Este sábado, 25 de marzo, los asistentes al Festival Estéreo Picnic, tienen cita con una de las voces legendarias del bolero en Colombia: Alcibiades Alfonso Acosta Cervantes, mejor conocido como Alci Acosta. Con 84 años y reconociendo que no es precisamente un seguidor de los ritmos modernos, el artista soledeño subirá a la tarima para interpretar grandes éxitos como La copa rota, Traicionera y Si hoy fuera ayer.
Será una presentación especial, reconoce el maestro Acosta. Y muy diferente a sus conciertos habituales, pues tendrá bailarines en tarima. El hijo del maestro, Checo Acosta, quien siguió su pasos en la música, cantará a dúo con su padre, Cascarrabias; y la presentación servirá “para unir a dos mundos”, pues Alci cantará igualmente con Catalina García, vocalista de la agrupación Monsieur Periné.
Además, el actor Víctor Hugo Cabrera, amigo cercano a Acosta y su empresario, grabará un detrás de cámaras de este inigualable concierto.
SEMANA conversó con esta leyenda viva de la música colombiana.
SEMANA: ¿Cómo lo convencieron al fin de participar en el Festival Estéreo Picnic de este año? La propuesta estaba sobre su mesa desde antes de la pandemia...
ALCI ACOSTA: Participar en el festival se dio por insistencia de los organizadores y de mi empresaria. La propuesta llegó mucho antes de la pandemia y siempre me insistían en la importancia de participar en este festival.
SEMANA: Alci Acosta llega a un espacio cultural donde mandan géneros como el rock, el pop y el reguetón. ¿Qué tanto simpatiza con la música de las nuevas generaciones?
A.A.: Sinceramente, no soy fanático de esa música. No lo soy, no lo he sido, ni lo seré a estas alturas de mi vida. Mi música predilecta es la que yo canto: mis boleros. Así que no me voy ni con el rock ni el pop ni el reguetón.
SEMANA: ¿Se imaginó alguna vez estar parado cantando boleros frente a miles de muchachos de 20 años?
A.A.: Llevo más de 58 años cantando. Y al comienzo estaba convencido de que mi público era gente madura, más o menos de 40 años para arriba, 50 o 60 años. Pero, tiempo atrás, hará más o menos unos 15 años, descubrí que me salió una nueva fanaticada de gente mucho más joven, de entre 15 y 25 años. Muchachos que conocen mi música, que se la saben de memoria. En mis presentaciones las cantan conmigo, disfrutan mucho lo que yo hago. Y hasta niños me siguen. Me pasó en Cartago, con un chico de 9 años que subió a la tarima y se sabía mis canciones. Y en España, una pequeña de 8 años cantó conmigo La copa rota. Creo que esta generación hará que mi música perdure un poquito más, mis boleros están a salvo con estas nuevas generaciones.
SEMANA: Muchos de los personajes de sus canciones son personas que han sufrido mucho en la vida: pierden a su amada en un accidente o terminan en la cárcel por un mal amor. ¿Cree que a eso se debe que tantas generaciones se hayan sentido identificadas con ellas?
A.A.: Me jacto de decir que el mío es un despecho sofisticado y un despecho que les ha llegado a diferentes tipos de personas. Gente humilde, gente del común, gente clase media y también gente rica; entonces mi piano y yo hemos conquistado a miles, sin distinguir clases sociales y tampoco edades.
SEMANA: ¿Cómo es eso de que aprendió a tocar piano con un teclado dibujado en un cartón?
A.A.: Lo del teclado de cartón fue por una insinuación de mi profesora de piano de ese entonces, que se llamó en vida Elia Donado. Como en esa época era complicado para una familia humilde como la mía tener un piano en la casa, la profesora me dijo que me consiguiera un piano que venía en un cartón. Ahí practicaba yo mis canciones, mis lecciones, y entonces cuando iba a Bellas Artes, ya más o menos las llevaba preparaditas. Esa experiencia me servía para distinguir las blancas y las negras. Y eso a pesar de que era un piano curioso: con un teclado mudo.
SEMANA: ¿Cómo cree que han logrado el bolero y la música popular conquistar a tantas generaciones?
A.A.: El bolero es muy antiguo, sí. Y la música romántica, lo que llamamos hoy en día de despecho, tiene muchos fanáticos. Ahora estoy convencido de que el bolero no va a pasar nunca de moda. Hoy en día, lógicamente, tenemos la invasión y la aceptación de la música popular en diferentes generaciones jóvenes y mayores. Gracias a Dios, para nosotros los cantantes de música popular tenemos una fanaticada fiel que va a perdurar por muchos años.
SEMANA: ¿Cómo terminaron usted y su piano haciendo música de despecho y de desamor?
A.A.: Me gusta dejar claro que lo mío no es un despecho tan agresivo, ni con canciones hirientes. Y por eso, gracias a mi voz y a mi piano, he conocido muchos países. He estado 15 veces en Europa, cualquier cantidad de veces en Estados Unidos, a Ecuador voy todos los años; mi música me ha llevado también a Perú, a Canadá, a Centroamérica, especialmente a El Salvador. Así que gracias a esta voz, a este piano y a mis boleros tengo una fanaticada no solo en Colombia, sino en muchas partes del mundo.
SEMANA: Soledad, en el Atlántico, no solo es el pueblo donde usted nació; sigue siendo su hogar. Usted allá es un vecino más del pueblo... ¿Qué es entonces la fama para Alci Acosta?
A.A.: Soledad sigue siendo mi hogar, acá vivo muy tranquilo porque la gente me quiere mucho, no tengo complicaciones ni problemas con nadie. Vivo rodeado de familiares y muchos amigos. Hoy creo que, por eso mismo, la fama es algo que llegó a mi vida sin buscarlo y pues la he aceptado como llegó, con mucha humildad. Y espero terminar mi vida así, siendo una persona humilde, sencilla. Nunca me convertí en músico para ser famoso. Y a mis 84 años vivo agradecido con toda esa gente que durante tantos años me ha seguido y me va a seguir un ratico más. Así que la fama la recibo como llegó: con mucha humildad.