SEMANA: ¿Por qué contar de esta manera la vida de Álex Saab?
GERARDO REYES (G. R.): Álex Saab contiene todas las variantes, matices y contradicciones de un personaje. Es un hombre que va a Venezuela a tratar de salir de la quiebra y sale rico. En este país necesitaban a alguien audaz que pudiera burlar todas esas medidas que habían asfixiado la economía de Venezuela. Ahí se convierte en el hombre solución.
SEMANA: Usted lo describe como el chacal del régimen bolivariano. ¿Por qué?
G. R.: Porque se convierte en un operario internacional que resuelve todo. Cuando se necesita leche, le marcan a Saab, pero también cuando se necesita petróleo, gasolina o monetizar las reservas de oro, pues es él mismo es quien se va con lingotes de oro en su avión a Turquía. No lo hace por amor a la revolución, lo hace para hacerse más rico. Él encuentra la salvación en el epicentro de la corrupción de Venezuela. Se hace un hombre multimillonario con apartamentos en París, mansión en Barranquilla y varios aviones.
SEMANA: Piedad Córdoba es, según su libro, la madrina de Saab. ¿Por qué?
G. R.: Todo sucede en octubre de 2010. Piedad Córdoba es la política más cercana a Hugo Chávez. Nicolás Maduro es el canciller y Álex Saab es un tipo quebrado. Piedad Córdoba logró una entrevista con el canciller en la madrugada, una o dos de la mañana, y lo primero que dice Maduro es: “A Piedad hay que cuidarla porque va a ser la próxima presidenta de Colombia”.
SEMANA: Usted habla de que la idea de que sería presidenta la tenía Maduro por una especie de pitonisa...
G. R.: Sí. Chávez y Maduro mandan a Piedad Córdoba donde una médium que se considera la voz oficial del más allá, de Simón Bolívar. Entonces, ambos querían saber qué opinaba el Libertador de este sueño que tenían de poner de presidenta a Piedad Córdoba. En esos momentos había un presidente incómodo para Venezuela, Álvaro Uribe. Un testigo me cuenta de esa sesión. Dice que la mujer cambia de voz, de entonación, y le dice a Piedad que en efecto ella será la presidenta. A partir de este momento, Piedad se convierte en el personaje más consentido del régimen venezolano y le entregan lo que ella pide.
SEMANA: ¿Y qué es eso?
G. R.: Lo que más pide, casi de una manera latosa, es que el Gobierno de Venezuela apruebe los 30 millones que le está debiendo a Álex Saab por concepto de exportaciones. El propio Gobierno sospechaba, según unos documentos que yo conocí, que esas exportaciones eran ficticias. Piedad comienza así a enviar correos desesperados para que le paguen no solo a Saab, sino a otros empresarios sospechosos, como Carlos Mattos y el ‘Ñeñe’ Hernández.
SEMANA: ¿Y por qué no les pagaban?
G. R.: Era una represalia, porque el gobierno de Uribe había autorizado tropas americanas en el territorio colombiano. Piedad Córdoba es el único puente que queda entre los dos gobiernos. Todos estos empresarios van gateando a pedirle ayuda. Y fue muy eficiente.
SEMANA: ¿Qué interés tenía ella?
G. R.: La fuente que yo consulto dice que por una comisión del 8 %. Ella lo niega. Me dijo que lo hizo de buena persona, pero hay documentos que dejan la duda de que ella sí estaba interesada en una comisión. También tengo que aclarar que ella no acepta ser la que presentó a Maduro y Saab.
SEMANA: Usted dice que Piedad es la madrina, y Abelardo de la Espriella, el padrino. ¿Por qué?
G. R.: Yo creo que él ha cumplido el papel de mantener a Saab lejos de las cárceles. Y eso podría sonar bien, porque es un abogado, pero hay un episodio en el libro en el que cuento que va mucho más allá… Fue un padrino de la impunidad.
SEMANA: Usted escribió un libro de casi 400 páginas sobre Saab. Aquí apenas hablamos de uno de sus capítulos. ¿Qué siente que le falta por saber?
G. R.: Muchas cosas. Uno nunca quisiera ponerle punto final a un libro. Me causa curiosidad saber cómo operó Saab como testaferro de Maduro y de su familia.