A lo largo de la historia hay una incógnita que ha acompañado a la humanidad: ¿estamos solos en el universo? El tema ha sido profundamente desarrollado por la ciencia ficción y por un creciente número de charlatanes que afirman que la historia de la civilización está dirigida por extraterrestres. Y la ciencia, aunque escéptica a esas pseudoteorías, también ha buscado respuesta a esa incógnita sin éxito. Pero el astrofísico Avi Loeb afirma haber encontrado pruebas irrefutables de ello y que desarrolla en su libro Extraterrestre. La humanidad ante el primer signo de vida inteligente más allá de la tierra, que en las próximas semanas estará en las librerías del país.
Una búsqueda con bastantes decepciones
A lo largo de la historia de la búsqueda de vida inteligente fuera de la Tierra, las observaciones hechas por los científicos han arrojado resultados cuya presunta contundencia probaban su existencia, pero al poco tiempo eran desmentidos. Ese fue el caso del astrónomo estadounidense Percival Lowell, que, a finales del siglo XIX, luego de observar con un telescopio los canales de Marte, concluyó que habían sido construidos por seres inteligentes. Observaciones posteriores hechas por sus colegas concluyeron que las formaciones eran naturales.
Un nuevo misterio que genera polémica
En los primeros días de septiembre de 2017 un objeto interestelar comenzó su travesía por el plano orbital del sistema solar para desaparecer el 7 octubre, luego de rodear al Sol y pasar por las órbitas de Venus y la Tierra. Casi dos semanas después los científicos a cargo del telescopio Pan-STARRS, del Observatorio Haleakala de la Universidad de Hawái, se percataron del hecho. Por su particular trayectoria y por la certeza de ser un objeto interestelar fue bautizado Oumuamua, que significa ‘explorador’ en hawaiano. Desde ese momento, el fenómeno ha causado un acalorado debate entre Avi Loeb, quien cree que hay pruebas irrefutables de que Oumuamua es de origen artificial, y la mayoría de la comunidad científica, que piensa que es un simple objeto interestelar.
¿Cómo descubrieron la forma de Oumuamua?
En ningún momento se tomó una imagen o algo similar de este objeto y los astrofísicos tuvieron que recurrir a los datos arrojados por el telescopio Pan-STARRS para rehacer su fisionomía. El reflejo de la luz determinó que Oumuamua tenía una forma alargada como la de un cigarrillo, de 100 metros de largo y 9 de ancho, algo nunca visto dentro de los cuerpos espaciales. Esas características, entre otras inusuales, llevan a Loeb a decir que “la naturaleza no había demostrado ser capaz de producir nada con el tamaño y la composición que sugerían nuestras suposiciones, así que algo o alguien tuvo que haber fabricado esa vela solar. Oumuamua tuvo que haber sido diseñado, construido y lanzado por un ser extraterrestre inteligente”.
Un interrogante irresuelto
En la década de los sesenta del siglo pasado, un grupo de científicos encabezado por el astrónomo Frank Drake creó un proyecto de búsqueda de vida inteligente extraterrestre llamado SETI. En la medianoche del 15 de agosto de 1977, un telescopio recibió una onda que duró más de un minuto y marcó una intensidad 30 veces más fuerte que los sonidos emitidos por el universo. El fenómeno fue bautizado como la señal “¡Wow!” porque el radioastrónomo Jerry Ehman, al estudiar la hoja de los reportes de la computadora del telescopio, escribió esa exclamación. Hasta el momento no se ha podido explicar el origen de la señal ni se ha vuelto a recibir alguna similar. Una parte de la comunidad científica cree que podría ser una tenue pista de la existencia de vida inteligente fuera de la Tierra.
La hipótesis de Loeb
Para el astrofísico, la ligera desviación, pero estadísticamente significativa, hecha por Oumuamua al viajar alrededor del Sol y su alejamiento a una aceleración adicional a la que le imprimió el astro son pruebas irrefutables del origen artificial: “Las leyes universales de la física nos permiten predecir de forma infalible cuál debería ser la trayectoria de un objeto concreto a medida que viaja rápidamente alrededor del Sol. Pero Oumuamua no se comportó como se esperaba”, escribe en su libro. Para Loeb y sus colegas hay que contemplar que “Oumuamua sea una vela solar que flote en el espacio interestelar como residuo de equipamiento tecnológico avanzado”.