El arraigo cultural en algunas partes del país y la creencia religiosa de que en Cuaresma y Semana Santa no se debe consumir carne roja se convierten en un verdadero calvario para algunas especies de fauna silvestre en esta época del año. El consumo de carne y huevos de las tortugas hicoteas y las iguanas forman parte de la dieta de un gran porcentaje de la población, especialmente en el Caribe colombiano. Sin embargo, no son las únicas.

Otros animales, como las tortugas morrocoy, las babillas y las águilas cuaresmeras, también están entre las preferencias alimenticias, mientras que aves, mamíferos y anfibios son cazados para tenencia ilegal como mascotas. Lo más grave es que se trata de una práctica en aumento. Datos de la Asociación de Corporaciones Autónomas (Asocars) indican que el año pasado estas entidades recibieron en sus centros de atención para recuperación y rehabilitación un total de 33.035 especímenes de fauna silvestre, 42 por ciento más que en 2019.

Iguana verde

Este reptil es una de las mayores víctimas. La cacería y el consumo la ponen en un grave riesgo. Esta especie se aparea a final de año y desova justo durante las fechas de Semana Santa. Antes de que esto suceda, son cazadas para extraerles los huevos, que pueden alcanzar 30 por postura. Su carne también es apetecida y termina servida en los platos de los habitantes de la región Caribe y de los turistas.

Tortuga morrocoy

Son cazadas debido a la creencia de que su consumo aumenta el vigor sexual. Esta práctica aumenta durante la Cuaresma y Semana Santa por representar una fuente de proteína. También las capturan o compran de forma ilegal para tenerlas como un amuleto de buena suerte.

Tortuga hicotea

La tortuga hicotea (Trachemys callirostris) es uno de los animales más consumidos en el Caribe colombiano. Sumado a otras amenazas como la pérdida de hábitat, este reptil está listado como vulnerable a la extinción. Foto: Mónica A. Morales (Instituto Humboldt). | Foto: Mónica A. Morales (Instituto Humboldt).

Esta tortuga es única en Colombia y Venezuela. Semana Santa coincide con su época reproductiva, por lo que los cazadores aprovechan para capturar las hembras nidificantes o sus huevos, lo que interrumpe su ciclo natural y las deja en grave riesgo de extinción. Cuando las atrapan, son víctimas de crueles maltratos: las cocinan vivas para aflojar la poca carne que tienen, y con seguetas les retiran el caparazón, las asierran vivas y les extraen la carne para venderla.

Babilla

La carne del Caiman crocodilus, más conocido como babilla, cachirre o babo, es ampliamente comercializada. “En la época de Cuaresma, las babillas son cazadas para vender su carne. Sin embargo, en los mercados las hacen pasar como carne de bagre o pescado salado”, dice Andrés Rymel Acosta.

Águila cuaresmera

Son aves rapaces migratorias que por esta época están de paso por el país rumbo al sur del continente. Pero su largo viaje bien puede terminar en algunas áreas del Tolima, donde ya es tradición su caza. El cañón del Combeima, Mariquita y el municipio de Lérida son los sitios en donde más las persiguen. Y, a pesar de que su carne no debe consumirse, pues es un ave carroñera, esto no les importa a los cazadores.