Anatoly Shapiro, nacido en Ucrania, fue el primer oficial que ingresó al brutal campo, y el primero en comprobar las atrocidades que en el interior se perpetraron. “Había tal hedor que era imposible estar ahí por más de cinco minutos. Mis soldados no lo podían soportar y me rogaban que los dejara ir. Pero teníamos una misión que cumplir”, recordó en 2005 en una entrevista que concedió al diario New York Daily News, pocos meses antes de su muerte. “No teníamos la menor idea de su existencia. Vimos algunas personas vestidas con harapos. No parecían seres humanos, lucían terribles, eran puro hueso”, agregó.

Precisamente, en ese 2005, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 27 de enero de cada año como el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto, con el propósito de apoyar el desarrollo de programas educativos para recordar esa tragedia y prevenir futuros genocidios. “El Holocausto, que tuvo como resultado que un tercio del pueblo judío e innumerables miembros de otras minorías murieran asesinados, será siempre una advertencia para todo el mundo de los peligros del odio, el fanatismo, el racismo y los prejuicios”, reafirmó la ONU en aquel momento.

Puerta de entrada

Un cartel colgaba a la entrada de Auschwitz, en el que se leía la frase en alemán Arbeit macht frei (El trabajo libera), lema con que las fuerzas de las Schutzstaffel (las SS o “fuerzas de protección”) recibían a los deportados.

El doctor de la muerte

El médico alemán Josef Mengele era el encargado de seleccionar prisioneros con los que adelantó experimentos mortales en el campo de concentración Auschwitz-Birkenau. Fue conocido como el ‘doctor de la muerte’, pues condujo a miles de ancianos, mujeres y niños a la cámara de gas, donde fueron exterminados.

Víctimas

Desde mayo de 1940 hasta enero de 1945, se estima que 1,3 millones de personas fueron enviadas a Auschwitz-Birkenau, de las cuales murieron 1,1 millones. La gran mayoría (un millón) era judíos, aunque también fueron recluidos polacos, gitanos, prisioneros de guerra, comunistas y disidentes nazis. Apenas 500 personas fueron liberadas cuando los soviéticos tomaron posesión del mayor campo de concentración que recuerde la historia.

Patrimonio de la humanidad

El campo de concentración estuvo situado en Oświęcim, a 43 kilómetros al oeste de Cracovia, actual territorio polaco. Llegó a albergar hasta 100.000 prisioneros, tenía una extensión de 2,5 por 2 kilómetros y estaba dividida en dos secciones, cada una separada por alambres de púas y cercas electrificadas, que algunos prisioneros utilizaron para suicidarse. En 1947 fue fundado el Museo estatal Auschwitz-Birkenau. El monumento fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en 1979, como el principal símbolo del Holocausto.