientos significó un golpe cercano a US$1.600 millones en los ingresos durante el tercer trimestre de este año. Le recomendamos: De París a Venecia, el mundo sigue rodando películas... con mascarilla Disney, en su reporte trimestral, también dio noticias tristes sobre la caída de los ingresos de su división de Studio Entertainment. Estos “decrecieron en el tercer trimestre un 55%, a US$1.700 millones, y el segmento de los ingresos operativos cayó un 16%, a US$668 millones. La caída en los ingresos operativos se explica por los más bajos resultados de distribución teatral, parcialmente compensados por el crecimiento en la distribución de TV/SVOD, una caída en los costos del marketing de entretenimiento en el hogar y menores depreciaciones de los filmes”, señala el informe de resultados. Las distribuidoras de cine no tendrán material suficiente para llevar a sus carteleras cuando ocurra alguna clase de normalización, así que esto alargará la crisis: unos de los lugares que exigirían de mayores medidas de bioseguridad son los cines, que por definición son zonas de grandes aglomeraciones. Como ocurre con muchos sectores, los aforos deberán ser limitados y eso pone presión sobre las finanzas de las empresas que hacen las proyecciones. Si a eso se suma que no hay una cartelera suficiente para ofrecer en los primeros meses de actividad, el panorama luce bastante gris. Sin lugar a dudas, 2020 ha sido un año duro para muchas industrias, pero para la del cine ha resultado una verdadera tragedia, porque los empresarios de esta industria están entre la espada y la pared: sin poder abrir sus salas, sin películas disponibles para cuando las abran y con un público muy preocupado por las condiciones de bioseguridad. Es claro que, por ahora, el final de esta historia no se ve feliz.