SEMANA: ¿No es buen negocio tener librerías independientes? ANDRÉS HOYOS: El problema es que la cadena del libro está afectada por una situación económica precaria y el eslabón más débil son librerías como Biblos. A una librería pequeña, cuando le da una gripa, se le vuelve muy rápido una neumonía y pronto está en la tumba. SEMANA: ¿No fue un error de cálculo tratar de sacar adelante el proyecto cuando de entrada no se veía financieramente viable? A.H.: Claro, y eso pasó porque intentamos sacar adelante unos factores que yo sobreestimé como positivos. Y además, teníamos el apoyo de Crepes & Waffles que, como pocas empresas de este país, creyó en nuestro negocio. SEMANA: ¿Qué tanto se afectó la relación con las editoriales? A.H.: La relación sí sufrió un estrés. Las editoriales entendieron de manera muy estricta nuestro problema financiero: si yo no pagaba a tiempo, no me apoyaban más y se llevaban los libros. Así es el negocio. SEMANA: Y, aparte de lo financiero, ¿la gente sí compra libros? A.H.: Además de que Colombia tiene muy baja lecturabilidad, la gente tiene muchas cosas en qué fijar su atención y que la aleja de los libros. La muestra es que son muy pocos los que están abriendo librerías en Colombia. SEMANA: Librerías pequeñas como La Madriguera del Conejo serían entonces la excepción... A.H.: La ventaja es que arrancaron sin deudas y yo solo espero que no les dé gripa. SEMANA: ¿Qué significa para una sociedad el cierre de una librería? A.H.: Es muy grave. Mientras menos librerías tiene, más pobre espiritualmente es una sociedad.