En este momento, Colombia se encuentra en emergencia sanitaria debido a la propagación del COVID-19. Se han tomado diversas medidas de prevención a nivel gubernamental ante esta situación de emergencia nacional. Uno de los sectores con mayor afectación es indudablemente el educativo, y por ello, es indispensable generar un plan de contingencia efectivo que esté acorde con las necesidades y la infraestructura de los centros educativos, de sus docentes y sus estudiantes.
Universidades de todo el territorio nacional tales como la Universidad de Los Andes, La Universidad de La Sabana, la Universidad Nacional, La Universidad Externado, la Universidad de Antioquia, entre otras, ya han adoptado planes que incluyen la suspensión de las clases presenciales e instauración de las clases virtuales para toda la comunidad educativa, así como el diseño e implementación de planes de transición hacia la realización de actividades remotas, como preludio a la fase netamente virtual con el fin de dar continuidad al semestre académico. En estos tiempos de cambio, para el cual muchos docentes y/o estudiantes no están preparados adecuadamente para enfrentar lo que acarrea la suspensión temporal de la actividad docente presencial en los centros educativos, se debe concebir la tecnología como un aliado estratégico en los procesos pedagógicos, en los que la pedagogía siempre debe ir primero, y la tecnología, debe ser un apoyo en sí. Sin embargo, el enseñar y/o aprender virtualmente es un desafío nuevo para muchas personas. Por esta razón, se hace necesario que aquellos que tienen experiencia con la modalidad virtual compartan sus saberes con los recientes llegados a este escenario. Así las cosas, es éste el momento adecuado para dar cabida a prácticas colaborativas, de coaching y de trabajo en equipo. Este hito de transformación social y cultural también genera nuevos aires y perspectivas para que la educación virtual se consolide como una verdadera “revolución virtual”. Sin embargo, muchos ahora se preguntan si el impulso de la pandemia del coronavirus, la que estimula repentinamente a muchos colegios y universidades hacia la implementación de los cursos en línea, acelerará la tendencia hacia la educación virtual de forma vertiginosa. Aunque, sin duda alguna, la repentina demanda de la educación virtual será un gran reto para muchos profesores y estudiantes en las próximas semanas (y quizá meses), es prudente contemplar los aspectos positivos que acarrea esta situación, especialmente para las instituciones de un país como Colombia. Dentro de la región latinoamericana, Colombia puede ofrecer una educación universitaria de calidad relativamente alta, gracias a los estándares de acreditación que son cada vez más rigurosos. En comparación con muchos países, los costos educativos son relativamente bajos, mientras que las habilidades humanas y la infraestructura virtual (especialmente en áreas urbanizadas, donde las universidades físicas están agrupadas) son relativamente fuertes.
El desarrollo de la educación virtual no solamente ofrece la posibilidad de proporcionar educación universitaria a un gran número de estudiantes colombianos en áreas remotas del país (contando con la debida infraestructura), sino que además abre el camino para que el gobierno genere y apoye la expansión de estas prácticas y el fortalecimiento de la infraestructura necesaria. Por otra parte, representa el momento para que universidades colombianas expandan sus ofertas educativas ampliamente tanto dentro de América Latina, como fuera del continente, y de esta manera puedan proporcionar acceso a la gran población de estudiantes internacionales que en la actualidad ya está preparada para estudiar a través de esta modalidad. Aunque la comunidad educativa, y el mundo en general, enfrentarán muchos batallas en los días venideros, todos también necesitamos perspectivas más esperanzadoras para sostener la fuerza educativa. Aprender las lecciones de la educación virtual también supone visionar nuevas oportunidades para los estudiantes y educadores colombianos. Por ende, es indispensable que se diseñen planes acordes con una efectiva instalación y adecuación de las nuevas dinámicas de aprendizaje y enseñanza virtual, tanto para el beneficio de las comunidades educativas, como para el de sus agentes participantes.